María Alixcita Huaringa Rosado es una artesana emprendedora, que nos recibió en su hogar ubicado en el distrito de Antioquía, históricamente llamado Huamansica, uno de los treinta y dos distritos que conforman la provincia de Huarochirí, Lima. Un pequeño y apacible pueblo ubicado entre colinas de la provincia de Huarochirí, a tan solo 70 km. de Lima; también conocido entre sus habitantes como pueblo Espíritu Santo.
Pero la historia de Alixcita comienza desde muy joven; a ella le “gustaban mucho los colores, por la misma convivencia con la naturaleza, el campo; así que desde niña con el apoyo de mis padres; fui cultivando el don de la pintura” nos cuenta muy emocionada y segura de si misma. Más adelante creó su taller de trabajo y empezó el emprendimiento para “promover y extender el legado del gran artista plástico Enrique Bustamante, haciendo replicas exactas de las casitas de colores”.
“Para esto tuve que agenciarme el dinero y comprar las maderas, reglas, cortadora, pintura y demás materiales y luego poner en marcha mi talento”, nuevamente se emociona, resaltando lo importante que es para ella que personas que vienen del extranjero se llevan sus productos, admirados de su belleza. Y a quienes les cuenta orgullosa como fue el inicio de esta historia.
Ahora Huaringa Rosado, una artesana con más experiencia y reconocida por el estado, nos comenta al borde de las lagrimas “cuando dicha consideración llegó por obra del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), era tanta mi alegría que me puse a llorar, no lo podía creer; aún por ello sigo de pie”.
Hoy la 'Casa del Turista' en Antioquía, que es donde Alixcita desarrolla su talento junto a cinco personas más, ya lleva funcionando casi dos décadas; pero dicha construcción bordea el siglo. La artesana también ha recibido el reconocimiento del Congreso de la República, e inclusive ha sido invitada por la Universidad Católica y también la Universidad de San Marcos para realizar exposiciones en las facultades de Artes, todo un gran logro para esta humilde antioqueña.
Pero también recordemos como se inició todo este fenómeno cultural en Antioquía. Tras un concurso de pintura promovida por monseñor Francois Oligny y la ONG Cied, el año 2004 encargaron al artista naif peruano Enrique Bustamante a darle color a la ciudad, él logró resaltar la característica tradicional andina en sus estrechas calles. Así comenzó Antioquía, con una decoración de la iglesia y el local comunal.
Luego de la renuencia de algunos vecinos, hoy la totalidad de fachadas de las casas exhiben coloridas aves, plantas y flores. A medida que se recorre, se siente que el Espíritu Santo ha descendido para bendecir a sus habitantes, que por siglos se dedicaron a la agricultura; hoy industrializan manzana y membrillo en la planta procesadora que instalaron en Cochahuayco, a diez minutos de Antioquía.
Bustamante presentó un proyecto de desarrollo turístico basado en lo artístico, es decir, hacer de Antioquía una obra de arte para que nadie se resista en visitarlo y así luchar contra la pobreza. En febrero de 2004, recibió una invitación para participar en el concurso “Colores para Antioquía”, del cual finalmente fue el ganador. Monsieur Oligny fue el que le comunicó, que no sólo había sido el ganador por el jurado en Lima, sino que el pueblo antioqueño lo había aprobado unánimemente.
De allí en más, Antioquía se muestra como un pueblo pintoresco que ingresó en el año 2007 al libro del Record Guinness como el “Retablo más grande del mundo”. Recorrer las calles de esta pequeña y peculiar comunidad es como sumergirse en una obra de arte; que se ha transformado en un atractivo turístico formidable.
Como se sabe, el aporte de las mujeres es fundamental en el desarrollo de la actividad artesanal, desde la creación de la artesanía tradicional, así como de la innovadora. Ellas sobresalen por su destreza en el uso de las manos, creando productos de calidad, con alto contenido estético y cultural, así como también siendo líderes empresariales o de organizaciones de artesanos, y una de ellas es Alixcita.
Ahora la exitosa artesana, hace denodados esfuerzos por seguir adelante con la consigna de sacar adelante su emprendimiento y además mantener al pueblo de Antioquía en el ojo de los turistas locales y extranjeros. “Vengan a Antioquía, un pueblo que parece sacado de un cuento. Un destino turístico que los sorprenderá” nos dice Alixcita despidiéndose de nosotros y con la esperanza de volver a vernos.