Un hombre triste camina cabizbajo. Luego descubre a otro que anda feliz mirando al frente y, animado en su autoestima, decide imitarlo. Sin embargo, luego se percata de que otro tipo que caminaba cabizbajo como él encuentra un grueso fajo de billetes en el suelo. Allí termina el chiste: una vuelta de tuerca a la tragicomedia que define los mejores trabajos de Joaquín Salvador Lavado, el mundialmente conocido humorista Quino.
Aunque resulte extraño, la historieta es una herramienta muy utilizada por los profesores de semiótica para hacer más digeribles sus clases. Si bien para algunos estos relatos breves son solo una forma de hacer reír, para otros pueden llegar a ser ejercicios filosóficos bastante serios y útiles. “Muchas veces una historieta de Quino tiene condensada tanta filosofía como lo puede tener un gran libro sobre dicho estudio”, señala Óscar Quezada Macchiavello, filósofo y rector de la Universidad de Lima, quien recientemente presentó “Mundo Mezquino. Arte semiótico filosófico”, libro que desentraña algunas de las más celebradas creaciones del historietista
Para el autor, la obra de Quino debe “leerse, releerse, explorarse y compartirse” porque, básicamente, nos ayuda a reflexionar sobre temas como el poder, la angustia del ser humano y la muerte.
—El humor más allá de Mafalda—
Lejos de recurrir solo a la famosa Mafalda, Quezada Macchiavello presenta un “laboratorio de análisis e interpretación” de las otras historietas firmadas por el artista mendocino. “Siempre me cautivó y abrumó la evolución creadora de Quino. Muchos pensaban que su obra se agotaba con Mafalda, pero su humor la envuelve y trasciende más allá”, refiere.
Para el catedrático, la mayoría de las tiras cómicas del autor de “Gente en su sitio” presenta un tono pesimista que, sin llegar a ser amargo, trasluce un mundo poblado de seres “extravagantes, desconcertados, obsesivos, ansiosos y sufrientes”.
“Al final de estas historietas siempre hay esa alquimia entre tragedia y comedia. ¿Y no es esa alquimia la vida misma?”, se pregunta Quezada Macchiavello, maestro de decenas de comunicadores salidos de las aulas de la Universidad de Lima.
Las casi 600 páginas de “Mundo Mezquino” incluyen análisis extensos pero también otros bastante cortos. El autor señala, en un arranque de honestidad, que esto último dependió de su estado de ánimo.
“La idea era que el libro pueda ser abordado primero a través de una lectura más liviana y luego de otra algo más pesada”, señala. Lo cierto es que cada interpretación de estas historietas vale su peso en risas.