Un detalle que ha dejado sorprendido a más de uno. La reina Isabel II del Reino Unido ha reconocido sentirse frágil en su primer acto presencial desde que el príncipe Carlos diera positivo al COVID-19. Días antes, el heredero la había visitado en el castillo de Windsor, por lo que la salud de la monarca ha tenido que ser vigilada por sus médicos.
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Apoyada en un bastón, la reina Isabel II recibió en audiencia a su nuevo secretario de servicios de defensa y a su predecesor en el cargo, a quienes admitió que está sufriendo algunos problemas de movilidad cuando le preguntaron cómo estaba. “Como puede ver, no me puedo mover”, contestó.
Luego, habló con ellos de uno de sus perros, Candy. “He visto que tiene a Candy haciendo guardia, porque cuando veníamos por el pasillo no nos dejaba acercarnos a usted”, se escucha decir a una de sus visitas en el video viral del encuentro. “¿De verdad?”, dice la reina. “Sí, nos gruñó un poco”, asegura el otro visitante. “¿Sí? Normalmente no gruñe”, continúa Isabel II.
La salud de la reina ya sido cuestionada en octubre pasado cuando pasó una noche en un hospital de Londres. Desde el Palacio de Buckingham anunciaron aquella vez que estaba pasando por unas “investigaciones preliminares” sobre una “dolencia” que no fue especificada.
A raíz de dicho episodio, los médicos le recomendaron cancelar la mayoría de sus compromisos. Desde entonces, la reina ha trabajado desde casa llevando a cabo “tareas de escritorio”. Y algunos miembros de la realeza como Carlos de Gales y Guillermo de Cambridge han tenido un rol más activo.