El adinerado Timón vive en Atenas prodigando regalos, festines y favores, acompañado por una corte de aduladores. Cuando sus prestamistas, preocupados por sus dispendios, deciden reclamar juntos el pago de sus deudas, se verá en la ruina. Es entonces que pedirá socorro a quienes anteriormente favoreció, pero estos, uno a uno, se excusan. Abatido por la traición, Timón se retira al campo, a cavar su tumba. Y mientras excava, la amargura le hace proferir los más espléndidos insultos, clamando al cielo por la desaparición de su odiada Atenas, tierra de su desencanto.
Timón, personaje menor de “Vidas paralelas”, libro del historiador Plutarco, motivó una de las obras menos leídas, menos admiradas y menos representadas de William Shakespeare. Sin embargo, Mateo Chiarella encontró en “La vida de Timón de Atenas” un valor que muy pocos han advertido, tanto así que asumió el reto de llevarla a escena como un homenaje a su padre, el irrepetible actor y director Jorge “Coco” Chiarella, fallecido en abril de este año. Su madre, la reconocida dramaturga Celeste Viale Yerovi y Bruno Odar, uno de los actores más queridos por el desaparecido hombre de teatro, se sumaron al proyecto.
El resultado es “Timón”, versión libre del clásico concentrado en un unipersonal virtual que permite a Odar mostrar su capacidad camaleónica. “A pesar de ser una obra imperfecta, es sorprendente. Es un texto nacido de una rabia muy orgánica, exclama el director, fascinado por la capacidad de Shakespeare para maldecir al mundo con hermosísimas e inacabables imágenes.
Tome nota de este ejemplo:
¡Matronas, volveos lascivas!
¡Abandonad a los hijos, obediencia!
¡Esclavos, tontos, arrancad al grave y rugoso
Senado de su escaño, y gobernad en su lugar!
¡Oh, verde virginidad,
convertíos en este instante en la peor inmundicia!
¡Y que sea ante la mirada de los padres!
¡Hombres en bancarrota, no cedáis, y en vez de devolver,
sacad vuestros cuchillos y cortadle el cuello
a los acreedores! ¡Robad, siervos!
Insumisos bandidos son vuestros venerables amos,
que roban apelando a las leyes.
¡Criada, a la cama de vuestro amo,
que vuestra ama está en el burdel!
¡Adolescente, quítale a tu padre
viejo y renqueante su muleta almohadillada,
y rómpele con ella la cabeza!
¡Que la piedad, el temor, la religión de los dioses,
la paz, la justicia, la verdad, el respeto familiar,
el reposo nocturno y la buena vecindad,
la instrucción, los modales, los oficios, las ocupaciones,
las jerarquías, las tradiciones,
las costumbres y las leyes
degeneren en sus confusos contrarios,
y que después la confusión siga reinando!
En efecto, en la obra del bardo de Avon, los insultos proferidos al cielo por Timón son un ejemplo de arte poética. La lisura, la incontinencia verbal, según Shakespeare, puede ser también una de las bellas artes. Es por ello que a Celeste Viale se le hacía difícil escoger entre el repertorio de imprecaciones del protagonista en su intento de sintetizar la obra. “Fue difícil” –reconoce-. “Lo que yo quería mostrar era a Timón como un ser que dirige su rabia contra el mundo, sus antiguos amigos, la poca solidaridad. Pero también contra sí mismo. Timón está lleno de odio hacia sí mismo”, explica.
“Sus insultos siempre están llenos de poesía”, añade la dramaturga. “Shakespeare tiene un nivel altísimo para manejar el lenguaje y sus imágenes. Es una de las cosas que más me gustan de la obra, tengo que decir”, confiesa.
Homenaje a Coco Chiarella
Mucho han discutido los críticos sobre esta obra sin llegar a ponerse de acuerdo en lo básico: si estamos frente a una comedia o una tragedia. Para Celeste Viale, quien opta decididamente por su aspecto trágico, versionar “Timón” es un doble reto: convertirlo en un unipersonal a la vez que conservar la fuerza de la poesía del texto. “Lo que traté de hacer fue encontrarle un sentido al reclamo de justicia del personaje, él busca una reciprocidad, una equidad”.
Así, la obra celebra el legado del director ausente. Como Timón, Jorge Chiarella era también un hombre generoso, entusiasmado siempre por los proyectos de los demás. “Efectivamente, Timón tiene un aire a Coco. Él también era un romántico, un idealista. Un hombre tenaz en la pelea por conseguir las cosas, aunque chocara con trabas terribles e injustas. Coco creía mucho en los demás, en la amistad y en la generosidad”, afirma Viale.
En su montaje, Mateo Chiarella aplica muchos de los elementos que su padre investigó en décadas de quehacer escénico. “Mi papá era un apasionado del espacio vacío y el funcionamiento del espacio a partir de la necesidad del actor, como planteaba Peter Brook. Se trata de confiar en lo que el actor puede hacer con su cuerpo, con su voz, con su juego, con su imaginario. Allí nacieron algunas decisiones para este montaje: que “Timón” sea una obra para el actor, para que pueda desarrollar su imaginación usando su cuerpo. Bruno Odar se convierte en un camaleón”, afirma el director.
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