Mucho se ha escrito sobre la controversial decisión de tener como sede del último Mundial 2022 a Qatar. Poco antes del torneo, Sepp Blatter, involucrado en una investigación de fraude, dijo que la elección fue un “error” y una “mala decisión”. En ningún momento menciona las serias denuncias de violación de derechos humanos y laborales en la construcción de los estadios. Es clave recordar que 16 de los 22 involucrados en esta decisión -de ceder a localía a Qatar- todavía son investigados por fraude y corrupción. Algunos han sido sancionados por el Comité de Ética de la FIFA y otros fueron expulsados del Comité Olímpico Internacional.
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Si bien el Mundial rompe récords en cada edición, existe una corriente disidente que no pierde la oportunidad de visibilizar problemáticas sociales y políticas globales. La política en el fútbol puede ser colectiva. Por un lado, el brazalete “One Love” que llevó la selección alemana causó revuelo al considerarse que el fútbol no debía ser un terreno político.
Sin embargo, el boicot hacia Qatar 2022 empezó desde antes. Alemania tuvo 64% menos de espectadores en su debut mundialista respecto de Rusia 2018. Más allá de su lamentable performance en la fase de grupos, varios individuos mostraron su rotundo rechazo a la sede mundialista y lo que el gobierno de aquel país representa. Similares muestras tuvieron la selección de Australia, e incluso otras tantas inicialmente pensaron plegarse a dicha manifestación, siendo disuadidos finalmente por las sanciones de la FIFA.
También existe la política individual. Por ejemplo, Kylian Mbappé escondió la conocida marca de cerveza que auspicia el mundial en dos ocasiones. El jugador tiene una política personal de no publicitar comida rápida, bebidas azucaradas y alcohólicas. Y todo esto pese a las multas a las que es sujeto en cada partido.
En el transcurso de la historia del balompié, los ídolos más grandes del fútbol no tuvieron reparos en manifestar sus simpatías políticas diametralmente opuestas. Por su lado, Pelé no estuvo exento de polémica. Durante la dictadura brasileña de 1964 -1985, mientras políticos y artistas terminaron asentándose en el extranjero, aparecía junto Emílio Garrastazu Médici, líder autoritario de la facción más dura de aquel régimen. El slogan en Brasil de esos años era: “Brasil: ámalo o déjalo” en alusión al gran número exiliados políticos.
Gran resumen
Décadas más tarde O’Rei declaró “estoy avergonzado de Brasil; todo lo que se escucha es sobre sobornos, robos y políticos corruptos”. Sin embargo, el tricampeón mundial mantiene una relación con Ricardo Teixeira, ex presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), a quien la FIFA le pprohibió de por vida ejercer cargo alguno por aceptar millones de dólares en sobornos.
Por otro lado, el ‘Pelusa’ Diego Armando Maradona tuvo una relación muy cercana con líderes de izquierda como Fidel Castro y Hugo Chávez. Llevaba un tatuaje en la pierna izquierda con el rostro de Fidel, y un tatuaje en el brazo del Che Guevara. Sobre la muerte de Chávez dijo en sus redes sociales “Viva Chávez!!!! Viva Maduro!! Viva la revolución!!!” (dixit). En política argentina se declaró peronista y gran admirador de Néstor Kirchner. Argentina perdió un gladiador, escribió el día de su muerte.
Pensar que el fútbol estará exento de la política es virtualmente imposible. El deporte más popular del mundo es también un espacio donde distintos ídolos buscan plasmar sus preferencias electorales, su visión del mundo y los valores personales que poseen.
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