La muerte tiene cabeza angulada y superficie muy lisa, no tiene mandíbula y los ojos son huecos; está hecha de resina, pesa pocos gramos y se sostiene sobre la palma de una mano. No asusta, más bien divierte e intriga cuando se convierte en soporte para el arte y la creatividad, regalando al observador miles de lecturas. Álvaro Velarde de los Santos es creador de esta pieza única en forma de cráneo y que es parte de Folk Chamac, proyecto que inició hace algunos años, con el objetivo de atraer el interés de más gente sobre la cultura peruana, apropiándose de una serie de íconos preíncas que reinterpreta libremente. Hace cinco años creó su primer cráneo y a partir de él nacieron personajes como el Dios de los Báculos o la Señora de Cao. Hoy, sin embargo, el cráneo por sí solo es el protagonista de una exposición singular.
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La idea surgió en pandemia. Tras ver una pieza suya expuesta en la galería limeña Índigo, la empresa mexicana VinylesChiles contactó al ilustrador peruano para hacer una colaboración y producir juntos una serie de cráneos -México celebra la muerte, recordemos- que luego serían intervenidos por más de veinte artistas. Tras el éxito de esta experiencia, Velarde de los Santos inició una producción personal en Lima, con la idea de que artistas plásticos locales estampen sobre este ‘coco’ su creatividad. Así nació “Umaoksa”, título de la exhibición y de esta pieza de art toy que combina la palabra quechua Uma, referida a la parte superior del cuerpo (la cabeza, digamos), y Oksan, que en lengua muchik quiere decir después. Algo como “la cabeza después de la vida”.
Son 30 artistas los que enlazan vida y muerte con su arte. Isabelle Decencière, por ejemplo, coloca sobre el cráneo inerte un grupo de pajaritos multicolor. Son colibríes, que tras sumergir su largo pico para beber el néctar de las flores, cual agentes polinizadores parecieran inyectar vida en la muerte. Los opuestos se encuentran en su obra.
Vidal Bedoya, cuya obra artística transita entre lo simbólico y lo abstracto, desarrolla una pieza de colores intensos insertando una figura que podría ser una iguana o un perro, rodeada de plantas que se entrelazan en un laberinto interminable.
La pieza que Sandro Capcha, ‘Chihuako’, ha desarrollado es diferente: en la base del cráneo color hueso instala una serpiente bicéfala y la imagen de un cóndor, representando el Uku Pacha y el Hanan Pacha de la mitología, y le añade un sistema de vértebras en color lustros y brillante.
Daniella Queirolo no se ha alejado de su estilo pictórico, que contrasta lo abstracto y figurativo, e imprimió sobre su Umaoksa pasado y presente: flores que solemos usar en los funerales y elementos geométricos de la cultura Chachapoyas, en línea con el proyecto Folk Chamac que reivindica nuestra cultura prehispánica.
Los sueños de un aviador, de volar a las estrellas, fue plasmado en la pieza de Ronald Companoca, quien pinta en las paredes laterales de este cráneo ventanas de lo que sería el acceso a un refugio para aves.
A estos cinco artistas se suman Carla Palma, Cécica Bernasconi, César Ayllón, César Caycho, Conrad Flores, Eduardo Tokeshi, Fefa Cox, Fiasco, Fito Espinosa, Flor Padilla, Franca Tagliabue, Gonzalo García Callegari, Ilustronauta, Jumping Lomo, Kiara Penny, Kioshi Shimabuku, Luz Letts, Marco Palacios, Mónica Cuba, Origen Peregrino, Oso de Agua, Rafael Lanfranco, Salchicha & Pimienta, Takimi y Toto Fernández Ampuero. Todos, de un modo u otro, han dado vida a la muerte.
La galería Índigo acoge esta muestra colectiva hasta el hasta el 14 de junio en Av. El Bosque 260, San Isidro.
El horario es de lunes a sábado de 10:30 a.m. a 7:30 p.m. y los domingos de 11 a.m. a 7 p.m. Ingreso libre.
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