Samanta asegura que, pese a sus años lidiando con lo paranormal, aún sigue sintiendo miedo. (Foto: @samantamarcoo/TikTok)
Samanta asegura que, pese a sus años lidiando con lo paranormal, aún sigue sintiendo miedo. (Foto: @samantamarcoo/TikTok)
Joel Dávila Quiñonez

Samanta Marco, tiene 26 años y vive en y ha cobrado por sus particulares habilidades para el espiritismo, pero en su día a día, se dedica al periodismo en una radio local de Bahía Blanca, por lo que en sus ratos libres utiliza para contar sus experiencias y agregar que, pese a todo, aún sigue teniendo miedo a sus encuentros paranormales.

Videntes desde los 4 años

En la plataforma china cuenta con más de 35 mil seguidores donde relata donde muchos quedan impresionados con sus que no pasan desapercibidos para nadie, inclusive para los más escépticos.

Ante esto, el medio argentino El Destape se comunicó con ella donde contó el origen de su don: “desde que tengo memoria, desde los 4 o 5 años, tengo recuerdos de percibir en el jardín”, además de añadir que cuando dormía se sentía observada a los 8 años, pues vivía en una casa de dos pisos con un pasillo en la parte de arriba que tenía miedo de cruzar: “sentía que había algo ahí, no sabía qué”.

Uno de los momentos que más la impactó fue cuando vio el espíritu de la amiga de su hermana que había perdido la vida: “ella tenía una compañera que falleció por cuestiones de salud y porque era una mujer grande. Recuerdo estar en el departamento de mi hermana y ver a esta mujer en la puerta de entrada, como queriendo darle un mensaje de que ella estaba bien”.

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Hermanas videntes

De hecho, Paola, su hermana, fue la primera persona a quien le contó sobre sus visiones y grande fue su sorpresa cuando se enteró que ella también veía a los espíritus: “al principio era todo muy tabú, porque yo vengo de una familia muy religiosa, mis hermanos eran testigos de Jehová. Además, yo tampoco sabía muy bien qué era lo que me pesaba, entonces, cuando le conté a mi mamá que veía cosas, me dijo: ‘Sami, no hay que creer en las brujas, pero que las hay, las hay’”.

Samanta les decía que sentía las presencias, que podía identificar si eran almas buenas o malas, pero cogió miedo a su “don” al escuchar que una mujer de su barrio murió a causa del espiritismo: “me centré en cerrar ese canal, pero nunca pude cerrarlo. Mi mamá me decía que si yo percibía cosas, era porque estaba abierta a hacerlo. Creo que mi liberación y la aceptación de que esto que me pasa viene de muy grande, alrededor de mis 20 años... nunca aprendí a lidiar con el miedo, todavía me sigo asustando”.

El apoyo de su mamá

Pese a sus creencias, su mamá fue quien la orientó a cómo manejar el miedo ante estas apariciones: “ella me calmaba, yo era muy chica y no entendía nada... calculo que viene de la sensibilidad, de ser una persona sensible, no solo a nivel perceptivo, sino también a nivel emocional. Creo que esa apertura es lo que te da la capacidad para poder sentir lo que quizás, otras personas no”.

Samanta cree fervientemente que todos los seres humanos nacemos con cierta sensibilidad, pero no todos son capaces de “abrir ese canal”, pero cuando lo abres es “como si fuese todo negro y, de repente, apareciera una lucesita y todas las entidades van hacía ahí, como cuando los bichitos van a la luz. Es una cosa así, y hay que aprender a convivir con eso”.

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¿Por qué los espíritus contactan con Samanta?

Sobre cómo hacen contacto con ella estas apariciones, lo cuenta de esta manera: “se comunican cuando quieren. He lidiado hasta con que me toque, me levanto hasta con rasguños o moretones. Yo no la he pasado muy bien porque, así como hay energía buena, hay energía muy mala que se alimenta del miedo”.

“Hace poco estaba subiendo las escaleras de mi edificio, me corrí pensando de que era un vecino y era un espíritu de un chico muy joven con un buzo rojo. A veces, lo veo tal y como se murieron, en el sentido de que si sufrieron un accidente, los veo accidentados. Generalmente, no tienen pies, por eso me doy cuenta, y aparte porque si ves a una persona y te das vuelta, sigue estando ahí. En cambio, en esta situación, se te aparece, vuelves a mirar y no están, entonces, es claro que te están llamando la atención”.

De hecho, en no pocas ocasiones tiene la intención que mande un mensaje a sus familiares vivos: “me acerqué a una tumba en un cementerio y sentir que esa persona nunca se enteró que había muerto, que estaba desesperada pidiendo auxilio, que no sabía dónde estaba”.

Sin embargo, la experiencia que más la aterrorizó fue cuando estuvo de vacaciones con su familia en una casa alquilada en Necochea: “ni bien entro, siento que hay una energía de una señora grande que no nos quiere ahí. Empiezo a recorrer la casa, como pidiendo permiso”, cuando, de pronto, su perro empezó a ladrar hacia la nada, pues asegura que estas mascotas son sumamente sensibles.

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Y continúa: “voy a levantar la valija del piso para ponerla en la cama, siento como que me choco con algo. Fue como un impacto, pero no había nada. Enseguida, se me puso la piel de gallina y la perra empezó a ladrar para donde yo estaba y supe que era la señora... todo fue empeorando: el dolor, los ruidos, sentía que me chitaban, que me hablaban... creo que esa fue la peor experiencia, porque no era un espíritu que quería transmitirme algo, era violencia, decía ‘váyanse’ y eso es terrible”.

No renunciaría a su “don”

Por eso, cuando decidió ingresar a TikTok para contar sus experiencias tuvo miedo que la tildaran de ‘esquizofrénica’ o ‘loca’, pero confiesa que tiene todo tipo de audiencia: “hay de todo, hay gente escéptica y otros que no entienden de este mundo, pero les gustaría entenderlo... a mi novio le costó creerme, casi medio año de relación, hasta que vivió un par de episodios fuerte a mi lado y me empezó a creer”.

Finalmente, al ser preguntada si renunciaría a su “don”, fue clara en su respuesta: “lo volvería a elegir porque no sé lo que es no tenerla, entonces, uno no extraña lo que no tiene. Es más lo bueno que me da que lo malo. Es lindo poder aliviarle el dolor a la gente en lo que es el duelo por la pérdida de una persona. Me gustaría entienda que hay algo mucho más grande que lo que nosotros pensamos y que no comprendemos ni de casualidad”, sentenció.


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