Después de agotar las entradas en apenas unas cuantas horas, era previsible que el concierto de Louis Tomlinson en Lima fuera un loquerío. Desde días antes de su llegada al Perú ya había contingentes de fans haciéndole guardia: uno en los exteriores de su hotel en Miraflores, donde el artista se asomó un par de veces para saludar; otro en los exteriores del Arena Perú Explanada, en el Jockey Plaza, acampando para poder ganar los mejores sitios durante el show del miércoles por la noche.
El frenesí, por supuesto, provocó de todo. Y por eso revisamos lo bueno, lo malo y lo feo de un show que excedió a la mera performance del cantante. Empecemos por lo no tan agradable:
Lo feo
Sí, hubo desmayos y descompensaciones de varias fanáticas (hubo hombres también, pero las mujeres fueron clara mayoría en el show). Pese a que el Arena Perú tenía espacio suficiente para albergar a todas las espectadoras con boleto, muchas de ellas se dejaron llevar por la algarabía y se apretaron contra la valla de protección. La aglomeración motivó que varios agentes de seguridad tuvieran que sacar en brazos a las afectadas –la mayoría de ellas muchachitas muy jóvenes– y llevarlas hasta las zonas de asistencia médica.
En dichas carpas se vieron rostros pálidos, cuerpos desvaídos, y caras de preocupación de acompañantes. Por suerte nada pasó a mayores. Los bomberos cumplieron con su tarea, los VIP trataron de ordenar a la multitud, se lanzaron botellas de agua entre el público para compensar la extenuación, y el concierto pudo continuar.
Lo malo
Fanáticas y fanáticos lo negarán y seguro reclamarán, pero hay que decirlo: Louis Tomlinson no es ni el mejor ‘showman’ ni el mejor cantante de su generación. Para poner un ejemplo: la coincidencia quiso que el músico británico llegara a Lima pocos días después de que su excolega Harry Styles, otro de los miembros de la recordada ‘boy band’ One Direction, lanzará su nuevo álbum de estudio, “Harry’s House”.
Y las comparaciones, aunque odiosas, hablan por sí solas: mientras Styles parece consolidado con un estilo propio y una búsqueda de sonidos innovadores, lo de Tomlinson –con su primer y único disco, “Walls”– luce más bien estancado en los convencionalismos de un pop inerte. Repito: sus incondicionales podrán decir lo contrario (y eso se entiende y se respeta); pero para alguien como el que firma, carente de entusiasmo fanático por el músico en cuestión, lo de Tomlinson es bastante discreto, por decir lo menos.
Sobre el escenario tampoco hubo mucho por destacar: salvo los golpes de efecto de unas buenas pantallas, poderosa iluminación y algo de pirotecnia, Tomlinson se limitó a cumplir con su ‘setlist’, ir de un lado al otro del escenario, y lanzar a la audiencia palabras de amor y agradecimiento, como sacadas de un guion repetido concierto a concierto. Poco ingenio y personalización, valgan verdades.
Lo bueno
Aquí hay algo irrefutable: lo mejor del concierto de Louis Tomlinson fue la fanaticada de Louis Tomlinson. Nada más emotivo que ver a miles de jóvenes disfrutando genuinamente del artista al que admiran. Nada más llamativo que su creatividad para diseñar pancartas, banderolas, y hasta figuras de cartón que le dieron un colorido especial al show. Nada más conmovedor que chicas entregadas a la música, pese a la falta de aire o a la lejanía del escenario.
A la velada le sobraron situaciones muy particulares. Por ejemplo, luego de cantar “Walls”, Tomlinson se retiró del escenario como una pausa antes de sus últimas dos canciones. Y en la tribuna del fondo los ánimos no menguaban ni por asomo: las chicas comenzaron a cantar espontáneamente cumbias como “Motor y motivo” y “Cariñito”, en un cruce de géneros musicales tan insólito como divertido.
También llamó la atención el gran número de banderas arcoíris en reivindicación de la comunidad LGTB –coincidentemente con el inicio de junio, mes del orgullo–. Que una manifestación de esa naturaleza se dé en un grupo cuyo promedio de edad no debía pasar de los 25 años también habla de una mejor generación que la nuestra y que todas las anteriores, aunque los ‘boomers’ se empecinen en refutarlo. Una más consciente, respetuosa y tolerante. Y hay mucho que aprender de ella.
Las luces de los celulares oscilando en perfecta coreografía, los gritos que por ratos opacaban la voz del cantante, y los saltos desaforados especialmente en temas como “We Made It”, “Drag Me Down”, “Through the Dark” y “Kill My Mind” justificaron un concierto en el que lo mejor fue su gente. Como decía una curiosa pancarta que una fanática llevó al hotel: “Gringos don’t deserve you. Peru does”. Bueno, quizá sea Tomlinson quien deba agradecer tener seguidoras así. Si realmente se las merece, podríamos ponerlo en discusión. Palmas para ellas (y ellos).
SETLIST
1. We Made It
2. Drag Me Down
3. Don't Let It Break Your Heart
4. Two of Us
5. Always You
6. Too Young
7. Change
8. 7
9. Fearless
10. Only the Brave
11. Habit
12. Copy of a Copy of a Copy
13. Defenceless
14. Beautiful War
15. Little Black Dress
16. Walls
17. Through the Dark
18. Kill My Mind
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