Agencia AFP

Mandalas y flores multicolores disimulan las cicatrices del cáncer de mama. Sin importar edad ni medidas, seis mujeres que pasaron por mastectomías desfilan mostrando sus pechos en un avión comercial que sobrevuela los Andes de Ecuador.

En el pasillo de un Boeing 737-500 de la aerolínea local Aeroregional, Blanca Rosero y sus compañeras abren sus blusas blancas para descubrir sus bustos intervenidos, que las gradúan como sobrevivientes del cáncer de mayor incidencia entre las ecuatorianas.

A 31.000 pies de altura, se presentan de manera sorpresiva para concientizar sobre el hábito del autoexamen a los pasajeros, incluidos los hombres, de este vuelo entre Quito y Loja (sur).

"Queremos darles una motivación a todas las personas porque el cáncer no ve edades, ni que seamos blancos o negros", dice Rosero a la AFP en medio del viaje que dura unos 50 minutos.

Esta ama de casa de 66 años muestra el girasol rodeado de rosas silvestres que cubre su pecho para "motivar" el autoexamen y "salvar vidas". "No me avergüenza", asegura.

El desfile aéreo es parte de la campaña Pinktate, de la fundación ecuatoriana Jóvenes Contra el Cáncer. La iniciativa promueve la detección temprana y, aunque la actividad en el avión es excepcional, buscan que todos los meses lugares emblemáticos de Ecuador se pinten de rosado, color que representa la lucha contra la enfermedad.

El cáncer de seno es una de las principales causas de muerte de las ecuatorianas, según el ministerio de Salud. En 2017 fallecieron 670 personas por esta afección, lo que refleja una tasa de mortalidad de 3,99 por cada 100.000 habitantes.

Esta enfermedad arrebató en 2018 la vida a 627.000 personas en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. En el mismo año, hubo 2.787 nuevos casos en Ecuador.

A Rosero le diagnosticaron hace cuatro años un cáncer agresivo. "Escuchaba sobre el cáncer y me parecía tan lejano, pero un día al bañarme me di cuenta de que tenía una bola en el seno izquierdo", recuerda.

La sonrisa permanente de Rosero desaparece cuando recuerda el impacto que le causó ver por primera vez a niños en la sala de quimioterapia de un hospital de Quito. Y se le caen las lágrimas de solo pensar que sus seis pequeños nietos ("tres mujercitas y tres varoncitos") tuvieran que vivir esa experiencia.

- “Dos meses de vida” -

Lourdes Álvarez, de 33 años, sufrió la ablación de los dos senos. Sobre una cicatriz aparece una flor de loto morada, pintada y decorada con lentejuelas brillantes, hecha, como las otras, por el maquillador colombiano Camilo Mideros.

Su historia comenzó hace un año y medio, luego de que "una bolita de un centímetro, aparentemente de grasa, creciera siete veces más de tamaño en cinco meses" en su mama.

"El primer pronóstico era dos meses de vida porque estaban afectadas algunas partes de mi cuerpo, pero sigo aquí después de tres cirugías, y me faltan dos que ya están programadas", cuenta.

Álvarez es otra de las tantas "guerreras sobrevivientes del cáncer de mama", como las define Jóvenes Contra el Cáncer, cuya campaña incluyó además que la noche de regreso del vuelo desde Loja, la torre de control del aeropuerto que sirve a Quito luciera rosada.

Durante el vuelo las mujeres incentivaron y explicaron el autoexamen. "Seguimos acá, luchando y barriendo con todos los pronósticos de los médicos", dice Álvarez a la AFP.

Sus dos hijas de ocho y catorce años son "los motores" de su vida en la batalla contra el cáncer. "Ellas son las que me empujan todos los días a no darme por vencida, a no botar la toalla", asegura.

Dayana Patiño, de 23 años, es la más joven del grupo, quien además cumple el sueño de viajar en avión por primera vez.

"Es que me da miedo", manifiesta al cambiarse de puesto antes del despegue para sentarse junto a Rosero, quien intenta tranquilizarla: "No pasa nada, confianza en Dios", le dice.

El mensaje de Patiño, diagnosticada hace cinco meses, desata aplausos de los pasajeros. Hay que “tener ese coraje de seguir adelante y de amarse a uno mismo tal y como es: sin un seno o con un seno”.

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