El 21 de diciembre marca un acontecimiento astronómico fundamental en el calendario anual: el solsticio de invierno. Este día es significativo porque es cuando el hemisferio norte experimenta el día más corto y la noche más larga del año. El evento no solo es un fenómeno interesante desde un punto de vista científico, sino que también ha influido en diversas culturas y tradiciones a lo largo de la historia. Pero, ¿por qué ocurre exactamente esto? ¿Y cómo es que este fenómeno afecta las estaciones y los climas de nuestro planeta?
El solsticio de invierno ocurre cuando el sol alcanza su punto más bajo en el cielo, directamente sobre el Trópico de Capricornio, ubicado a 23,5 grados al sur del Ecuador. Este evento marca el inicio del invierno en el hemisferio norte y el verano en el hemisferio sur. En este día, el astro se encuentra en su posición más austral del año, lo que resulta en una jornada en la que las horas de luz solar son mínimas. Pero para entender por qué el 21 de diciembre se presenta con el día más corto y la noche más larga, es necesario examinar cómo se mueve la Tierra.
¿POR QUÉ EL 21 DE DICIEMBRE TIENE EL DÍA MÁS CORTO Y LA NOCHE MÁS LARGA?
La clave para entender este fenómeno radica en la inclinación del eje terrestre. La Tierra no orbita de manera perpendicular al plano de su órbita alrededor del sol, sino que está inclinada a 23,5 grados sobre su eje. Esta inclinación es la principal responsable de las estaciones y de las variaciones en la duración de los días y las noches a lo largo del año. Cuando llega el solsticio de invierno, el hemisferio norte está inclinado en dirección opuesta al Sol, lo que provoca que los rayos solares lleguen de manera más oblicua y que el tiempo que permanece sobre el horizonte sea mucho más corto.
Durante el solsticio de invierno, el Polo Norte está orientado hacia el espacio exterior, y por lo tanto, recibe menos luz solar directa. En contraste, el Polo Sur está inclinado hacia el sol, lo que resulta en el comienzo del verano para esa mitad del planeta. Como consecuencia, el 21 de diciembre es el día en el que las zonas del hemisferio norte reciben la menor cantidad de luz solar. En algunas regiones cercanas al Círculo Polar Ártico, la luz del día es casi inexistente.
Por ejemplo, en ciudades como Oslo, Noruega, el sol se levanta a las 9:18 a. m. y se pone a las 3:12 p. m., lo que otorga solo unas pocas horas de luz. En lugares más extremos como Nome, Alaska, los residentes solo podrán disfrutar de poco menos de cuatro horas de luz solar. En el caso de Prudhoe Bay, también en Alaska, ubicada dentro del Círculo Polar Ártico, no se verá ni un solo rayo de sol durante este día, lo que significa una noche perpetua durante varias semanas.
Este fenómeno también tiene implicaciones para el clima y la vida cotidiana en estas zonas. La falta de luz solar prolongada en invierno reduce la capacidad de las plantas para realizar la fotosíntesis y disminuye la temperatura ambiente, creando un clima frío y oscuro. Sin embargo, este fenómeno es equilibrado por la llegada del solsticio de verano, cuando el hemisferio norte experimenta sus días más largos y cálidos.
El 21 de diciembre es el día más corto y la noche más larga del año debido a la inclinación del eje de la Tierra. Este fenómeno marca el inicio del invierno en el hemisferio norte, cuando la inclinación del planeta provoca que el Sol se encuentre en su posición más baja en el cielo, resultando en menos horas de luz. Por el contrario, en el hemisferio sur, se celebra el solsticio de verano, caracterizado por un día más largo y una noche más corta. Así, el solsticio de invierno es una manifestación de la compleja danza astronómica que regula nuestras estaciones y el ciclo anual de luz y oscuridad.
Bachiller en Periodismo de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Con siete años de experiencia en medios de comunicación escritos, tanto en ediciones impresas como digitales. Actualmente redacto para el Núcleo de Audiencias del Grupo El Comercio.