A veces, las decisiones más inesperadas pueden tener los resultados más sorprendentes. Eso le pasó a una fanática canadiense de Taylor Swift que, al no saber a quién llevar al concierto en Vancouver el próximo 6 de diciembre, decidió donar sus entradas a una ONG. Lo que empezó como un simple gesto de generosidad se convirtió en algo mucho más grande cuando organizaron una rifa y lograron recaudar US$26.000.
Los boletos fueron donados a la Sociedad de Educación Comunitaria Lake Trail, ubicada en Courtenay, en la Isla de Vancouver, por una voluntaria de 19 años, Sophia Valliant. En el sitio web de la organización benéfica, Sophia compartió que tenía dos entradas adicionales y simplemente “no podía decidir a quién llevar”.
El 13 de noviembre, Sophia organizó una fiesta de creación de pulseras de la amistad para sus compañeras Swifties, donde se revelaron los afortunados ganadores. El evento logró recaudar un total de 26.657 dólares para la organización. Un padre y su hija de 10 años, residentes de Prince George, Columbia Británica, fueron los afortunados ganadores de las entradas.
“Estoy muy emocionada de ir con otros Swifties. Ojalá tuviera más entradas para poder llevar a todos”, comentó Valliant en un comunicado de prensa publicado.
La ganadora, Kathleen Strut, compartió que se unió al sorteo con la intención de regalar las entradas a su pareja, Chris, y a su hija Layla, quienes son grandes seguidores de Taylor Swift.
“Mi pareja lleva dos años intentando conseguir entradas y pensé que sería una gran experiencia para unir a Layla y a él, ya que también sería su primer gran concierto”, dijo en el comunicado. “Nunca gano este tipo de cosas, pero pensé que incluso si no ganaba, el dinero se destinaría a una gran causa”.
La amiga de Strut le envió el video del anuncio de su nombre durante el sorteo transmitido en vivo, y al principio ella no lo creyó, según la organización.
“Tuve que repetirlo tres veces porque estaba en estado de shock. Empecé a zumbar y llamé a mi pareja de inmediato, que todavía estaba en estado de shock”, dijo. “Una vez que tuvimos todo listo, se lo dije a Layla. Se quedó boquiabierta, gritó y luego preguntó: ‘¿Qué me voy a poner?’”.