1986 fue un año terrible para el Perú. En una atmósfera infestada de apagones y coches bomba, 124 reclusos fueron abatidos en Lurigancho y 170 en El Frontón. En ese contexto, el ciudadano Juan Manuel Gonzáles (Madrid, 1952) lanzó un LP desconcertante: no solo era una amalgama del jubiloso new wave ochentero mezclado con jazz, blues, chicha y percusión afroperuana; también sumaba las voces de Charly García, Daniel Melingo, Miguel Abuelo y Andrés Calamaro, cosa más propia en un disco de homenaje que en el debut de un desconocido. Tres décadas y media después es reeditado en Alemania por A Tutiplén Records en un vinilo de 180 g con funda polivinílica y antiestática. Se rescata también la lírica, cruda y directa, autocensurada en el inserto original editado por la argentina Interdisc y CBS del Perú.
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“Este disco empezó en el 84 cuando Tania Libertad me invita al “Festival de la Nueva Canción” en Quito donde las estrellas eran Silvio Rodríguez y Mercedes Sosa, que estaba de gira con León Gieco. Entonces entendí que se podían hacer canciones con contenido político, ya no en folclore sino en rock. Y el primer tema que compuse cuando volví al Perú fue “¿Dónde están?”. De ahí sale ese ‘sus papeles jovencito / muéstreme el otro bolsillo’ (canta una estrofa). Así empezó este asunto.
“¿Dónde están?” aborda la inclemencia de esos días: Uchuraccay, desaparecidos, narcotraficantes, torturadores, etc. Tiene además un teclado que simula una ametralladora.
Lo compuse apenas llegué de Ecuador. Efectivamente, habla de Uchuraccay. Entonces me empezaron a llamar para animar mítines de los partidos de izquierda, no porque era militante sino porque todo lo que decía era lo que ellos proclamaban. Tocaba en eventos del vaso de leche, con Barrantes y la Izquierda Unida. Así fueron mis comienzos. Toqué en el aniversario del PUM en la plaza Dos de Mayo. Llegaban las madres de los conos, todo estaba rodeado de tanquetas. Nunca había estado en cosas así, se me ponía la carne de gallina.
“Dímelo, dímelo” fustiga duramente el consumismo. Fue tu primer single, además, editado inicialmente en un disco de 45 por CBS del Perú (1985).
Yo ya tenía los acordes, pero la canción aparece a comienzos del 85 cuando Eduardo Lores me invita a su programa “Luces de la Ciudad”. Entonces lo grabé por la tarde, lo mezclé y nos fuimos al programa, que salía a las 8 de la noche. Éramos un trío, si contamos la caja de ritmos.
“Puedes ser tú”, que originalmente se iba a llamar “Por la selva”, es una alegoría a la vida en la jungla de asfalto: fieras, prestigios, elitismo, marginación, argollas. Pero también habla de temas altamente sensibles ahora mismo, como el terrorismo de estado, una lírica impensable inclusive hoy (se acaba de despedir a un ministro por decir eso).
Esta canción salió en un ensayo. Ensayábamos todo el tiempo. Eduardo [Freyre] empezó con ese bajo potente, entra la guitarra y la letra empezó a salir casi de manera natural. Después lo completé. Por eso compartimos la autoría.
“Peligro”, también de Freyre, es otro tema 100% político: inflación, hambre, apagones, bombas, muertos. ¿Cómo reclutas a Charly García?
Sí, letra y música son de Eduardo, que se sabía de memoria todos los temas de Charly. Y cuando yo estaba en Argentina con Charly en el estudio, me dice ‘qué querés que te haga en el disco’. Y yo me sentí…, no sé. Digamos que no quería subirme al éxito de Charly. Entonces le digo ‘hagamos una cosa, mira: Eduardo es fanático tuyo, por qué no hacemos el coro en ‘Peligro’, que es su tema, Eduardo y se lo llevo de sorpresa, va a quedar encantado’. Es por eso que Charly hace el coro: “Peligro no se acerquen / hay orden de disparar”.
¿”Brian Meno” es un panalivio? ¿Cuánto de El Carmen hay en este tema y cómo gravitaría en tus discos posteriores?
Está basado en el panalivio, tiene las campanillas, pero más en el zapateo que conocí en El Carmen desde el año 78. Y es muy curioso porque fue completamente grabado en pistas, con gente tocando en vivo, no hay nada de electrónica. Asumo que había un metrónomo, pero eso es lo único. Y hasta ahora hay gente que dice que es un tema de música electrónica, pero no. Ahora, creo que me gusta la electrónica porque es la misma estética, uno puede hacer algo libre y etéreo. Y esto es del año 85, es super antiguo, mucha gente que ahora hace electrónica no había nacido. Y allí está el concepto: hay dos tonalidades sol que están tan emparentadas que parece una sola, es politonal. A ese zapateo se me ocurrió pasarlo por un flanger. Por eso parece todo electrónico, pero es completamente análogo: Meno [Filomeno Ballumbrosio] zapatea con el metrónomo, yo hago las tres guitarras, ambos tocamos las sonajas y Eduardo toca el bajo. La armónica toca el do y el fa sostenido, que lo convierte en tonalidad de sol. El resto lo toco yo en la tonalidad dedo. Por eso es tan etéreo. Hay una nota de fa sostenido que no pertenece al do sino al sol, entonces abre todo el espectro armónico.
El lado B arranca con ese curioso “Jingle Coca Sola”. ¿De dónde salió? ¿Cantan Calamaro y Melingo?
Es cuando Calamaro y Melingo se quedaron una semana en mi casa. Yo les dejaba el estudio por las noches, ellos grababan y tal. Un día les digo estoy haciendo este jingle y Calamaro me dice déjame hacer mi versión. Entonces entra y lee un sticker que estaba pegado en mi guitarra, me lo había regalado el grupo AZ de Tacna y decía ‘tome Coca Sola’. Lo vio y salió el coro.
¿”Ya no aguanto” es una canción de desamor o esa desincronización y quema de fusibles tiene que ver con otro tipo de circuitos?
Bueno, en esos días yo escuchaba mucho a los grupos de ‘la movida española: Los Secretos, Alaska, Danza Invisible y otros que ya no me acuerdo. Entonces escuché una canción de los Ilegales, ellos tenían un tema muy parecido al mío que decía: ‘Soy un macarra / soy un hortera / voy a toda hostia por la carretera’. Por eso decidí que “Ya no aguanto” termine de esa manera.
“Fatiga” parece un break dance con cajón. Y cantan Calamaro y Miguel Abuelo.
Yo suelo hacer música para comerciales. Ocurre que un día viene Tavo Castillo [tecladista de Frágil] a grabar unos jingles para Panamericana. Habíamos hecho uno que era parecido a esos temas con los que Herbie Hancock ganaba los Grammys en la época del breakdance. Tum, tum, tum. Medio funk, medio break. Entonces “Fatiga” adquiere ese sonido robótico que trataba de simular un vocoder [codificador de voz], cuando yo lo único que tenía era una guitarra. De allí salió de este comercial que grabe con Tavo y quedó la batería, que es una copia de Herbie Hancock. Yo robo un montón, pero siempre digo de dónde robo. Lo cual quiere decir que soy un ladrón honesto. El coro lo hace Miguel Abuelo, que también vino al estudio e Buenos Aires y me prestó su amplificador Gallien Krueger RB700. Yo creo que él no se llevaba bien con Charly. La anécdota era que una vez se iban a agarrar a golpes y se le caen los lentes a Charly, que sin lentes no ve nada. Se salvó el Abuelo porque Charly es el doble de alto y fuerte. Bueno, me contaban esa historia en Buenos Aires. Lo cierto es que Miguel canta el coro y los teclados los hace Calamaro con el DX7. Tiene acordes de jazz, tiene campanitas y cosas así.
“Cuidado, cuidado” parece una prolongación de “Dímelo dímelo”. ¿Cómo lo ves ahora?
Se podría decir que tiene la misma forma de “Dímelo dímelo”, pero es más parecido a Lola. Tiene esa parte de ska y esa parte cantada que es la misma del panalivio, que en El Carmen le llaman lamento. En el Carmen el panalivio es la danza del zapateo. Lo cierto es que este tema contiene el mismo panalivio de “A la molina no voy más”. Es el ritmo. Y sí, es pariente de “Dímelo” y su otro pariente es “Lola”, familia de puros famosos por aquí.
11: «Chapi García» es un tema emblemático por muchas razones. Pero me gustaría que nos explicaras cómo se te ocurre esta chicha. ¿Cómo reúnes a Calamaro, Charly y Melingo? ¿Cómo concibes esa voz en off que narra un país en franco proceso de demolición? Y lo más alucinante: ¿cómo se te ocurre una letra tan impúdica para algunos, tan estimulante para otros y tan subversiva para todos?
Era un trabajo que me había encomendado una ONG que se llamaba Instituto Nacional de Salud Popular (INSAP). Hacían campañas básicamente en Ate Vitarte promoviendo el vaso de leche, contra la diarrea, cosas así. Estaba la locución y yo le hacia la música de abajo. Y como era un montón de rato y pasaban slides, la gente miraba los slides porque no había power point. Había video, claro, pero era carísimo. Entonces esta era una de las músicas que yo hacía y todo el tiempo cambiaba de género, porque no eran 40 minutos con un solo tema. En una de esas se me ocurrió la chicha. Estando de Buenos Aires ya tenía la estructura. Todo el tiempo estaba la locución y estaban las guitarras. Y se me ocurrió hacer el coro con Charly, Calamaro y Melingo, me lo inventé allí en el estudio. Hicimos el coro y, a la hora de mezclar, donde entra el coro quitamos la locución. Y así quedó el tema. Es totalmente conceptual. Tú lo escuchas ahora y es totalmente contemporáneo. Además, yo había tocado con los Shapis, no era un fanático de esos. No es el caso de alguien al que le gusta Juaneco y toca la música de Juaneco 40 años después. No. Los Shapis estaban vivos, me habían invitado a su quinto aniversario en Lima, había tocado con ellos, me encantaba su música y compuse en el estilo de ellos. Lo gracioso es que el teclado es de Tavo Castillo, el bajo de Eduardo Freyre y la percusión de José Luis Carrillo, que venía del grupo Los Chonducos y era músico de salsa. Todos son rockeros, no había timbales, todo lo programé en la batería. O sea que me adelanté 15 años a la tecnocumbia, que es con bombo y caja de ritmos.
En “Soy un proletario” parecen estar los cimientos de “Vamos a Tocache”. ¿Cómo ves esta canción a la luz del tiempo?
Eres bien perceptivo, no me había dado cuenta de eso. Ahora, esa guitarra se parece a la de Los Beatles, pero creo que más es de Carl Perkings. George Harrison era fanático de Perkings, Hay cosas que uno tiene metidas en el inconsciente y luego cuando salen… Ya me ha pasado antes, el año 83 hice una zamacueca para un festival, un arreglo de orquesta. Y el arreglo de flauta era una cosa que había hecho Chico Buarque. En “Soy un proletario” el riff es de Carl Perkings y ese fue un tema que me pidieron para el programa “Los Gusanosaurios” del Canal 4, que eran Ramón García y un argentino. Y bueno, les hice un arreglo musical. Después le cambié el nombre y ya está, así de fácil (ríe).
Este disco genera la convergencia de, por lo menos, rock & roll, blues, postpunk, folk, chica, world music, country y new wave…
Tal cual, lo dices bien. Yo venía del jazz y de todo lo que es música negra. Pero estando en EE.UU. en el 82 empecé a interesarme en el rock después de ver a Devo. Entonces llego al Perú para seguir sumando cosas. Y cuando tengo que hacer rock ya tenía demasiado jazz adentro. Sí, este disco es una mezcla de muchas cosas... ¡y con esas letras! Yo no hacía letras y fíjate, salieron con contenido político. Fue un momento artístico raro, no creo que se repita.
La trascendencia de este disco ha desbordado lo musical, es motivo de estudio por la sociología y la antropología. ¿Cerrar el círculo, esa es la misión del arte?
Mi formación musical viene del blues. Yo he escuchado música de los sesenta y lo que más me gustaba de esos años era el blues. Todos lo tocaban, desde los Doors, pasando por Cream. Lo de Hendrix era verídico, pero era una versión sicodélica de esa movida. Los blues te cuentan historias, hay anécdotas buenazas de los músicos del Mississippi de los años sesenta cuando empiezan a descubrir a los bluseros de los años 30, esos que se dedicaban a ir de pueblo en pueblo, de un ‘small town’ a otro, como Robert Johnson. Y eso es “Vamos a Tocache”, donde cuento cómo llegué y lo conocí. Entonces si llega una civilización del futuro podrá saber qué pasaba en los años ochenta escuchando estas canciones. Por eso, como dices, es motivo de estudio de la sociología y de la antropología. Y fíjate que me pasó algo muy interesante cuando empecé a hacer música electrónica, me llamaban a veces para desfiles de moda. Eso puede parecer como muy frívolo, pero cuando vino Missoni, este diseñador de Milán, en su presentación dijo que cuando se estudia la historia se estudia la ropa, que también es cultura. Me cambió el chip, la visión. Ya no era frívolo. Mis fuentes de inspiración hasta entonces eran el trabajador o el campesino. Y esto me pareció muy interesante. Entonces volviendo a tu pregunta, todo esto es cultura dispuesta a ser estudiada y de ella se pueden sacar un montón de conclusiones.
¿Qué te produjo escuchar “Radio Marginal: Tributo a Miki González” (2013)?
Ese iba a ser un tributo al “Puedes ser tú”, pero el año anterior se habían cumplido los 25 años y me hicieron un tributo en Arequipa [se refiere a “Tantas veces Miki”, en el que participan Los Austin, Ruidósfera, Los Chapillacs, Distorsión, César Deglane, Fobya, Carga Ligera, Los Chutos, Gallina Mc Fly, Comfuzztible, Los Viralatas, Stop, Dinamo, Synhysteria, Rand, Los Monkiss, Asimetria, 100TO80 y X Dinero]. Fue muy emocionante. Y para “Radio Marginal”, que se hizo Lima, yo participé sugiriendo a Voz Propia y a Carreño, que no los tenían mapeados. Después sugerí a Dengue Dengue Dengue porque Felipe Salmón era el DJ de mi banda electrónica. Yo toco electrónica desde el 2003, pero la compongo desde el 2001. Y como Felipe hacía cumbia, le dije que haga una versión de “Chapi García” y llamó al mismísimo Jaime Moreyra, que hizo la guitarra. Fue espectacular. Y hay una cosa anecdótica y divertida en ese tema instrumental, lo escucho y digo qué paja, ¿pero cuál de mis temas es? Me responden que son Los Protones tocando “Huaynot”. Es uno de mis favoritos del disco y no lo reconocí (ríe). ¡Es una genialidad!
¿Y qué te produce escuchar este “Puedes ser tú” el 2021?
Es muy lindo que A Tutiplén Records haya reeditado este disco. Fíjate la cantidad de preguntas que me has hecho, se va hacer un artículo en El Comercio y se le va a dar un montón de importancia teniendo en cuenta que en su momento ese disco pasó desapercibido comercialmente. Quiero decir que fue un disco hecho con mucha convicción, un disco totalmente experimental, nadie sonaba así. Es más, nadie suena así. Eso es irrepetible y, digamos, que es arte auténtico, ¿no? Y entonces que ahora le den esta importancia y que tenga un sitial… Me dicen que hay colecciones de los mejores discos hechos en el Perú los últimos veinte, treinta o cuarenta años y que a veces lo incluyen. Eso me parece notable. Qué mejor premio y reconocimiento, es una maravilla. Gracias por eso.
Título: “Puedes ser tú”.
Año: 2021.
Discográfica: A Tutiplén Records.
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