Si Estados Unidos quería reforzar su vínculo con América Latina, bastante descuidado en las últimas décadas, su enfoque para hacerlo no está siendo el más exitoso. La atención de la Novena Cumbre de las Américas, de la cual es anfitrión, se ha puesto en los presidentes que no han sido invitados y los que han boicoteado esta decisión, y no al foco de la reunión, que se supone debe ser un foro de cooperación y discusión.
Uno de los asuntos claves es, sin duda, el tema migratorio. Aunque no forma parte de los ejes centrales de la cumbre, la migración hacia Estados Unidos es un tema muy sensible, tanto en la política interna de la primera potencia como del resto de países latinoamericanos.
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Por ello, que no asisten los presidentes de los países que más migrantes llegan hasta la frontera sur de Estados Unidos deja un sabor bastante agrio.
Además del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien el lunes confirmó que no iría a Los Ángeles en protesta por la decisión de Washington de marginar a Cuba, Venezuela y Nicaragua, tampoco van los mandatarios de Honduras y Guatemala. Nayib Bukele, de El Salvador, aún no confirma su asistencia.
En el caso de Guatemala, el presidente Alejandro Giammattei argumentó su ausencia por temas de agenda, pero en mayo ya había dicho que no acudiría porque señalaba que no sería invitado por la administración Biden. Y es que Estados Unidos criticó semanas antes su decisión de reelegir a una fiscal general con sospechas de corrupción.
En Honduras, la presidenta Xiomara Castro, de izquierda, tampoco asiste, pero en la misma línea de AMLO, aunque se presume que no va en represalia con lo ocurrido años atrás con su esposo, el exmandatario Manuel Zelaya, quien fue derrocado del gobierno en el 2009 y no recibió el apoyo de Washington en su momento.
Pese a las ausencias, Estados Unidos aprovechará el foro para anunciar un compromiso de inversión privada en Centroamérica por 1.900 millones de dólares con el fin de mitigar la migración masiva.
Con este monto, las promesas de inversión del gobierno de Biden en estos países ya suman 3.200 millones de dólares.
“Este plan de inversión para Centroamérica no es poca cosa, pero tampoco es nuevo porque en los años de Obama también hubo estos programas. Sabemos que muchos de estos procesos migratorios desde Centroamérica hacia EE.UU. tienen que ver con el cambio climático, inundaciones y sequías que derivan en condiciones de pobreza, y en esa época se logró disminuir el flujo de migrantes por esas políticas, que con el presidente Trump se eliminaron”, explica a El Comercio la analista María Puerta Riera, profesora de Ciencias Políticas en el Valencia College de Orlando.
No obstante, puntualiza que “no hay que confundir el tema migratorio en Centroamérica, donde se trata de migrantes por causas económicas o incluso climáticas, con los migrantes de Venezuela, Cuba o Nicaragua”, dice la analista María Puerta Riera. “La crisis migratoria de estos tres países tiene que ser vista en el marco de un proceso de deterioro democrático”.
Como para no hacer olvidar a Washington la gravedad del tema y haciendo coincidir con la cumbre, una nueva caravana de migrantes integrada por unas 5 mil personas -entre centroamericanos y venezolanos- ha salido el lunes desde Tapachula, México, con destino hacia la frontera estadounidense.
Hablemos de democracia
Aunque Estados Unidos quiere demostrar en la Cumbre de las Américas que está dispuesto a recomponer las relaciones con sus vecinos regionales, y así contrarrestar la influencia de China y Rusia en América Latina, lo cierto es que no está cerca de lograrlo.
Porque no solo son las ausencias de Cuba, Venezuela y Nicaragua -que no fueron invitados por tener gobiernos dictatoriales- sino que al boicot de México, Guatemala y Honduras se sumó Bolivia. El presidente uruguayo Luis Lacalle Pou no asistirá por haber dado positivo en Covid-19.
Para Puerta Riera, el error ha estado en la manera en cómo la administración Biden comunicó la decisión de no incluir a estas autocracias.
“Hay muchos que critican este tipo de cumbres, pues uno no puede tener en un mismo foro a países con intereses disímiles, incluso desde el punto de vista comercial. Yo creo que hay que hacer más esfuerzos bilaterales, pero también creo que a la administración Biden le ha faltado fuerza al utilizar estos espacios en esta lucha global por las democracias en riesgo frente a estas autocracias iliberales”, comenta a este Diario.
Y agrega: “Estados Unidos debió ser más firme en la defensa de la democracia frente a los autoritarismos, y decir que el que va a la cumbre es porque está comprometido con la democracia, y el que decide inhibirse es porque está del lado opuesto. Creo que debió darse un mensaje más contundente”.
Sin embargo, hay un aspecto que no es menor. Estados Unidos dejó de ser el ejemplo de democracia sin fisuras. Lo ocurrido el 6 de enero del 2021 con la toma del Capitolio en Washington es, sin duda, uno de esos momentos que siempre serán tomados en cuenta.
“Hay esta percepción de que Estados Unidos ya no es un factor predominante de liderazgo o de que su voz como promotor de la democracia ha quedado disminuida. Lo que hay ahora es un pulso. EE.UU. dejó un vacío, y ese vacío lo llenaron otros, como China y Rusia, y ahora lo que estamos viendo es que hay una desarticulación en las relaciones, y esas relaciones tienen que ser reconstruidas, pero bajo otros parámetros”, explica Puerta Riera.
Sin embargo, la realidad, por ahora, nos sigue diciendo que América Latina seguirá estando al final en la lista de prioridades para Washington, y el enfoque de esta cumbre es una muestra de ello.
“En lugar de estar dando lecciones de democracia, lo que hay que trabajar es en un esfuerzo de blindar y proteger a las democracias que están en crisis”.
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