El traje blanco es para ocultar el alma negra. A sus 72 años, Iván Cruz se jacta de que lleva limpio 18. Es el sobreviviente de una larga vida en sombras: alcohol, drogas y otros vicios que, según confesión propia, no quiere ni pronunciar. “Yo me estaba revolcando en el estiércol”, dice el bolerista, escatológico. “Vivía en las tinieblas”, agrega místico. “Y, como sabes, el rey de las tinieblas es Satanás”.
Hoy, con un dije sobre la camisa roja que dice “Cristo Jesús”, el cantante rememora cómo el nuevo siglo trajo un nuevo hombre. “Hasta ahora me acuerdo de la fecha: 8 de enero del año 2000. Ese día le pedí a Dios de rodillas que me recogiera, pero él me salvó”.
Desde este 26 de abril y durante seis meses, el cristiano evangélico Iván Cruz se presentará todos los jueves en el Centro de Convenciones Bolívar, en Pueblo Libre. No ha emprendido una temporada tan larga en Lima desde el fenecido Festival del Bolero de los años 80, cuando compartía escenarios con Lucho Barrios, Pedrito Otiniano, y otros boleristas de copa rota y corazón hecho esquirlas.
Su ritmo de vida también ha cambiado. Si antes las seis de la mañana era un aviso para seguir humedeciendo la garganta, hoy es la hora sagrada para comenzar el día. Porque Cruz no sale de la cama sin antes elevar una oración al cielo. Y entona su rezo con la misma pasión con la que sigue cantando temas como “Mozo, deme otra copa”, “Vagabundo soy” o “Me dices que te vas”. “¿Quieres sanidad? Vive en santidad”, repite como un mantra.
Pero hasta un rey del drama como él matiza su aroma a santidad. “Sería un mentiroso si te dijera que no me tomo una cervecita de vez en cuando, cada vez que me como un cebiche –admite–. Pero cuando he tomado algunos tragos y me he pasado, me he sentido mal. He tenido que pedirle perdón a mi Señor”.
UNA RONDA MÁS
¿De qué equipo eres?
Del Boys, por supuesto, como buen chalaco.
¿Te han dicho que tienes el look de Mick Jagger?
Claro, además yo soy de la época del rock and roll. Esa es mi música.
¿Qué te parece el reguetón?
No voy con eso. No soy quién para juzgar a nadie, pero son letras que se salen del cuadro de lo decente. Los boleros que hacíamos tenían mensajes amorosos. Lo de ahora me suena a nada. O me suena vacío.
Iván Cruz vuelve una y otra vez a recordar su pasado más oscuro. Esta vez lo hace al ser preguntado sobre si pediría una pensión de gracia.
“Es bastante complejo hablar de ese tema. Mira, hermano, yo he ganado muy buena plata, entonces debí haber guardado pan para mayo, para tener mi dinero en los momentos difíciles, en mi ancianidad. Y en esa condición han estado varios artistas. Pero, como se dice vulgarmente, nos tiramos la plata. Y el Estado no tiene por qué pagar la irresponsabilidad de esos artistas que ganamos bien y ahora estamos dando pena”.
Aun así, Cruz todavía ve lejos los tiempos del retiro. Dice que quiere cantar hasta que la vida no le dé. “Mi sueño es morir cantando –manifiesta, al tiempo que empieza a gesticular con desbordante histrionismo–. Que mi cuerpo caiga sobre el escenario, rodeado de mi público, y que el Señor baje a recoger mi espíritu. Qué lindo sería eso”.
Y mientras se alista para la seguidilla de presentaciones, insiste en sus planes, aunque no sepa bien cómo irá a convertir su fantasía en realidad. “Yo tengo un edificio de siete pisos en la avenida Colonial, en el Callao. Lo voy a vender y con ese dinero compraré un terreno en el Centro de Lima. Allí voy a construir el Teatro del Artista Peruano, con su Salón de la Fama donde estarán los bustos de Lucha Reyes, de Arturo ‘Zambo’ Cavero, y en medio de ellos, el busto de Iván Cruz”.
Mira al cielo, hace un gesto apoteósico con las dos manos, y pide dos piscos para cerrar la entrevista. Reniega porque esta vez no hay mozo que lo atienda.
MÁS INFORMACIÓN:
CENTRO DE CONVENCIONES BOLÍVARCalle Antonio Polo 756, Pueblo Libre. A partir de hoy, todos los jueves, desde las 7 p.m. Entradas en Teleticket y en el mismo local.