Son 10 ilustraciones y 20 relatos. Y por eso se llama “Érase dos veces”, pues por cada una de las escenas dibujadas por Miguel Ortiz, hay dos versiones de cuentos escritor por José Miguel Vásquez (Lima, 1983), quien de la mano de la editorial Pesopluma publica su primer libro con una dinámica de por sí peculiar: la imagen llegó antes que la palabra.
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“Miguel Ortiz es un amigo que estudió en Bellas Artes pero luego se dedicó a la arqueología –cuenta Vásquez sobre el proceso de su obra–. Un día fue a visitarme y me mostró sus estudios de acuarela, que me parecieron fenomenales. Y aunque no había personajes, pues solo eran paisajes, inmediatamente empecé a sentir la necesidad de ponerles historias. Le dije si podía plantearme algunas escenas para yo inventar dos cuentos por cada una. Le pedí además que los dibujos sean muy ambiguos, para romperme el coco. A él le gustó la idea y nos pusimos a hacerlo”.
De esa manera, en unos cuantos meses, Vásquez se dio cuenta de que tenía un libro terminado. Pero “Érase dos veces” no termina con su impresión y distribución, sino que se completa con la participación de quien lo lea, pues invita a seguir creado historias alternativas para cada una de sus ilustraciones.
En esa línea, el autor cita por ejemplo la obra del italiano Gianni Rodari. “Si tú revisas sus libros, te percatas de que todos te invitan a jugar, a inventar finales. Entonces el libro excede esa convención de que el lector solamente haga lo que el escritor está diciendo. Al contrario, son libros que te invitan a meterte en ellos, a participar”, señala Vásquez.
PRIMERAS ESCRITURAS
Además de Rodari, Vásquez menciona algunas otros autores que le han sido referenciales al momento de escribir “Érase dos veces”: Julio Ramón Ribeyro, quien le sirve de inspiración directa para uno de los cuentos; el mexicano Juan Rulfo, de quien destaca su trabajo con la oralidad; o el guatemalteco Augusto Monterroso, maestro de la síntesis que también deja sentir su impronta en la brevedad de los relatos del libro que nos ocupa.
Pero más que las influencias literarias o académicas, hay un pulso más genuino y natural en la escritura de Vásquez, que nos remite a su propia infancia y a aquellos ejercicios narrativos que nos marcan la vida en momentos especiales.
“Recuerdo mucho cuando era niño y aún experimentábamos los coches bomba y los apagones –explica–. Era lo que veía un niño de clase media en Lima. Aunque estaba más o menos normalizado, sabías que algo raro estaba ocurriendo. Y recuerdo que mi mamá prendía una vela, nos recostaba a mi hermano y a mí, y nos leía mucho. Obritas de teatro para niños, cuentos cortos. Imagino que era su forma de reconfortarnos, y yo me sentía muy abrigado por eso”.
Vista la situación en retrospectiva, ¿será que a medida que dejamos de ser niños vamos perdiendo la voluntad de imaginar? “Es difícil saberlo –responde Vásquez–. Pero sí creo que cuando somos niños tenemos más capacidad para pensar metafóricamente. Porque tenemos que llenar los espacios en blanco que los adultos no nos explican. Y solo algunos pueden seguir conservando esa capacidad imaginativa”. Que este libro también sea entonces una chispa para encender la a veces fría y opaca inventiva adulta.
“Érase dos veces”
Autor: José Miguel Vásquez
Ilustraciones: Miguel Ortiz
Editorial: Pesopluma
Páginas: 50
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