Inyectaba insulina en ampollas y bolsas de solución salina, de esas que se aplican de forma intravenosa a pacientes con fallo cardíaco, edema pulmonar, insuficiencia renal, hipertensión y otras afecciones.
Y después otros asistentes sanitarios las utilizaban involuntariamente con sus víctimas, generalmente ancianas.
Ese era el modus operandi de Victorino Chua, un enfermero filipino que fue hallado culpable del asesinato de dos personas y del envenenamiento de otras 20 en el hospital Stepping Hill de Stockport, en el noroeste de Inglaterra, entre 2011 y 2012, cargos que él niega.
Al menos esa era su táctica inicial, antes de que supiera que la policía lo investigaba. Después pasó a sabotear prescripciones, duplicando y triplicando las dosis recetadas.Los hechos ocurrieron en el hospital Stepping Hill de Stockport, en el noroeste de Inglaterra.
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Así lo descubrió la policía de la ciudad después de tres años de indagación. Un proceso que consistió en la visualización de cientos de horas de grabación de las cámaras de seguridad, además de las entrevistas al personal del centro de salud.
Ha sido el “mayor caso de la década”, como “juntar un millón de piezas de un rompecabezas”, según Ben Southam, de la Fiscalía de la Corona, de Manchester.
INSULINA EN SANGRELos hechos ocurrieron entre junio de 2011 y enero de 2012.
La mañana del 6 de julio de 2011, por ejemplo, el médico que visitó a Beryl Hope, una paciente de 70 años, la encontró sudorosa y con el nivel de azúcar en sangre “profundamente bajo”, algo que podía responder a una dosis demasiado alta de insulina.Chua utilizaba una aguja hipodérmica para contaminar bolsas de solución salina y ampollas.
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Tampoco reaccionaba ante los estímulos. Y nada de eso había observado el enfermero que la revisó en el último turno, Chua.
Algo similar ocurrió con Grant Misell, de 49 años, quien ingresó en el hospital la tarde del 11 de julio de ese mismo año.
A la mañana siguiente, a las 6:00, Chua le tomó una muestra de sangre y una hora después anotó que se encontraba “sensible y alerta”.
Sin embargo, en pocas horas lo encontraron sumido en un coma. La muestra que le había sido tomada no fue desechada, así que se pudo comprobar que su nivel de azúcar en sangre era “peligrosamente bajo” debido a una “cantidad significativa” de insulina.
También alteró prescripciones.
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Misell no era diabético, por lo que no había razón para que le fuera suministrada la sustancia.
Ambos casos fueron mencionados durante el segundo día de interrogatorios en el Tribunal de la Corona de Manchester.
Pero cuando el fiscal Peter Wright le preguntó a Chua sobre estos, el filipino negó conocerlos.
“DIABLO DENTRO”Chua fue arrestado por primera vez en enero de 2012, y lo detuvieron de nuevo en marzo de 2014.
Una de las evidencias clave para inculparlo fue una carta escrita por él mismo y que fue hallada por la policía en su casa de Stockport.Una de las pruebas clave para inculparle fue una carta escrita por él.
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En ella, el enfermero se describía a sí mismo como “un ángel convertido en una persona malvada”. También escribió que tenía “el diablo dentro” y que había cosas que se llevaría “a la tumba”.
Chua, de 49 años y padre de dos hijos, fue hallado culpable de un total de 33 cargos.
Entre ellos, de la muerte de Tracey Arden, de 44 años, y de Derek Weaver, de 83.
Sin embargo, no fue declarado responsable del fallecimiento de Arnold Lancaster, de 81 años, aunque sí de su envenenamiento.
Fue hallado culpable de la muerte de Tracey Arden, de 44 años (izquierda), y de Derek Weaver, de 83 (derecha).
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Y fue hallado culpable de 22 intentos de provocar lesiones corporales graves, de un cargo por administrar veneno, de un intento de hacerlo y de varios cargos por alterar prescripciones.
Chua, por su parte, negó todos los cargos y la firma que lo representa, CM Solicitors, informó que su cliente mantiene su inocencia y que está considerando apelar el fallo.
Además, el enfermero no mostró ninguna emoción cuando fue leído el veredicto. Algo que sí hicieron sus víctimas.
RAZONES DESCONOCIDASUna de ellas, Philip Jones, dijo que se creyó “desahuciado” después de que el enfermero lo envenenara con insulina.
Cuando le preguntaron por qué Chua lo pudo haber envenenado, contestó: “Debía estar estresado o algo”.
“Creo que debía estar medicado o algo. No encuentro sentido a que alguien pueda hacer algo así a una familia”, añadió.
La fiscalía sospecha que podría no estar cualificado para ejercer como enfermero en Reino Unido.
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El tribunal, por su parte, no pudo esclarecer las razones detrás de su comportamiento. Y concluyó que Chua decidió canalizar sus frustraciones con los pacientes “por razones que verdaderamente sólo él conoce”.
Además, la policía y la fiscalía sospechan que podría no estar cualificado para ejercer como enfermero en Reino Unido.
Y es que cuando la policía de Manchester visitó Manila, la capital filipina, descubrió inconsistencias entre los dos certificados de enfermería de Chua.
“No se corresponden entre ellos”, dijo al respecto el superintendente departamental, Simon Barraclough. “Asumiendo que uno de los títulos es correcto, el otro no lo es”.
Al falta de explicaciones, Zubia Aslam, quien también sobrevivió al goteo de una solución salina contaminada, dijo tras conocerse el veredicto: “Al menos alguien ha sido llevado ante la justicia y eso nos da algo de paz mental. Pero aún queda una cicatriz, una cicatriz que se desdibujará con el tiempo pero que nunca se borrará del todo”.El juez concluyó que Chua decidió canalizar sus frustraciones con los pacientes “por razones que verdaderamente sólo él conoce”.
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A lo que agregó: “Mi vida no volverá a ser la misma. Esto la puso del revés, también la vida de mi familia, y aún tengo preguntas sobre cómo pudo permitirse que ocurriera”.
Ante esto, Ann Barnes, directora del fideicomiso de la fundación del Sistema de Salud Nacional (NHS, por sus siglas en inglés) de Manchester, consideró los crímenes de Chua “chocantes y terribles”.
“Nuestro almacenamiento de (soluciones) salinas y gestión de prescripciones en el momento del incidente era el típico del resto de hospitales del país”, explicó.
Y añadió: “Mientras ningún sistema hospitalario ni proceso pueda ofrecer una completa garantía contra las acciones de determinados criminales, se pusieron en marcha medidas adicionales a la práctica habitual”.