“Yo lo comparo con San Agustín, su maestro, me atrevo a colocarlos uno al lado del otro”. Las palabras son del cardenal y teólogo Christoph Schönborn y hacen referencia a su maestro, Joseph Ratzinger, quien falleció esta semana. “Después de siglos hemos tenido un papa teólogo, un maestro de la teología”, añadió.
¿A qué se refería?
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El cardenal Gerhard Müller tuvo palabras similares para Benedicto XVI y lo describió como “gran pensador” y “verdadero Doctor de la Iglesia”. Además, Müller sostuvo que los mejores libros del expapa son “‘Introducción al cristianismo’ y ‘Escatología: La muerte y la vida eterna’, y su trilogía de Jesús para un público en general bien educado”.
De allí que pida que Ratzinger sea considerado como Doctor de la Iglesia.
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Según la agencia EFE, solo 36 personas son consideradas por la Iglesia Católica con ese título que significa que aportaron “de manera excepcional” y defendido “la ortodoxia cristiana con sus propios escritos”. Se trata de un reconocimiento difícil de conseguir debido a que se “necesita un largo procedimiento y una canonización”, aunque también es cierto que “el papa puede conceder por su propia iniciativa”.
¿Y cómo se eligen?
EFE anota que las conferencias episcopales pueden postular candidatos, pero que las propuestas deben ser evaluadas por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Una vez que son aceptadas, es turno de la Congregación para las Causas de los Santos. Con su visto bueno, “se convoca una reunión conjunta de los cardenales de ambas, que somete formalmente la petición al Papa”.
Los primeros en ser elegidos fueron san Jerónimo, san Agustín, san Ambrosio y san Gregorio Magno, cuya designación data de 1298. Para 1568, se sumaron santo Tomás de Aquino, san Gregorio Nacianceno, san Juan Crisóstomo, san Atanasio el Grande y san Basilio Magno.
¿Y mujeres? Solo hay cuatro: Santa Catalina de Siena, Santa Teresa de Ávila, Santa Teresa de Lisieux y Santa Hildegarda de Bingen (designada por el mismísimo Benedicto XVI).