La directora Mariana de Althaus adapta La Gaviota, el clásico de Anton Chéjov, situándolo en la realidad peruana de finales de los años 70. En esta versión, la historia se desarrolla en una gran hacienda rural, donde un joven dramaturgo vive junto a su madre, una reconocida actriz de Lima.
La trama acompaña la llegada de una madre y su pareja, un famoso escritor, quien provoca una serie de tensiones que marcarán la vida de todos los personajes. Incluyendo el rumbo que tomarán un futuro reencuentro que se concreta tres años después, cuando deben enfrentar el ciclo de tragedia y dolor que comenzó aquel día.
La obra está ambientada entre 1977 y 1980, un período crucial para el Perú. La adaptación se sirve del contexto de las reformas sociales y del deterioro de las estructuras familiares para reflejar las tensiones entre los personajes. La hacienda, que en la obra simboliza la decadencia y el poder en declive, se convierte en el escenario perfecto para explorar la desigualdad y los conflictos no resueltos.
“El lago, que inspira el nombre de esta adaptación, representa un espejo para los personajes, con el agua como el elemento que refleja sus conflictos internos y el deterioro de todo lo que los rodea”, comenta De Althaus.
Comedias y tragedias
La densidad de Detrás ruge el lago es intencional. Althaus no busca atraer al público para el mero entretenimiento, sino para invitar a una reflexión profunda sobre temas incómodos y complejos. Este enfoque plantea un desafío en un país donde el teatro sigue lidiando con la dificultad de encontrar un equilibrio entre atraer al público y ser un espacio para la crítica y la discusión.
“No llego a un público amplio porque no hago comedias. Mis obras tocan temas que pueden resultar incómodos o aguafiestas, pero hay un público que necesita reflexionar sobre el país, sobre quiénes somos como peruanos y como seres humanos”, asegura la directora
Tras su participación en el Festival Iberoamericano de Artes Escénicas, Althaus reafirmó la importancia del teatro en distintos países de la región. Mientras que en otros lugares el apoyo estatal y el público son más sólidos, en Perú el teatro aún no ha alcanzado la masividad necesaria para sostener propuestas más reflexivas. “Aquí, el teatro sigue siendo un espacio excluyente. Además, la cultura en nuestro país aún es vista con recelo, y en ocasiones, se siente perseguida”, lamenta la directora.
Al adaptar la obra de Chéjov a la realidad peruana, De Althaus también pudo notar cómo se reflejan algunos problemas que enfrenta el teatro nacional, como la falta de teatros en zonas rurales, la migración de talentos en busca de mejores oportunidades, y las dificultades que enfrentan muchas personas para acceder a una obra de teatro.
A pesar de estos retos, la directora está convencida de que el teatro que provoca e invita a la introspección continuará creciendo en el interés del público. “En los últimos años, hemos visto un público muy entusiasta que busca obras que promuevan el pensamiento crítico. Todavía hay personas interesadas en explorar nuestras realidades, y eso nos llena de esperanza, porque el cambio puede comenzar desde las butacas”, concluye.
· Estreno: Del 30 de setiembre al 03 de diciembre.
· Lugar: Teatro La Plaza
· Hora: jueves, viernes, sábados, lunes, martes 8:00 p.m. y domingos 7:00 p.m.
· Entradas disponibles en Joinnus
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