Acaba de publicar el libro “El mundo invisible”, en coautoría con Héctor Aponte y Daniel Barona, un conjunto de historias que buscan divulgar el pensamiento escéptico y crítico en el Perú, una forma de conocimiento que usa el método científico para desbaratar teorías conspirativas o creencias en tratamientos tan milagrosos como cuestionables como la homeopatía, el biomagnetismo o la sanación cuántica. Ideas pseudocientíficas que en épocas de pandemia se han vuelto peligrosas, pues terminan convenciendo a la gente (un 48 % según una encuesta publicada en este Diario) que es mejor evitar las vacunas cuando, en realidad, esta es la única forma de controlar la pandemia provocada por el SARS CoV-2.
“Hay dos amenazas principales que se han renovado —dice Víctor García-Belaunde Velarde— una es el uso de la medicina alternativa que no ha sido aprobada por la ciencia y que promueve el uso de medicamentos que no tienen estudios concluyentes como la ivermectina; y otro es el auge del movimiento antivacunas que ha llegado al Perú importado, básicamente, de Estados Unidos. Por ejemplo, eso de que las vacunas son dañinas pues producen autismo se basa en una investigación que confunde correlación con causalidad. Se dice ‘en las últimas décadas se ha masificado la vacunación y se ha visto también el crecimiento de casos de autismo’, pero eso no es causa-efecto. Es como decir hubo más vacunación y también crecimiento económico, entonces se concluye que las vacunas mejoran la economía”.
Algoritmos
Según el psicólogo García-Belaunde Velarde detrás de este auge de creencias en teorías conspirativas, en alienígenas ancestrales, en reptilianos que dominan el mundo, o en complots de las grandes potencias, existe un pensamiento pseudocientífico que ha cobrado auge en el mundo contemporáneo, justamente cuando la información se ha diversificado, y se ha personalizado a través de los algoritmos de las redes sociales que crean burbujas de gustos y recomendaciones cuyo único fin es mantener en línea a los usuarios. En otras palabras, se ofrece más de lo mismo para que estos sigan dando clics en páginas, opiniones y noticias que corroboran cada vez más sus gustos, sospechas o temores.
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“Normalmente quienes creen en teorías conspirativas son personas que han tenido una buena educación, y se han comido la idea de estas conspiraciones que aparecen en Netflix o YouTube. Es una realidad compleja, yo creo que la pandemia ha exacerbado el miedo y la emotividad de las personas, y ha hecho que muchas se radicalicen. Vemos la toma del capitolio en Estados Unidos o las protestas antivacunas. Estos videos en YouTube responden también a un publico que quiere encontrar alguna respuesta distinta a la oficial y de alguna manera siente que ha descubierto algo. ‘Yo me he enterado que la Tierra en realidad es plana y nadie lo sabe, todos están engañados’, esto genera una euforia”, dice el coautor de “El mundo invisible”.
“Existen canales de cable que han sido tomados por las pseudociencias”, agrega. “Por eso creo debe haber una regulación y una responsabilidad mayor de parte de los periodistas y medios. Facebook, por ejemplo, ya ha diseñado un algoritmo para controlar las conspiraciones con respecto al coronavirus, pero no sobre otras noticias. Si quieres investigar puedes ir a Google Académico, ahí uno puede ver artículos que sí tienen relevancia científica”.
Un test contra las pseudociencias
Al respecto, el autor afirma que integrantes de la Sociedad Secular Humanista del Perú, de la cual forma parte, están creando una prueba que se llama “El test del pensamiento pseudocientífico” para medir este tipo de raciocinios. “Es única en su tipo —asegura García-Belaunde—. El pensamiento seudocientífico lo hemos catalogado con tres dimensiones: un componente de pensamiento mágico, otro de pensamiento errado basado en falacias y sesgos cognitivos y un pensamiento mítico. Un ejemplo de esto es creer que solo usamos el 10 % del cerebro. Con ese mito se hizo una película que se llama “Lucy”, muy popular, pero esto no es cierto. La verdad es que usamos todo el cerebro”.
El test se encuentra en la última etapa de su desarrollo y sus creadores estiman que en unos dos meses debe estar accesible en la página de la Sociedad. “Podría ser interesante que se aplique para contratar a un profesor, por ejemplo, y medir su grado de pensamiento pseudocientífico, si este es muy alto, se recomendaría no contratarlo, pues puede alimentar estas ideas entre sus alumnos”, comenta García-Belaunde.
¿Puede pasar un chip por una aguja?
Finalmente, ¿qué decirle a alguien que duda en aplicarse la vacuna o que cree que esta puede tener un chip o efectos contrarios? “Es importante que esas personas no se radicalicen —responde el coautor de “El mundo invisible”—, que se pregunten si un chip puede pasar por una aguja. Con la tecnología actual eso es imposible, el más pequeño debe tener una fuente de poder y una antena. Deben darse cuenta que cualquier vacuna es mejor a ninguna porque esta te da anticuerpos. Incluso si se dice que la vacuna tiene 50 % de eficiencia, eso ya hace que se reduzcan los casos graves; es decir, te podría dar el coronavirus, pero ya no te va a matar. Lo importante es iniciar la vacunación lo antes posible, la mayoría de países ya lo está haciendo. Y lo otro es buscar la vacuna peruana. Una que se pueda aplicar a todos o a la mayoría. No se puede esperar más. Si nos demoramos, ¿cuántas personas más van a morir?”.
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