La creencia popular de que el agua caliente abre los poros es un mito bastante antiguo en el cuidado de la piel; sin embargo, los expertos advierten que esta práctica puede ser perjudicial para la salud cutánea.
“Los poros no tienen músculos, por lo que no pueden abrirse o cerrarse físicamente”, explicó la Dra. Hannah Kopelman, dermatóloga, en conversación con el medio HuffPost.
Aunque el agua caliente pueda suavizar la suciedad y hacer que los poros parezcan más limpios, no cambia su tamaño. Además, el calor excesivo puede irritar la piel, especialmente en personas con condiciones como rosácea o eczema, eliminando los aceites naturales necesarios para mantenerla hidratada.
Por otro lado, el agua fría tampoco es la solución ideal. Si bien puede ayudar a reducir la inflamación y la hinchazón, no limpia la piel de manera efectiva.
“No limpia tan eficazmente ni permite que los productos para el cuidado de la piel se absorban bien”, advierte Kopelman. Además, explica que “podría provocar la obstrucción de los poros y un cuidado menos eficaz de la piel”.
Entonces, ¿cuál es la temperatura ideal para lavarnos la cara? Los expertos coinciden en que el agua tibia es la mejor opción.
“El agua templada es ideal para la limpieza, ya que elimina eficazmente la suciedad, la grasa y el maquillaje, al tiempo que preserva los aceites naturales de la piel, lo que permite que los productos de cuidado cutáneo se absorban mejor”, dijo la Dra. Nicole Lee al medio citado.
Es importante recordar que la frecuencia y la intensidad con las que nos lavamos la cara también influyen en la salud de nuestra piel.
Lavarse la cara con demasiada frecuencia o utilizar productos agresivos puede dañar la barrera protectora de la piel, lo que puede provocar sequedad, irritación y un aumento en la producción de sebo.
¿Cómo lavarse la cara correctamente?
Según Neutrogena, debes seguir los siguientes pasos para llevar a cabo una limpieza facial efectiva:
- Desmaquíllate primero: Antes de aplicar el limpiador, asegúrate de eliminar todo el maquillaje utilizando una toallita desmaquillante. Esto permitirá que el limpiador actúe de manera más eficaz.
- Elige el limpiador adecuado: Opta por un limpiador facial suave y adecuado para tu tipo de piel. Aplica una pequeña cantidad de producto sobre la piel húmeda y masajea suavemente con movimientos circulares. Enjuaga con abundante agua tibia y seca tu rostro con una toalla limpia dando suaves toques.
- Hidrata: Después de limpiar tu rostro, aplica un hidratante adecuado para mantener tu piel hidratada y protegida.
No olvides que la temperatura del agua es importante. El agua tibia es la más recomendada, ya que elimina eficazmente la suciedad y el sebo sin irritar la piel.