Este lunes, una fuente estadounidense anónima aseguró que Rusia había pedido ayuda militar a China. Sin referirse directamente a esas declaraciones, Pekín acusó a Washington de difundir “desinformación”. Las declaraciones se produjeron poco antes de una reunión de alto nivel entre EE.UU. y China. Cecilia Barría hace un repaso aquí de lo que implica la relación económica entre Moscú y Pekín.
La guerra en Ucrania no solo se libra en el campo de batalla.
Occidente ha desplegado una artillería económica para tratar de asfixiar a la economía rusa que está a punto de entrar en cesación de pagos o default, según advirtió la agencia de calificación de riesgos Fitch.
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La batería de sanciones incluye medidas comerciales, financieras y energéticas.
Algunas de las sanciones impuestas por Occidente incluyen la prohibición a una buena parte de los bancos de hacer o recibir transferencias internacionales a través del sistema de pagos globales Swift, la limitación de acceso de las entidades bancarias a créditos internacionales y la paralización de los activos del Banco Central de Rusia y de algunos bancos públicos y privados.
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A eso se suma el asedio a las fortunas de oligarcas y senadores rusos, la retirada de empresas comerciales occidentales o la suspensión de operaciones en Rusia de Visa, Mastercard y American Express.
Si bien la Casa Blanca y el Reino Unido dieron un paso más adelante al anunciar un bloqueo a las importaciones energéticas rusas (con efecto inmediato en el caso de Washington y de aplicación progresiva en el caso de Londres), una de las sanciones más dolorosas para Moscú, señalan expertos, sería que Europa impusiera un bloqueo al gas natural ruso, algo que, hasta ahor,a continúa siendo poco probable.
De hecho, cerca del 40% del gas natural que importa la Unión Europea y alrededor del 26% de su petróleo provienen de Rusia. Con ese nivel de dependencia, analistas consideran que el bloque está bastante atado de manos.
Gracias a la escalada del precio del crudo en los mercados internacionales, Vladimir Putin continúa recibiendo un flujo permanente de fondos en sus arcas fiscales, pese a las sanciones de EE.UU. y Reino Unido, cuyo alcance ha sido considerado por analistas como limitado.
Moscú, por su parte, juega con su artillería energética: es el segundo mayor exportador de gas natural del mundo y el tercer mayor exportador de petróleo, detrás de Estados Unidos y Arabia Saudita.
Pero además, Rusia y Ucrania, alguna vez llamados “el granero de Europa”, exportan más de una cuarta parte de la producción global de de trigo y una quinta parte de la de maíz, productos básicos cuyo precio se ha ido a las nubes.
En este contexto es que el vínculo (y político) entre Rusia y China adquiere relevancia.
“Sin duda la relación de cooperación entre Rusia y China es energética y militar”, le dice a BBC Mundo Alicia García-Herrero, economista jefe de Asia-Pacífico en el banco de inversión francés Natixis, quien ha vivido y trabajado en Hong Kong desde hace casi dos décadas.
El comercio entre China y Rusia ha crecido aceleradamente.
Alcanzó un nuevo máximo de casi US$147.000 millones el año pasado, casi un 36% más que el año anterior, y representó alrededor del 18% del comercio total de Rusia en 2021.
Durante la visita del presidente Putin a China el mes pasado, los dos países anunciaron que aumentarán su comercio a US$250.000 millones para 2024, además de firmar acuerdos comerciales a largo plazo, especialmente en el sector energético.
Y esta semana, el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, insistió en que los lazos entre ambos países siguen siendo “sólidos como una roca”.
“No importa cuán precaria y desafiante sea la situación internacional, China y Rusia mantendrán un enfoque estratégico”, apuntó.
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China es actualmente el mercado más grande para las exportaciones rusas, como petróleo, gas, carbón y productos agrícolas.
Y está claro que Rusia ha comenzado a exportar mucho más a China en los últimos años.
Sin embargo, la Unión Europea, como bloque, es de lejos el mayor socio comercial de Rusia. En 2021, el comercio total entre ambos tuvo un valor casi el doble que el comercio de China con Rusia.
Pero con la guerra, la relación entre el gigante asiático y Europa podría dar un giro.
“Es inevitable que el comercio entre la Unión Europea y China disminuya a la luz de las sanciones”, le dijo a la BBC la economista especializada en comercio internacional y directora ejecutiva de la consultora Coriolis Technologies, Rebecca Harding.
“La crisis actual acaba de agudizar el enfoque dentro de la Unión Europea sobre la necesidad de diversificar el suministro”.
La economía de Rusia depende en gran medida de la exportación de petróleo y gas,
El año pasado, Rusia fue el segundo mayor proveedor de petróleo y el tercer mayor de gas de China.
“Las exportaciones rusas de petróleo y gas a China han aumentado a un ritmo de más del 9% anual durante los últimos cinco años. Este es un crecimiento rápido, pero aun así, China es la mitad del tamaño del mercado de la Unión Europea para el petróleo ruso”, explicó Harding.
En relación al petróleo, los últimos datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE) muestran que el año pasado, China representó solo el 20% de las exportaciones de Rusia. Entonces, si bien es un comprador importante, las exportaciones rusas de crudo están más diversificadas.
En el caso del carbón, China es el mayor comprador de carbón de Rusia. De hecho, los dos países firmaron un nuevo acuerdo por un valor de más de US$20.000 millones, una semana antes del inicio del conflicto.
“China le va a dar todo el aire que pueda a Rusia porque le interesa que no salga derrotada, pero otra cosa es la cantidad de aire que le pueda dar”, le dice a BBC Mundo Juan Carlos Martínez, profesor de Economía en la universidad IE Business School, España.
China le puede comprar más petróleo a Rusia, agrega, pero es mucho más difícil que le compre gas, en la medida que la mayor parte de las exportaciones se hacen a través de gasoductos que van hacia Europa.
“China puede aliviar a la economía rusa pero no le va a salvar”, apunta.
Por otro lado, los suministros que pueden correr a través de un nuevo gasoducto recientemente acordado entre Rusia y China (Power of Siberia 2) tendrían solo una quinta parte de la capacidad del gasoducto Nord Stream 2, cuya entrada en operaciones fue bloqueada por Alemania cuando comenzó el conflicto bélico.
Sin embargo, a más largo plazo es posible que China aumente las importaciones de gas ruso para intentar reducir su fuerte dependencia del carbón.
En el sector de los alimentos, Rusia es el exportador de trigo más grande del mundo.
China solía restringir importaciones provenientes de ciertas áreas de Rusia debido a preocupaciones sanitarias. Sin embargo, el mismo día que comenzó la guerra, las autoridades aduaneras de China anunciaron el levantamiento de todas las restricciones sobre el trigo y la cebada rusos.
Intentando disminuir la dependencia del sistema financiero occidental, en los últimos años, ambos países han trabajado en desarrollar sus propios sistemas de pago alternativos al SWIFT y reducir el uso del dólar.
Rusi ha estado desarrollando su Sistema de Transferencia de Mensajes Financieros (STFM), mientras que China cuenta con el Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS), los cuales operan en sus propias monedas.
Pero en 2021, solo un banco chino se había unido a STFM ruso, mientras que por el otro lado, algunos bancos rusos e instituciones financieras globales se han conectado parcialmente al sistema chino.
Y un estudio publicado por el Centro Carnegie de Moscú sostiene que estos sistemas de pago locales “no son una alternativa a SWIFT”.
El plan de desarrollar un sistema de pagos alternativo que le permita operar con mayor autonomía del sistema financiero global, es una aspiración que Pekín tiene desde hace años, pero éste aún tiene un desarrollo muy incipiente, dicen expertos, lo que significa que aún faltan muchos años antes de que logre funcionar como una opción paralela.
Por ahora, solo alrededor del 17% del comercio entre Rusia y China utiliza el yuan chino, según informes de prensa que citan estadísticas oficiales rusas.
Los negocios y la política suelen ir de la mano. Desde Hong Kong, la economista Alicia García-Herrero, argumenta que la relación comercial entre Moscú y Pekín se ha estrechado desde que Rusia anexó a su territorio la península ucraniana de Crimea en 2014.
“Antes de Crimea la relación entre ambos países era casi inexistente”, dice la economista Alicia García-Herrero.
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Pero a partir de ese momento, que marcó una de las peores crisis entre Rusia y Occidente desde la Guerra Fría, la alianza comercial entre ambos países comenzó a desarrollarse a pasos agigantados.
En aquella época llegaron a un acuerdo para construir el gasoducto “Power of Siberia 1”, financiado por Pekín, con el objetivo de exportar el gas ruso a China. “Putin entendió que su futuro estaba en Asia”, apunta.
Y hace poco firmaron un acuerdo para extender el negocio a través de la construcción del gasoducto “Power of Siberia 2”, que cuando entre en operaciones, permitirá hacer la conexión entre los gasoductos rusos que van a Europa y el de China.
Además de la seguridad energética que busca China al aliarse con Rusia, agrega, también busca la seguridad militar porque “son cosas complementarias”, argumenta la analista.
Por ejemplo, el desarrollo militar de China está más centrado en misiles de corto alcance, mientras que Rusia ha puesto el foco en los misiles de largo alcance.
Desde esa perspectiva, dice García-Herrero, los negocios armamentísticos también estarán sobre la mesa.
Por un lado, a Rusia no le conviene hacerse tan dependiente de China. Pero ahora que está en medio de una guerra en Ucrania, explica la analista, necesita que Pekín sea su aliado comercial.
Y desde el punto de vista de los intereses chinos, es clave que Moscú sea económicamente más dependiente de Pekín “para asegurarse el suministro de energía”, dice la analista.
En un nivel más geopolítico, la relación económica entre ambos países, opina García-Herrero, se basa en que tienen una visión parecida sobre lo que debería ser un nuevo orden global.
“Tienen un acuerdo de caballeros: Rusia vuelve a ser la ´Gran Rusia´ y China consolida su poder”.
Los une la visión de un mundo donde la hegemonía es China, pero con un espacio para ´el bulldog´ o el ´perro que ladra´, que es como en China le llaman a Rusia, en el sentido de que Rusia aporta su potencia nuclear“.
“A medida que Rusia ladra, aumenta su dependencia comercial de China. Y eso le conviene a Pekín”.
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