Por: Renzo Giner Vásquez (@SebGiner)
Nací hace 55 años en la ciudad de Batumi, actual Georgia. Soy un cosmonauta ruso que ha viajado cuatro veces al espacio exterior. Entre los múltiples premios que he recibido destaco la medalla de Héroe de la Federación Rusa. Estoy casado con Larissa y tengo dos hijas: Dasha y Eliana, las tres forman mi “pequeña muralla china”. Una de las cosas que no me gusta es que me llamen de la oficina en mis vacaciones, tengo claro que ese tiempo es para aprovecharlo al máximo junto a mi familia, sobre todo con mis hijas. Más que la opinión de mi jefe, la que prima es la de mi familia. Mi meta siempre será ser un buen padre y esposo.
Yurchikin visitó Lima para evaluar los avances del proyecto Chasqui 1, el primer satélite peruano lanzado al espacio. “Es la primera vez que vengo a Sudamérica, sin contar las veces que volé sobre ella”, nos dice el cosmonauta.
—¿Qué siente uno en el espacio?Como dijo un colega: cada uno sale al espacio siendo patriota de su país, pero regresa siendo patriota de la Tierra. Ahí llegas a entender que la humanidad tiene una sola casa.
—No se ven las fronteras… No se ven las fronteras pero sí los problemas creados por el hombre, como la deforestación, derrames de petróleo en el mar o el mal cuidado del medio ambiente alrededor de las grandes ciudades. Como dije, tenemos una sola casa y debemos unir esfuerzos para que nuestros hijos tengan una buena casa.
Fiodor durante su tercera caminata lunar, el 23 de julio de 2007. (Foto: NASA bajo licencia Creative Commons)
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—¿Le costó estar tan aislado?El hecho de prepararme psicológicamente no fue difícil por el hecho de que lo quise desde niño. Las condiciones son duras, pero la preparación en la Tierra también implica el hecho de aislarse. Nos preparan para estar lejos de casa, a mi familia también. Al llegar a la estación, yo me formulé una regla: si me comporto como si estuviera en casa todo estará bien, el lugar será precioso. Pero si lo tomo como algo extraño, seguro tendré problemas. El hombre en la Tierra debe tener ese enfoque, ver lo que está a su alrededor como su casa. Tendríamos menos problemas.
—¿Qué momento fue el más difícil?Durante mi segundo viaje, en junio del 2007, surgió un problema en las computadoras rusas de la estación. No lográbamos reiniciarlas, incluyendo las que permitían el paso del aire y de agua; pasaron tres días y no había ningún progreso. Acá elaboraban el plan de rescate, era un momento muy difícil porque estábamos preparados para un viaje de larga duración y teníamos muchas tareas interesantes. Al cuarto día hallamos la solución. Era el logro de los que trabajaban desde acá, pero nosotros también apoyamos. Esperamos un poco y volvimos a trabajar con el doble del esfuerzo. El problema fue emocional por el riesgo de que se terminara la expedición.
—¿Qué piensa en momentos así? Lo primero es intentar no pensar en que la misión peligra, trabajamos tan duro en resolver el problema que poníamos todo nuestro esfuerzo en buscar la razón. Acordamos en dividirnos el trabajo y buscar la fuente del problema.
—Parece entrenado para no sentir miedo…Si tienes miedo, cosmonauta o no, serás malo en lo que haces. Doctor, ingeniero, padre, lo que sea. Si algo malo pasa con tu hijo y estás con miedo, entonces eres un mal padre. Uno debe conservar la calma, transmitirla y luchar. Estamos entrenados para manejar esas situaciones, pero cada persona tiene el reto de vencer el miedo en sí mismo.
—¿Qué momento es el más tenso: salir de la Tierra o regresar?El más tenso es cuando empiezas a entrenarte. Este momento termina cuando empiezan las vacaciones [risas] no solo para el cosmonauta, sino también para su familia.
—¿Cómo son los primeros días en la Tierra? Primero debemos estar bajo custodia médica. Hay que readaptarse a la Tierra. Después viene un mes de trabajo duro para elaborar un detallado informe sobre nuestro trabajo en el espacio. Luego descansamos un mes y medio. Durante el descanso nos reunimos con la sociedad y visitamos escuelas. Frecuentemente pregunto a la gente cuán necesaria creen que es la cosmonáutica para la sociedad.
—¿Qué respuestas obtiene?Por lo general, se lleva por aspectos económicos, técnicos o morales. Sin embargo, hace poco en Ecuador una niña me sorprendió. Dijo: “El más grande misterio es cómo apareció la humanidad, para descubrirlo el hombre debe hacer todo lo posible, incluyendo salir del planeta”. Me quedé en shock, a esta niña la podemos poner en la ONU [risas].
—¿La carrera espacial con EE.UU. se mantiene?Siempre estoy a favor de una competencia, pero no rivalidad. Estoy a favor de una competencia favorable, profesional, como los deportistas. En el que todos tengamos el entendimiento del ‘fair play’ [risas].
—Hace poco lanzamos el satélite Chasqui 1. ¿Cuán importante es?Tuvieron una experiencia única. Normalmente el Estado empieza los programas espaciales, en este caso fueron universidades de ambos países. Nos gustaría que el Estado lo continúe. Desde Rusia tenemos la disposición de trabajar juntos.