Las populares casitas de jengibre, un dulce que no suele faltar en las mesas navideñas de Estados Unidos.
Pero esta delicia tiene un problema: para verla, hay que usar un microscopio. Y ni siquiera uno tradicional: sólo las versiones electrónicas de este dispositivo óptico pueden llegar a ver la minúscula construcción de 10 micrones de largo y apreciar sus detalles, precisos y minuciosos.
Y claro, tampoco puede saborearse. Porque el minúsculo objeto está hecho de silicona, tallada mediante un haz de iones.
Fue diseñada en la cabeza de una réplica de muñeco de nieve y, aunque no lo crean, es más pequeña que el grosor de un cabello humano.
La idea fue del investigador Travis Casagrande, de la Universidad McMaster de Canadá. El objetivo: demostrar las capacidades del centro de investigación y estimular la curiosidad científica del público.
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