El humor no suele estar ausente en la literatura peruana. Es cierto que nuestras letras propenden a la solemnidad o al dramatismo, pero al menos desde los años treinta del siglo pasado, cuando Manuel Beingolea publicó sus “Cuentos pretéritos” o José Diez Canseco manda a imprimir “Duque”, pasando por libros más cercanos como “Pantaleón y las visitadoras” y “La tía Julia y el escribidor” de Vargas Llosa o las novelas de Bryce y los textos de Luis Freire Sarria, siempre ha habido, aunque sea de manera intermitente, algún autor nacional que nos ha dejado algo para la sonrisa. En las últimas generaciones, sin embargo, cada vez ha sido más difícil encontrar quienes se consagren a despertar la hilaridad de sus lectores sin descuidar el factor cualitativo de sus propuestas. No es tiempo para bromas, parece ser la consigna. Afortunadamente, no todos están de acuerdo con esa directiva.
Hace pocos días, un tímido y amable hombre tocó mi puerta para regalarme el primer libro que se había atrevido a entregar a la imprenta. El sujeto en cuestión se llama Gianni Alfredo Biffi (Lima, 1977) y el volumen se titula, con irreverencia e ingenio, “Su póliza no cubre esta eventualidad, Sr. Samsa”. Se trata de un conjunto de nueve cuentos trabajados con inteligencia, lucidez y cruel autoironía. Sus influencias son muy evidentes, eso sí: en primer, segundo y tercer lugar, Woody Allen. Las composiciones de Biffi recuerdan muchísimo a las del cineasta neoyorquino. La mayoría, más que cuentos propiamente dichos, son pequeños ensayos que deshilachan asuntos cotidianos con socarrona erudición, menciones a la cultura popular y una incorregible tendencia al absurdo; todo esto, signado por reflexiones existenciales, un minucioso catálogo de sus inseguridades y carencias y, sobre todo, un humor negro que no toma prisioneros. Ni siquiera el autor, que al final de cada batalla se da él mismo su respectivo tiro de gracia.
Quizá uno de los mayores méritos de Biffi sea que el uso de las numerosas referencias librescas o cultas de su libro casi nunca suenan gratuitas o impostadas. No son una simple insignia con la que se pavonea a lo largo de sus relatos, sino puntos de apoyo bien maniobrados que complejizan la problemática de sus cuentos y la consistencia de sus personajes. Otra huella palmaria y beneficiosa es la de Ribeyro, de quien Biffi ha aprendido cómo estipular los pasos con los que sus actores echan a andar los mecanismos de su propia perdición, como ocurre en “Autorretrato” o “Dedicatoria”.
Pero los mejores textos de “Su póliza no cubre…” son aquellos en los que el humor esconde una acerada crítica a las costumbres y desviaciones de la clase media acomodada dentro de la que el autor se debate. “El diablo se viste de Graña”, por ejemplo, es una divertidísima e inspirada invectiva contra la tendencia a la uniformización que padece nuestra clase media, tanto en los ropajes con los que se cubre como el habla “empaquetada, insustancial, repleta de tópicos” con la que se comunica. Igual de punzante es “¿Quién va para nazi?”, todo un homenaje a Philip Roth que repasa la estela de los fantasmas del Holocausto y el miedo a un pasado espeluznante que puede regresar en cualquier momento con un sarcasmo que, a pesar del delicado tema que trata, nunca queda fuera de lugar. Y aunque algunos cuentos como “Robándole una idea a Arkadi Averchenko” pecan de alambicados, este primer intento de Gianni Alfredo Biffi sale adelante por su frescura, perspicacia y solvencia narrativa. Le falta nada más afinar su verdadera voz; cuando eso ocurra, cualquier sorpresa será posible. Mientras tanto, sigamos riendo.
AL DETALLE:Puntuación: 3 1/2 de 5 estrellasAutor: Gianni Alfredo Biffi. Editorial: Vivirsinenterarse. Año: 2018. Páginas: 110. Relación con el autor: ninguna.