Para Romeo Santos, el Estadio Nacional es su residencia permanente en Perú. El hijo de un albañil de origen dominicano y una ama de casa puertorriqueña que logró revolucionar la bachata y llevarla al mundo entero, hoy está acostumbrado a las multitudes y los grandes escenarios, teniendo como a uno de lugares predilectos nuestro país. Así lo demostró la noche del viernes, cuando dio por iniciada su gira internacional “Fórmula Vol. 3″ en Lima. No estaba solo. La prensa de su querida República Dominicana lo acompañó en este viaje para que atestigüe que el séquito del ‘Rey de la Bachata’ también se extiende hasta estas tierras.
Pero antes de que saliera al escenario, el peruano Álvaro Rod hizo gala de su repertorio musical y animó al público al ritmo de la salsa. Después de él, Dj Mad –el disc jockey oficial de Romeo Santos– armó la fiesta en cada rincón del estadio con reggaetón para calentar los motores.
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Arriba el Rey
A las 9:30 p. m., la música se detiene. El público extiende los brazos, encienden sus cámaras, expectantes. Entre un oscuro juego de luces rojas y una voz femenina melódica que canta a capella el inicio de “Mi Pañuelo” (ft. Rosalía), una luz enfoca el centro del escenario generando un grito casi unísono irrefrenable. Romeo ya está en el escenario.
Vestido con un blazer blanco y pantalón beige, su presencia es contundente encima de la tarima, y su voz aún más. El eufórico público, conformado mayormente por mujeres, lo acompaña a viva voz con “Promise”, “Eres mía”, “Imitadora” y “Llévame contigo”, una mezcla de sus mejores éxitos bachateros de su primer y segundo álbum como solista.
“¿Lima está ready esta noche?”, pregunta Romeo en un tono grave, quebrando el registro agudo que tenía hasta el momento. La masa responde con un “sí” (¿qué otra cosa podría decir?). Un beat de reguetón inicia para dar paso los temas “Volví (ft. Bad Bunny)”, “Siri (ft. Chris Lebron)” y “Ella quiere beber (ft. Anuel AA)”.
El ‘chico de las poesías’, que ya no es tan chico (tiene 41 años), ha sabido adaptarse a las generaciones para sobrevivir con éxito. A través de los años, se ha mantenido en lo alto de los rankings musicales gracias a que no ha temido fusionar la bachata con géneros urbanos, o salir del género y colaborar con artistas del momento que se escuchan en los clubes nocturnos. Así, no es de extrañar que convirtiese al Estadio Nacional en su discoteca privada al cantar al ritmo del dembow.
“¿Están alegres, seguro están tomando traguitos?”, pregunta con un guiño. Los vasos y latas de cerveza se alzan y se cuentan por miles. El estadio está embriagado de felicidad.
The King
Agotado, Romeo toma asiento en un trono plateado para recobrar energía y enviar un mensaje: “Quiero tomarme un momento para decirle a todos los peruanos mil gracias por tanto amor. Sé que ustedes vinieron a escuchar un poco de todo, canciones que marcaron una era. Clásicos de hace 20 años. Quiero sentir esta noche no solo a los romeístas, sino también a los aventureros”. Un grito ensordecedor vuelve a surgir desde los asistentes. Se rumoreaba que, en esta gira, únicamente cantaría sus temas como solista; pero en cambio decidió escuchar las peticiones de su reino. “Escojan bien”, dice riendo.
A coro con el público canta a capella “La Niña”, “Un beso”, “Tu Jueguito”. Una afortunada sube al escenario y se sienta en el regazo de su rey, quien la rodea con un brazos mientras le canta “Angelito”. Tiene un carnet colgado que la identifica como una de las miembros del club de fans. Sueño cumplido.
El show debe continuar y, rápidamente, el músico cambia el vestuario por un traje de cuero rojo. ¿Sensual? Definitivamente. Le siguen las canciones que lo llevaron por primera vez a escenarios del mundo como “Enséñame a olvidar” o “El Malo”, que durante tanto tiempo cantó junto al grupo Aventura. La audiencia se sabe las letras como la palma de su mano, y retumban todo el recinto.
Ayuda demasiado que Romeo no deje de apoderarse del escenario desde el centro hasta los extremos. De vez en cuando también regala un movimiento pélvico que enloquece a las primeras filas. “¡Arriba, Arriba! ¡Salten!” exclama. Cuando suena “Mi corazoncito” forma corazones con las manos que regala a la audiencia, seguido de unos besos volados.
Las luces rojas arman un ambiente erótico, que se enciende aún más al sonar el tema “Noche de Sexo”. El cantante se desconoce realizándole movimientos sensuales a una silla que luego tumba con la entrepierna. El espectáculo culmina con “Propuesta indecente”, un himno de la bachata moderna se guarda hasta el final para que el público pueda disfrutar y bailar por última vez en la noche.
Romeo Santos desaparece del escenario bajando por una plataforma en medio del furor. Aún le quedan tres días de concierto en nuestro país y, pese a la reventa de entradas, la masa humana procede a retirarse feliz y satisfecha. Qué manera de empezar un año de conciertos.
Tras el concierto del viernes 10 de febrero en Lima, Romeo Santos también cantará el sábado 11, domingo 12 y martes 14 de febrero. Siempre en el Estadio Nacional.
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