Es comunicadora y enseña a escribir. “A escribir bien”, aclara Cristina García Calderón. “García Calderón Orbe, por favor”, subraya. “La vez pasada me pusieron solo García”. La precisión pareciera un rasgo heredado de su padre médico y también periodista, Ernesto García Calderón –respetada (y desaparecida) figura de los años dorados del noticiero 24 horas–. Y lo es, pero también es una cualidad que Cristina ha ido puliendo durante sus años dedicados a la edición y a la docencia universitaria. La mitad de su vida.
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Empezó a editar en octubre de 1995 y seis meses después pasó a ser jefa de prácticas de un curso nuevo en la Universidad de Lima, Expresión Escrita, que nacía para enseñar a escribir. Todavía lo hace, todavía lo dicta. Cristina admite que en ese curso universitario ha moldeado su proyecto de enseñanza Escribir Bien. “He dictado muchos cursos en todo este tiempo y en todos desarrollé contenidos propios mientras me daba cuenta de algo: el periodismo me ayudaba a enseñar a escribir. Y escribir es conectar ideas para que otros lean”.
¿Escribir bien o escribir correctamente? ¿Cuál es la diferencia?
Depende del enfoque. Cuando hablamos de enseñar a escribir, automáticamente pensamos en uno de ellos: el enfoque gramatical. El tradicional, el correcto, el único que conocemos. Pero hay otros tres enfoques, menos mal. Lo aprendí con el lingüista español Daniel Cassany. También se puede enseñar a escribir desde el punto de vista de la comunicación, también se puede mirar a la escritura como un proceso y también se puede hacer a un lado la forma para fijarnos en el contenido. Comunicación, proceso, contenido: eso es lo que yo enseño. Comunicación: pensar en el lector. Proceso: valorar los borradores (porque nadie escribe en limpio). Contenido: preguntarte qué quieres decir. Decirle algo a alguien, así lo resumo. Yo sería una persona muy triste si mi objetivo al escribir fuera la corrección ortográfica, y sería una profesora muy miope si pensara que un alumno que olvida una tilde no sabe escribir. Que ponga la tilde, por supuesto, porque una oración con faltas ortográficas es como una carretera con baches; entorpece la lectura. Aquí viene un disclaimer de mi curso Escribir Bien: No les pongo la cruz a la gramática y a la ortografía, pero a ellas las pongo en su lugar, el último, el de la revisión de los textos. Porque no son el objetivo, son herramientas para escribir bien.