Dicen que no se puede saber cómo escribir novelas; solo se puede saber cómo escribir una novela en específico, la que el escritor tiene en sus dedos cada vez que teclea. Cada novela es un animal diferente, cada novelista un domador que somete a las palabras. A veces afortunados, otras precarizados, pero siempre con la voluntad de contar sus historias.
“Cada persona es totalmente diferente y nuestras diferencias justamente es lo que nos da la particularidad de ver el mundo de manera distinta. Nadie ve el mundo igual”, cuenta a este diario Ricardo Rodríguez (Lima, 1993), autor de “Me tragué la vida entera” (Caja Negra, 2023). Él es uno de tres novelistas debutantes que lanzan sus obras en marco de la Feria Internacional del Libro de Lima.
Mientras Rodríguez escribe en el registro de la novela intimista, también está quien usa la fantasía para explorar lados del ser humano donde el realismo no basta. Es el caso de Luana Mitre, quien bajo el nombre artístico de L.M. Bracklow (Lima, 1996) lanzó “Las islas de Iros” (2023, Maquinaciones Narrativas), donde tres adolescentes se embarcan en una aventura en un mundo en guerra, con magia.
“Antes de publicarlo tuve como 10 personas que la leyeron antes, me dieron sus críticas y la mayoría fueron súper positivas. Obviamente a nadie nunca le va a gustar todo lo que haces y había una que otras crítica negativa, pero fueron cosas mínimas, más del gusto del lector que sobre mi propio trabajo”, describe la autora como parte del proceso. Finalmente hablamos con Bruno Rivas (Callao, 1981), experiodista de esta casa y autor de “El homónimo” (Mediática, 2023), historia donde reflexiona sobre el periodismo y uno de los temas que lo apasiona desde siempre: la existencia de los dobles, personas idénticas a otras en todos los aspectos.
El Comercio juntó a los tres autores para conversar sobre la experiencia de lanzar su primera novela. Una tarea titánica, incluso para los autores consagrados, y que solo requiere que la persona se siente frente a la computadora, o frente a su cuaderno, y suelte todo lo que lleva dentro. E incluso lo que no tiene. Aquí, la conversación:
El Comercio: La mayoría de novelistas no se pueden dedicar solo a escribir novelas, necesitan vivir de algo. ¿Qué hacen ustedes por la vida actualmente además de escribir?
Luana Mitre: Yo voy a empezar a trabajar con mi papá en una fábrica que tiene de textiles y eso es lo que me va a poder, por ahora, mantener. Porque vivir de la escritura es algo un poco complicado, pero uno nunca sabe lo que puede pasar en el futuro.
Bruno Rivas: Soy periodista, pero más me dedico a la docencia universitaria. Soy un escritor frustrado, de adolescente quería dedicarme la escritura, pero la ‘clásica’ que escuchas es “¿de qué vas a vivir?” Pensé que el periodismo puede ser el camino para escribir y tener un sustento.
Ricardo Rodríguez: En la universidad tenía cachuelos, hacía eventos de discotecas con amigos, a veces he perdido y ganado. Tengo el privilegio que mi familia tenga una empresa, he podido trabajar con ellos y he tenido un sueldo mucho más que digno. También siempre me ha gustado el conocimiento.
EC: ¿Cómo surgieron sus novelas?
BR: La historia la escribí hace más de 20 años, era un cuento que escribí en Estudios Generales de Letras en la Católica, pero se ha alimentado de una gran cantidad de experiencias que he vivido en el mundo del periodismo y me ha llevado a crear un alter ego. La historia es ficticia totalmente, pero parte bastante de mis experiencias.
LM: Yo recién empecé a escribir desde los 22 años, la idea me vino cuando estaba viendo tres animes diferentes y de ahí me puse a pensar qué pasaría si junto estos tres y lo hago como para niños. Así nació “Las islas de Iros”, que me tomó como seis meses en terminar el primer borrador y un año más para publicarlo.
RR: En mi caso fue algo un poco duro, me da un poco de vergüenza decirlo. En el 2020 ya no había excusas para no escribir, estábamos encerrados, y yo estaba con cosas un poco negativas que se hacen en la mente, me dio una crisis. Por ahí cometí muchos excesos y abusos, quizás mucha noche. No creo que llegué a tocar fondo, pero quería contar las cosas que había visto.
EC: Ustedes han sacado sus libros por editoriales independientes, no necesariamente grandes, y quería consultarles cómo ha sido la elección del editorial.
LM: En mi caso con Maquinaciones Narrativas, el director es amigo de mi familia. Por eso me pude conectar con él. Me pareció igual una oportunidad increíble, por más que haya sido una editorial independiente. Dije “es ahora o nunca”.
BR: Terminé la novela el año pasado. Empecé tocando la puerta de las editoriales grandes, pero para un escritor debutante ―tengo más de 40 años― no es tan fácil que una editorial grande te acepte. Pasé por las independientes y llegué a Estación La Cultura, que me ofreció un muy buen contrato y desde allí se pasó por proceso de edición, una experiencia muy bonita que hizo crecer a la novela.
RR: La terminé en 2021. Yo no tenía ningún contacto del mundo editorial, me puse a buscar por mi cuenta por internet, haciendo llamadas, visitando lugares. Yo en forma inocente mandé correos a editoriales grandes que obviamente no contestaron. Encontré una editorial que me respondió rápido, Caja Negra, y llegamos a un acuerdo. Ellos se encargaron de la edición y van a encargarse también de la promoción; entonces por ahí siento algo de respaldo, pero no han tocado aspectos de la escritura.
EC: Bruno, tú has tratado con un editor, tú también, Ricardo. ¿Y en tu caso, Luana?
LM: Sí, porque originalmente escribí el libro en inglés. Entonces tuve una editora que editó todo en inglés, me ayudó y corrigió todo y una vez que lo traduje al español, ya estaba todo como hecho [el libro se publicó originalmente en inglés, para EE.UU, a inicios de año]. Igual Maquinaciones Narrativas le dio una chequeada.
EC: Ahora hay tantas novelas que salen de Wattpad, personas que lanzan su novela directamente al mundo y no tienen un editor. ¿Qué tan relevante les ha parecido el rol del editor?
BR: Ha sido importantísimo para que la novela crezca. Yo era consciente que la novela a mí me gustaba, pero que no necesariamente tenía que gustarle al público. Ha sido también un trato de mucho respeto. Varias semanas nos reuníamos los lunes y él leía en voz alta la novela y me decía qué se podía cambiar; a la mayor parte de los pedidos di la razón. Me cuentan que otros editores solo tachan, ha sido escuchar mi novela en la voz de otra persona.
RR: Contraté los servicios de un coaching literario, una sesión por mes. Ahí conversábamos y reflexionábamos de mis avances. Si bien no tocaba temas de la escritura, si te daba una suerte de norte, por dónde ir, y no hablar de temas demasiado aleatorios y alejados, sino darle un mismo universo al personaje.
EC: ¿Ha sido tu experiencia así, Luana? Te lo pregunto porque el camino de tu novela fue bien distinto. ¿Tuviste un editor con esta clase de involucramiento?
LM: Sí, pero también súper respetuoso. Tuve la suerte de trabajar con una señora, mi editora de Estados Unidos, que le tenía mucha fe al proyecto y que le gustó mucho desde el principio, entonces todo su criticismo era muy positivo y todas las ideas que ella tenía para mejorar el libro las acepté porque en verdad iba a mejorar mucho la historia. Gracias a ella el libro quedó no perfecto, pero sí mucho mejor de lo que estaba.
EC: Están los editores, pero también los lectores ideales. ¿Han tenido problemas para encontrar al lector ideal, alguien que les pueda decir claramente ‘esto está muy mal, no lo hagas por favor’?
BR: Antes de llegar al editor se lo pasé a los amigos, familiares. Creo que el lector ideal es el que te dice finalmente qué cosas no le gustan, qué hay que mejorar. Tengo un buen amigo que tiene una página de críticas y él fue bien duro, me hizo pisar tierra.
LM: Antes de publicarlo tuve como 10 personas que la leyeron antes, me dieron sus críticas y la mayoría fueron súper positivas. Obviamente a nadie nunca le va a gustar todo lo que haces y había una que otras crítica negativas, pero cosas mínimas, más del gusto del lector que mi propio trabajo. También estuvo la familia.
EC: Escribir un libro requiere tiempo, pero también cuesta maquetarlo, el diseño de la portada, la publicidad. ¿Cómo describirían este proceso que no es literario?
LM: Un poco abrumador, pero al mismo tiempo es algo que me apasiona. Cuando llega a ser algo muy difícil, igual tengo la historia (la novela) que me motiva a seguir adelante. Pero no ha sido nada fácil el proceso de todo, pero lo pude manejar por el apoyo familiar.
BR: Yo tengo la suerte de venir el periodismo, que con sus diferencias te prepara un poco para lo que viene después. Este caso fue más bonito porque es algo mío. Por ejemplo la portada es una idea propuesta por mí que no se compara a lo que salió finalmente, pero que se transformó en algo mucho mejor.
EC: Javier Cercas dijo que la novela es la manera de responder una pregunta compleja de la manera más compleja posible. ¿Qué pregunta responden ustedes con sus novelas?
RR: Creí que iba a tener más respuestas, pero he terminado con más dudas. He terminado relativizándolo todo. Digamos que los relatos que escribía, de alguna forma me hacían comprender algunas cosas de mi condición humana.
BR: Una de las grandes preguntas que se buscan responder en esta novela es sobre los procesos de transformación. No tanto personales como de la profesión (periodística). También hay una reflexión sobre hacia dónde va nuestra personalidad, hacia dónde va el periodismo.
LM: Hay muchas preguntas y respuestas sobre la identidad, sobre todo de cada personaje porque yo creo que en el caso de mis personajes ellos se van volviendo su propia persona a raíz de las decisiones que toman. Entonces, a través de ese proceso, aprendí mucho de mí misma. Preguntas y respuestas que no estaba segura sobre mí. He aprendido bastante en la escritura y con mis personajes, he llegado a conclusiones que no habría alcanzado sin escribir el libro.
EC: ¿Cómo se sienten con esta novela, considerando todo lo que otros escritores, en el pasado, han escrito en sus respectivos géneros?
LM: Para mí hay bastante presión, porque hay libros que son enormes, como “Harry Potter” o “Percy Jackson”, que son del mismo género, y a veces siento que debo cumplir esas expectativas. Siempre queda eso, no sé si voy a poder llenar los zapatos de los escritores que estuvieron antes de mí. Es un poco complicado, pero al mismo tiempo le tengo mucha fe al proyecto y estoy segura que a un montón de gente le va a gustar a pesar no ser tan grande como esas otras historias. Soy feliz con lo que he hecho hasta ahora.
BR: Creo que todo literato trabaja en base a sus a sus obsesiones y una de mis grandes obsesiones ha sido el tema del doble. Probablemente todos hayamos leído “Doblaje de “Julio Ramón Ribeyro, con este patita que vive en las antípodas. No sé si estaré a la altura de Ribeyro, de Cercas o Saramago, que han trabajado textos, pero sí me gustaría que pueda entrar dentro del canon de trabajar con el nombre propio y trabajar también con la idea del doble.
EC: ¿Qué historias debería contar la novela de hoy?
BR: Estamos en otra época. Si uno piensa pues en las grandes novelas clásicas, en Dostoievsky y Víctor Hugo, había esa idea de hablar desde la sociedad, reconstruirla y plantear los grandes dilemas. Creo que estamos en la época del “yo”. Y no es casualidad que muchas novelas, incluso las más exitosas del Perú, sean novelas que trabajen con la pregunta por la identidad. Pero esa es una literatura, porque hay muchas literaturas. Por ejemplo, me parece muy interesante esta idea la fantasía. Yo creo que hay literatura para todo.
LM: Hoy en día hay un público para todo, pero yo sí creo que es importante que en la mayoría de historias, por lo menos siempre haya un aprendizaje o alguna moraleja bonita, algo que te deje un feeling. Cuando cierras un libro siempre es bonito tener la sensación de que has aprendido algo, o que sea una historia que se quede contigo.
RR: En la actualidad, con toda la inmediatez que hay, creo que no deberíamos ser tan pretenciosos en dar lecturas muy complejas. Si el autor tiene la posibilidad de publicar, que publique algo que sea cercano, incluso hasta palomilla, porque creo que de esa forma vas a poder conectar más más rápido [con el lector]. Creo que es importante no ver la literatura como algo serio, sino aprender a leer por placer.
EC: ¿Qué esperan de esta vida de novelista?
LM: Me gustaría poder vivir de la escritura. Sería feliz escribiendo todos los días por el resto de mi vida. Pero obviamente [quisiera] tener un público, quienes quieran leer tus historias, tener un fanbase fiel, y simplemente saber que hay personas que van a leer lo que sea que tú escribas. Yo en verdad soy feliz escribiendo y no podría pedir nada más.
BR: No sé si todavía pueda hablar de vida de novelista porque me he demorado varios años en sacar esta primera novela, pero sí me gustaría seguir. Tengo en la cabeza un argumento para una siguiente novela. El gran el gran compromiso de un de un novelista debutante es no quedarse en una sola novela. Creo que a partir de la segunda novela ya te podría responder esa pregunta. Mi expectativa es seguir publicando y, de ahí, lo que venga.
RR: Espero que me lean y que mi vida no cambie mucho. Conservar mis placeres de siempre, mis amigos y a la gente que me quiere.
Del 21 de julio al 6 de agosto. Parque Próceres de la Independencia de Jesús María. Entradas en boletería y Teleticket.
Puedes encontrar "Las islas de Iros" de L.M. Bracklow en el stand 13.
"El homónimo" de Bruno Rivas está en el stand 27.
"Me tragué la vida entera" de Ricardo Rodríguez está en el stand 18.
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