El Noveno Congreso Internacional de la Lengua Española, a realizarse en marzo próximo en la ciudad de Arequipa, empieza a calentar con la inauguración, en el Centro Cultural Inca Garcilaso, de la muestra “Libros y autores en el Virreinato del Perú: El legado de la cultura letrada hasta la Independencia”, exposición que ilumina una circunstancia histórica especialmente compleja: la transformación cultural que supuso, tras la conquista y la creación del Virreinato del Perú, el desarrollo de la escritura alfabética y la llegada de la primera imprenta a Lima.
La exposición, presentada el año pasado en el Instituto Cervantes en Madrid, tiene como curadores al poeta y gestor cultural Alonso Ruiz Rosas y a Marta Ortiz Canseco, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid. Con tesoros bibliográficos del período colonial, en parte de los fondos conservados por la Biblioteca Nacional del Perú y de colecciones particulares, la muestra exhibe cómo la Corona española y la Iglesia Católica pusieron especial celo en crear focos de irradiación cultural en los Andes centrales, principal centro civilizatorio hasta la caída del gran Imperio Inca. Este desarrollo pasaba por la importación de la imprenta y la creación de universidades, colegios y la formación de bibliotecas conventuales. Todo esto, como advierte el investigador Ruiz Rosas, con un acento muy marcado en la misión evangelizadora que justificó la conquista y la anexión del Perú al imperio español.
Así, la muestra nos permite ver el profundo cambio cultural que conlleva la llegada de la imprenta en 1580 (Lima se convertiría en la única ciudad de Sudamérica autorizada para imprimir libros hasta 1700). Una tecnología necesaria para la evangelización, como había decidido el Concilio Limense. “Este fenómeno generará una producción editorial muy significativa, que no solo tiene que ver con los primeros vocabularios en lenguas indígenas, sino en todos los dominios del conocimiento de entonces, sean volúmenes de derecho, historia, de literatura o científicos”, señala el curador.
Por cierto, lo primero que el visitante de la muestra advierte al contemplar las publicaciones, empezando por la “Doctrina Christiana”, célebre catecismo publicado en 1584 por el italiano Antonio Ricardo, es el interés de los religiosos de la época por estudiar las lenguas originarias. “Como es sabido, la expansión del quechua le debe mucho al proceso evangelizador, pues era muy difícil asumir entonces la enorme cantidad de lenguas que había en el Perú apenas producida la conquista”, explica Ruiz Rosas.
Las ciudades letradas
Desde luego, afirma el curador, se trata de un fenómeno cultural que incidirá especialmente en las élites de la sociedad virreinal. “No es que el Perú se haya convertido masivamente en un país de lectores. Pero la circulación de libros y manuscritos de producción local significó la aparición de élites ilustradas en ciudades como Lima, Arequipa, Trujillo, Huamanga o el Cusco, ciudad donde surgió una figura de las letras tan excepcional como Juan de Espinosa Medrano, ‘El Lunarejo’”.
Para el especialista, esta irradiación cultural pasó tanto por las élites españolas y criollas como a las élites mestizas que empezaban a surgir, representadas por el Inca Garcilaso, y por las élites indígenas, que tienen en Guamán Poma una figura fundamental. “No podemos olvidar que uno de los aspectos más apasionantes de este período histórico es la apropiación que los locales hacen de la lengua y de la escritura para sus propias reivindicaciones. Por ejemplo, José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, hombre de formación jesuita, fue un gran lector”, explica.
En efecto, ese es otro importante aspecto de la exposición inaugurada en el C.C. Inca Garcilaso: reconocer que el largo proceso que llevó a la independencia del Perú empezó, de algún modo, con esta cultura libresca. “Las ideas de la emancipación en el siglo XVIII no solo se alimentaron del pensamiento de la Ilustración. Ya desde el siglo XVI, los teólogos españoles hicieron una contribución extraordinaria que, a la larga, alimentaría el espíritu moderno”, advierte el curador.
En Lima se imprime
─A Lima llega la imprenta en 1580 y hasta 1700 en Sudamérica no se editarán más libros más que en nuestra capital. ¿Por qué este celo, esta centralidad?
Porque Lima, no hay que olvidarlo, era la gran ciudad de América del Sur, como lo es hoy Nueva York en América del Norte. Lima era el centro académico, con San Marcos como la principal universidad. Había una impresionante cantidad de clérigos, además que estaba la corte virreinal principal en la región. Los conventos limeños tenían las mejores bibliotecas, estaban los colegios jesuitas, y otras instituciones religiosas. Había un núcleo intelectual muy poderoso. Llegaban a Lima muchas de las novedades europeas. Hasta el siglo XVIII, Lima y el Cusco eran los centros intelectuales más importante del sur del continente.
─¿Es por eso que el Quijote llega tan temprano al país?
Así es. Llegan ejemplares a Lima e incluso hay representaciones teatrales en los Andes de la novela de Cervantes. Y aunque había desde el siglo XVI una censura a los libros de caballerías por considerarlos poco útiles para el esfuerzo evangelizador, en realidad está probado que llegaron muchos libros de este género. Algo importante para señalar es que, además del libro impreso, en ese periodo es muy importante el manuscrito. Nos cuesta ahora imaginar la enorme circulación que entonces tenían los manuscritos, se sacaban varias copias y se leían mucho.
─Del mismo modo en que circulaban en Europa antes de la imprenta…
Así es. El manuscrito no tenía censura, podía circular con mayor libertad. Luego, para pasar a la imprenta paraba por un censor. Los costos de publicar un libro eran también muy elevados desde luego, no había que tener solo permisos, sino también recursos. El manuscrito era entonces una salida intermedia, que permitió tener una producción muy grande. Vargas Ugarte, uno de los más grandes estudiosos de este mundo virreinal en términos bibliográficos, señalaba más de 5.800 títulos impresos, publicados en el virreinato del Perú, y un número equivalente de manuscritos. ¡Es una cantidad impresionante! Algunos conocerán los beneficios de la imprenta recién a partir del siglo XIX o incluso en el siglo XX. El caso más impresionante, evidentemente, es el de la Nueva Crónica de Guamán Poma, que sale del Perú hacia 1615 cuando lo deja Guamán Poma en manos del Virrey y después tiene una vida azarosa en España hasta terminar en una biblioteca en Copenhague. Por eso, la primera edición del libro es la que hizo el Instituto Francés de Etnología en 1936. Pasa algo parecido con una obra magnífica, La Historia del Nuevo Mundo de Bernabé Cobo, que lamentablemente no se ha conservado completa, pero lo que existe es maravilloso y que recién se pudo publicar a fines del siglo XIX. Así como estos casos, hay muchos otros manuscritos aparecidos después. Esos textos circularon, fueron citados, copiados y forman parte de un patrimonio excepcional.
─En el siglo XVI y XVII habían muchos más escritores de lo que imaginamos, más allá de Garcilaso o Espinoza Medrano. ¿Por qué muchos de ellos no forman parte del canon de la literatura peruana?
Una vez que nace el Perú republicano hubo una reacción muy comprensible contra todo el periodo anterior. El virreinato será visto con desdén. Por eso hubo una tendencia de grandes intelectuales republicanos de borrar, de un brochazo, a estos autores. Pero tengo la impresión que en las últimas décadas hay una tarea académica de rescate de muchos de estos autores. Poco a poco empiezan a salir a la luz, con sorpresas muy interesantes. Ojalá más adelante se difundan.
─¿Qué escritor de ese periodo recomendarías, por ejemplo?
Juan del Valle y Caviedes, por ejemplo. Es muy interesante. Y, por supuesto, un poema maravilloso cuya datación aún está en debate, pero que todo peruano debería conocer: la Elegía Apu Inka Atawallpaman, uno de los textos claves de la literatura quechua, un poema intenso, que en 25 estrofas narra el asesinato de Atahualpa y describe poéticamente el caos que su muerte significó para el mundo andino. El texto fue escrito por un autor desconocido hacia finales del siglo XVI, aunque su difusión solo se produjo en el siglo XX a iniciativa de José María Arguedas. Otra obra imprescindible es el “Discurso en loor de la poesía: Epístola a Belardo” ¡y tantas cosas que deberían conocerse! Y eso solo en el dominio de la literatura, además de estos dominios hay libros y manuscritos virreinales apasionantes que habría que conocer un poco más.
─La muestra viene del Instituto Cervantes en Madrid. ¿Qué reacción generó?
Efectivamente, la muestra la presentamos en Madrid en el Instituto Cervantes el año pasado. Esta muestra es organizada por el Instituto Cervantes junto con el Centro Cultural Inca Garcilaso, con Marta Ortíz Canseco, una magnifica peruanista española, y yo como comisarios. La muestra fue muy visitada y tuvo una repercusión interesante. Para muchos, este era un mundo desconocido, pues en España hay una idea muy caricaturesca de este periodo. Descubrir de pronto esta riqueza cultural hecha en el Perú y que vincula tanto a España con nuestro país fue algo muy positivo. La exposición en Madrid se realizó con el valiosísimo apoyo de la Biblioteca Nacional de España que tiene maravillas de libros y manuscritos peruanos y sobre el Perú. En Lima, la exposición ha contado sobre todo con el notable concurso de la Biblioteca Nacional, que ha hecho un trabajo muy profesional. Espero que esta exposición sirva para que se aliente la publicación de muchos de estos libros que merecen ediciones facsimilares. Cuando vaya a Arequipa, la haremos con fondos bibliográficos en la región, pues trasladar estos libros es poco recomendable.
─¿Cuáles son las pizas imprescindibles de la muestra?
Para el caudal de publicaciones y manuscritos de la época, no es una exposición tan grande. Solo ofrece una parte representativa pero pequeña al lado de todo lo que hubo. No quisiera recomendar tal o cual libro, pero me parecen muy interesantes los libros en lenguas originarias, los primeros vocabularios en quechua y en aymara. Pero insisto: lo más importante es el conjunto. Tener una idea de lo que significó este proceso desde el punto de vista de la cultura.
Lugar: Centro Cultural Inca Garcilaso. Dirección: Jirón Ucayali 391, Lima. Horario: de martes a viernes, de 10 a.m. a 8 p.m.; sábados y domingos, de 10 a.m. a 6 p.m. Hasta el 13 de noviembre. Ingreso: libre.
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