Luego de media docena de discos en solitario –en los que destacaban sobre todo sus letras perfectas como sablazos al espíritu–, más colaboraciones con artistas como Christina Rosenvinge y Enrique Bunbury, Nacho Vegas (Gijón, España, 1974) giró algunos grados el centro de sus intereses y cambió el intimismo por las preocupaciones sociales de su país. La realidad reclama hoy su atención. Y así, más politizado que nunca, nos responde esta entrevista telefónica y se prepara para tocar en el teatro Pirandello de Lima el 24 de este mes.
Quisiera empezar con una curiosidad: ¿por qué “Canciones populistas” es un EP y no forma parte del disco “Resituación”, cuando aparentemente forman parte de un mismo proyecto, de un mismo discurso? Es algo que vengo haciendo desde que empecé en la música. El formato es uno al que le tengo mucho cariño, me paro comprando muchos EP porque son discos que pueden concentrarse en canciones que los álbumes no incluyen. No tienen que tener una linealidad, son discos más heterogéneos que el mercado ningunea y suelen ser, para mí, hermanos pequeños de los álbumes, pero con identidad propia.
En tus trabajos previos el énfasis lírico estaba siempre en lo personal; sin embargo, recientemente este se ha trasladado a las preocupaciones colectivas. ¿Se trata de una especie de evolución? ¿Se puede ser individualista y, a la vez, social?Creo que las canciones son básicamente actos de empatía, ¿no? Y que en las canciones más íntimas la intimidad tiene que ser compartida, o sea, que también hablen de algo colectivo, que afecte a todos. Hay veces en que la intimidad viene con trampa, cuando puedes, digamos, mirarte demasiado al obligo, y eso puede terminar siendo un problema. Por otro lado pienso que el hecho de virar un poco los ojos de lo personal, de la primera en el singular, hacia la primera en plural, resulta es algo bastante natural, sobre todo en mi caso y en el de muchos de mis compañeros de generación, pues vivimos los cambios sociales en España, y la música tiene que ver con los procesos que acontecen a nuestro alrededor. La música tiene que ser absolutamente permeable. Mis canciones se nutren siempre de la realidad, lo que intento es que hablen de lo personal y de las relaciones reales, no de romanticadas idealizadas, sino también del mundo en el que vivimos.
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En el tiempo que ha transcurrido desde la publicación de ambos discos, ¿cuánto crees que ha cambiado esa realidad social? ¿Hay ahí todavía tela por cortar? Uf, sí, todavía hay muchísima tela por cortar. Para mí, hablar de discos no es un fin, sino un medio, una manera de entender un poco lo que hago, de poner en orden el repertorio; lo suelo hacer antes de ponerme a grabar o a maquetar las canciones, porque siempre es algo caótico y nunca sé de qué hablan ni lo que tienen en común las canciones. Cuando estaba haciendo “Resituación” vivíamos un clima muy 15M, había estallado todo y al final, pues, las cosas se cuelan en tu trabajo.
Ahora, han pasado muchas cosas, vivimos unos años convulsos. Tuvimos casi 30 años en que los hechos políticos y sociales pasaban muy lentamente, y los dirigían unos señorones que no tenían nada que ver con nosotros. Había resistencia en los grupos de militancia que se reunían en los bares o en las asambleas, pero ahora todo sucede muy rápido, todo cambia deprisa. Ahora mismo que estoy escribiendo nuevas canciones —están un poco medianas— no sé muy bien de qué van a hablar, pero lo que ocurre a mi alrededor la verdad es que me afecta como artista y como ciudadano.
Hace poco vi un video de enero de 2015 que me conmovió. En él se ve cómo entras cantando con la gente de las Plataformas Afectados por la Hipoteca, a quienes les dedicas un tema, a una sucursal bancaria de Asturias. Se ve a una viejita que no sabía lo que estaba pasando, pero se mete al asunto, y cuando aparecen los de seguridad, les grita “Pero qué les importa, coño. ¡Que están defendiendo nuestros derechos!”. ¿Sientes que tu música puede trascender y convertirse en herramienta, no sé si de cambio, pero al menos sí para inspirar, para incomodar? Sí, por supuesto que de mucha inspiración conocer a la gente de la Plataforma: lograron visibilizar un drama como el de los desahucios, consiguieron un gran apoyo popular y cambiar la agenda de los medios, que estaban hablando por esos días de la prima de riesgo, mientras la policía entraba a patadas en las casas, maltratando a las familias, familias, dejándolas en la puta calle y sin recursos.
Contactar con esta gente, colaborar con ellos y con otros colectivos y aportar en acciones como esa es algo muy bonito, apoyarlos para que sientan que cuentan con el apoyo de la gente, que lo que hacen es valioso, a pesar de que los gobiernos quieran tumbarlos… en realidad son la voz de la patria, no solo tienen apoyo mutuo sino que también tienen una vocación transformadora. Eso es lo que me animó a ayudarlos desde mi rincón, con la música, usándola como una herramienta transformadora. Ellos lo están consiguiendo poquito a poco con muchos esfuerzos y enfrentándose a muchos muros, pero con un amor y con una fuerza que me parece admirables y de las que me provoca formar parte.
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¿Qué cosa es hoy en día un artista comprometido?Luego del franquismo llevamos 30 años de tsunami neoliberal, y este neoliberalismo lo que impuso fue una especie de hegemonía cultural, muy politizada. Lo paradójico es que su politización se basaba en la despolitización de cualquier gesto; es decir, los que mandaban se encargaban de que la cultura hablara de cualquier cosa que no fueran problemáticas. Y eso realmente también es muy político. Los que somos parte de esta nación debemos tomar consciencia de que venimos de eso y que es muy difícil combatirlo porque crearon una maquinaria muy poderosa. Ya no es simplemente cantar y ser crítico con lo que está ocurriendo. Muchos compañeros de mi generación también entienden y sienten lo que está ocurriendo en nuestra sociedad y se muestran críticos con lo que ocurre; pero lo que pasa es que hay un pudor de posicionarse y hablar de política y mojarse de alguna manera. Por eso creo que ahora, más que letras combativas, lo que tenemos que hacer es buscar gestos. Gestos que se repliquen, que creen una especie de multiplicidad de actitudes para dar con una hegemonía cultural nueva y diferente, positiva, solidaria, crítica con los dirigentes. Ese es el proyecto cultural que creo necesario.
Para generar una democracia más sincera…Claro, hay que buscar una democracia radical, pero radical en el sentido de buscar la raíz de lo que significa democracia. Después del franquismo, ciertamente salimos de una dictadura, pero nos metieron en un régimen de libertad que yo no llamaría democracia de ningún modo.
Siempre se te han adjudicado influencias de los héroes de lo independiente y del folk. Cuéntame cómo nació tu versión de “Love me I'm a liberal”, de Phil Ochs [“Ámame, soy un liberal” en interpretación de Vegas].Soy fan de Ochs desde hace mucho tiempo, ha influido en algunas canciones mías, en algunas líneas melódicas. Ese tipo de composiciones políticas que hacía Ochs las llamaba, en lugar de canciones de protesta, “topical songs”, porque hablaban de la actualidad, de cosas sacadas de los periódicos, y cantaba sobre ello directamente. A mí me encantan, pero hace 10 años no me hubiera atrevido a hacer una versión de este tipo porque no creía que se pudiera trasladar ese tipo de lenguaje a una canción en aquellos momentos. Pero un compañero me lo me propuso casi como un reto, y al día siguiente ya tenía una primera adaptación, y claro, me solté porque no pensaba publicarla.
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Tengo una curiosidad semántica: ¿por qué el EP se llama “Canciones populistas” y no “Canciones populares”? Porque “populista” es un poco lo contrario a lo que quieres decir, ¿o tuvo un propósito paródico? No, lo que yo quiero decir es que todos hacemos “música popular” por naturaleza, nosotros, que nos dedicamos al pop, al rock. Pero el concepto se ha tornado elitista en los últimos años. El mercado se ha metido en medio. A mis 20 años era una cosa traslúcida, horizontal, que bajaba de generación a generación. En el siglo XXI el mercado decidió que hay mucho ahí para hacer dinero, y fue el que manejó los hilos de todo. Lo que yo proponía ahí era que la música tiene que ser “populista” para combatir ese elitismo, para devolverle cierta democracia, una verticalidad que tenemos que combatir con las contradicciones que son inherentes a ello o, por lo menos, intentar cerrar el ángulo lo más posible.
Estudiaste Filología, y tus letras son consideradas, de manera casi unánime, de las mejores de los últimos tiempos. ¿Tienes algún proyecto literario?Publiqué hace algunos años un libro llamado “Política de hechos consumados”, de textos misceláneos, pequeños relatos, prosas poéticas, poemas… Ahora tengo en mente retomar otros textos que también vienen de aquí y de allá, que son un poco heterogéneos, y bueno, juntarlos y ver si merecen ser editados. Tampoco quiero publicar simplemente porque me es más fácil ya que tengo un pequeño nombre en la música, cuando hay mucha otra gente que está haciendo cosas estupendas. Así que me lo tomo con tranquilidad. Pero sí tengo algo en mente.
Escribes sobre personajes y, como los escritores, creas situaciones de ficción. Me imagino que habrá gente que pensará que eres tú mismo quien “narra” las historias. Sí, es curioso. Es mucha la gente que hace comentarios presuponiendo que yo sostengo la misma opinión que el personaje de la canción. Cuando no, yo muchas veces estoy haciendo realmente lo contrario, una sátira. Esas paradojas que se dan son extrañas. También es cierto que en ocasiones, cuando creas una tercera persona, también estás hablando a través de ella. Lo que creo es que no es tan importante la realidad, o sea el puro hecho autobiográfico, como la verdad. Creo que la ficción puedo ayudar a que una realidad se convierta en verdad. En ese proceso evidentemente hay elementos que pertenecen a tu vida, porque tu vida es la materia prima con la que haces las cosas, termina siendo no solo lo que te ocurre a ti, sino lo que tienes alrededor. Pero también hay ficción que ayuda a que eso trascienda al puro hecho autobiográfico. Asimismo, también eso me pasa a mí cuando escucho a otros: a uno le gusta fantasear con que el artista es quien está padeciendo lo que cuenta la canción.
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MÁS INFORMACIÓNLugar: Teatro Luigi Pirandello.Dirección: Alejandro Tirado 274, Santa Beatriz.Día y hora: Miércoles 24 de agosto, 9 p.m.Boletos: S/156 y S/187 en Tu Entrada.Más información