Carlos Calderón Fajardo (Juliaca, 1946-Lima, 2015) no quería que lo consideraran un escritor de culto. Sin embargo, su circunstancia cumplía con los condicionantes de ese concepto: era un autor que sus colegas valoraban, pero escasamente conocido por la mayoría de lectores; por otro lado, su obra respondía a intereses periféricos, distintos a los establecidos por el canon. Solo en los últimos años de su vida comenzaron a rescatarse algunos de los títulos que había publicado dos o tres décadas atrás, como ocurrió con “La conciencia del límite último” (1990), una de las más notables novelas policiales aparecidas en nuestro país, donde exploró a fondo y con maestría una de sus caras obsesiones: los porosos y engañosos límites que separan la realidad de la ficción.
La muerte sorprendió a Calderón Fajardo en un periodo de efervescente creatividad, con libros ya terminados y disímiles proyectos en agraz. “Los zapatos de Bianciotti” es el primer volumen póstumo que se ha seleccionado entre aquellos que dejó listos en su escritorio. Se trata de un conjunto de cincuenta microrrelatos que son a la vez un lúdico y siniestro recuento de todos los motivos, acontecimientos y obsesiones que marcaron la carrera del autor.
Uno de los temas preponderantes en estos brevísimos textos es la frustración y la derrota literaria. Directa o metafóricamente, ilustran situaciones en las que la obra maestra o el reconocimiento artístico son inasibles quimeras con que sus personajes fantasean o se torturan infructuosamente. Es el caso de “El síndrome de Bram Stoker”, en el que las reseñas negativas de un crítico literario son alegorizadas como estacas que horadan el pecho del narrador; o “Personaje de novela”, amarga reflexión de un ente imaginario que se pregunta si lo que le espera es el olvido o la lucidez de un lector que “descubrirá la oculta grandeza de mi oscura profundidad”. Más risueño es “La pesadilla del Nobel”, viñeta onírica acerca de un escriba que, al ser poseído por el espíritu de Sartre, rechaza el galardón sueco contra su voluntad. No puedo soslayar “Los impostores” pequeña joya sobre un escritor que hace de su derrota una profecía autocumplida.
El libro está, además, repleto de guiños y referencias a las novelas y sagas más representativas de Calderón Fajardo. “Cuento casi policial” remite claramente a “La conciencia del límite último”, mientras que “La quinta sorpresa” se emparenta con la ambiciosa “La segunda visita de William Burroughs”. Pero la mayor correspondencia con sus principales títulos es la fijación por lo fantástico, las transformaciones sobrenaturales y las atmósferas misteriosas y místicas que generan parte de los mejores textos aquí presentados, como el escueto y tribal “El escogido”, el brutal “Astralicus” o los extraños y sinuosos “El buitre”, “Lugar donde duermes” o “Un perro dentro del olvido”.
“Los zapatos de Bianciotti” contiene varias piezas antológicas, pero también incluye otras en que lo propuesto no se cumple o se plasma a medias. “Qué me esperaba en la dirección que no tomé”, por ejemplo, peca de explicativo: no era necesaria la apostilla final que rompe el hechizo difuminado de las reflexiones previas. Algo similar sucede con “Compra y venta de humo”, relato en el que el golpe final pierde parte de su carga irónica por la falta de concisión en el desarrollo de la trama, predecible antes de tocar su final. Pero más allá de esos textos puntuales, este libro constituye un aporte relevante tanto para la obra de Carlos Calderón Fajardo como para el microcuento peruano, género en el que hay todavía muchísimo que hacer.
DATOCalificación: 3,5/5Autor: Carlos Calderón Fajardo.Editorial: Narrar.Año: 2019.Páginas: 108.Relación con el autor: ninguna.