Era una especie de “ídolo viviente”: su figura se honraba en los aeropuertos, las calles, las escuelas y las plazas de todo el vasto y helado territorio nacional.
Incluso la capital del país cambió de nombre para llevar su apellido.
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Pero los días de gloria de Nursultán Nazarbáyev, el polémico líder de Kazajistán y su presidente desde la creación del país y hasta 2019, parecen haber llegado a su fin.
El martes, la cámara baja del parlamento kazajo aprobó enmendar la Constitución para eliminar los cargos vitalicios que antes le habían dado como jefe del Consejo de Seguridad y de la Asamblea del Pueblo de Kazajistán.
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Ahora todos estos puestos caerán sobre el actual presidente, Kassym-Jomart Tokáyev, designado por Nazarbáyev tras su renuncia en 2019.
“Fue necesario cancelar la presidencia vitalicia del primer presidente en la Asamblea del Pueblo de Kazajstán y el Consejo de Seguridad”, escribió en Facebook el diputado de la cámara baja del parlamento kazajo, Kanat Nurov.
El cambio llega en un contexto de amplias tensiones en el país de Asia Central, luego de que se registraran protestas antigubernamentales en las que, según cifras oficiales, murieron 225 personas, aunque grupos de derechos humanos multiplican varias veces esa cifra.
De hecho, el “padre de la patria” kazaja, según explica el servicio ruso de la BBC, se mantuvo en silencio desde las protestas sin aparecer en público, algo totalmente inusual en su larga carrera frente al país.
Y no fue hasta el mismo martes que se anunció su reemplazo, cuando el exlíder kazajo apareció frente a la televisión para decir que estaba en un “descanso merecido” y que cedía los cargos de poder que le quedaban al actual mandatario.
“El presidente Kassym-Jomart Tokáyev tiene todo el poder. Es el presidente del Consejo de Seguridad. Pronto será elegido presidente del partido Nur-Otan. Por lo tanto, no hay conflicto ni confrontación en la élite. Los rumores sobre este tema son absolutamente infundados”, dijo.
Para varios expertos, la inestabilidad en el país no solo está asociada a las protestas, sino también a profundas diferencias y conflictos entre Nazarbáyev y su círculo y la nueva élite gobernante del país.
El miércoles, se informó que el 28 de enero se llevará a cabo un congreso extraordinario del partido gobernante, Nur-Otan, en el que se tomará la decisión de reemplazar también a Nazarbáyev como líder.
Según dijo al servicio ruso de la BBC Kate Mallinson, experta del Instituto Real Británico de Asuntos Internacionales, “la aprobación pública de Nazarbáyev de las acciones de Tokáyev es una señal clara de quién está ahora al frente del país”.
A principios de enero, las protestas masivas se extendieron por Kazajstán.
Fueron causadas por el aumento de los precios de los combustibles, pero los manifestantes rápidamente comenzaron a plantear demandas políticas en un país calificado como autocrático y en el que no hay oposición política efectiva. Las manifestaciones se convirtieron en enfrentamientos con la policía acompañados de tiroteos y de saqueos.
El presidente Tokáyev se dirigió a sus aliados regionales, principalmente a Rusia, para pedir ayuda y el Kremlin envió un “contingente de mantenimiento de la paz” a Kazajistán.
Hasta hace poco, no estaba claro dónde se encontraba el primer presidente y “padre de la patria”.
Después de las protestas, Tokáyev realizó una rara crítica a su predecesor al decir que bajo el mandato de Nazarbáyev había surgido “una clase de ciudadanos excesivamente ricos” y advirtió que era hora de terminar con eso.
Pero Nazarbáyev no ha sido el único que ha perdido su posición privilegiada.
Desde las protestas los familiares y el círculo cercano del expresidente, que ocuparon altos cargos en grandes corporaciones y órganos de gobierno, han comenzado también a perder gradualmente sus posiciones.
No está claro de momento qué pasará con Nazarbáyev y con qué tipo de cargos quedará.
Pero según el servicio ruso de la BBC, se trata de un cambio sin precedentes para un líder que, hasta hace poco, era considerado casi un “semidiós”.
Nazarbayev, de 81 años, llegó al poder antes de que Kazajistán existiera como nación independiente.
Nacido en 1940 en una familia que se hizo nómada en las montañas para escapar de la pobreza, según cuenta su biografía oficial, fue el todopoderoso primer secretario del Partido Comunista Kazajo entre 1980 y 1991.
Con la caída de la Unión Soviética ese año, se presentó entonces como el único candidato a las elecciones para escoger al primer presidente de la nueva república.
Ganó por amplia mayoría, con más de 90% de los votos.
Y aunque se suponía que sería por solo cuatro años, emitió un decreto que le permitió mantenerse en el poder por otros siete.
Finalmente, el Parlamento kazajo aprobó una ley que lo eximía (únicamente a él) de la restricción constitucional de gobernar por dos períodos y lo autorizaba a presentarse indefinidamente.
Así, por 28 años ganó todas las elecciones por un margen superior al de la primera votación, lo que hizo que la perseguida oposición del país y algunos observadores internacionales tildaran de manipulados los comicios.
Lo cierto es que, durante ese tiempo, Nazarbáyev se ganó la admiración y el rechazo de muchos tanto a nivel nacional como internacional y se ubicó, a su vez, en la lista mundial de los presidentes que han gobernado por más tiempo.
Durante su mandato, sus admiradores resaltaron los cambios estratégicos que implementó en la economía y que llevaron a ubicar a su país, una nación sumamente empobrecida durante la era soviética, en el mapa de desarrollo de la región.
Al mismo tiempo, estos cambios lo convirtieron en uno de los hombres más ricos de Asia Central, con una fortuna calculada en los US$1.000 millones, según la revista Forbes.
Nazarbáyev promovió unas inusitadas reformas de mercado que eliminaron las barreras para la inversión extranjera, lo que supuso unas ganancias de más de US$200.000 millones en inversión directa, de acuerdo con cifras oficiales.
Estableció, además, unas férreas política de control estatal que, pese a los cuestionamientos de sus opositores, convirtieron a ese país multiétnico, con más de 17 millones de habitantes, en una de las naciones más estables en una región afectada por la violencia étnica.
Desarrolló también una política exterior llamada de “múltiples vectores” que consiste básicamente en establecer relaciones comerciales con la mayoría de las naciones, independientemente de las alianzas políticas.
Esto explica los estrechos lazos que estableció tanto con Estados Unidos como con Rusia y China o el bloque europeo.
El gobernante convirtió a su país en una de las naciones exsoviéticas con más protagonismo en el campo político internacional, al punto de participar en el Consejo de Seguridad de la ONU y tener un fuerte programa de no proliferación de armas de destrucción masiva.
Pero su figura ha estado marcada también por los cuestionamientos sobre el uso del poder, que implicó desde mudar la capital del país hasta perpetuarse en el gobierno o cambiar por decisión propia el alfabeto nacional.
De acuerdo con un informe de Amnistía Internacional, durante su mandato los procesos judiciales, las agresiones y las citaciones de los servicios de seguridad a opositores fueron frecuentes, mientras los medios de comunicación e internet estaban (y todavía siguen) totalmente controlados por el gobierno.
Otro informe anual de Reporteros sin Fronteras explica que la ley kazaja contempla serias restricciones a la libertad de prensa y establece penas de prisión por el delito de atentar contra “el honor y la dignidad” de Nazarbáyev.
Pero esta no es la única normativa que vela por la imagen del exmandatario.
Nazarbáyev promovió una ley especial que le garantiza que estará a salvo de cuestionamientos incluso después de muerto.
Opositores que han escapado del país, como Amirzhan Kosanov, han denunciado al expresidente en foros internacionales por silenciar la voz de la disidencia interna y por una supuesta “megalomanía” que lo lleva a promover el culto a su personalidad y ordenar decisiones cuestionables que implican a todo el país.
Y es que, según sus opositores, Nazarbáyev ha promovido la difusión de su imagen en bustos y pancartas, y su nombre se le ha puesto a centros comerciales, calles, plazas, edificios incluso, al aeropuerto internacional de Astaná, la capital.
En 1994, Nazarbáyev tomó la decisión de mudar la sede del gobierno desde Almaty hacia una región del norte asolada por el frío de las estepas.
Mandó construir la nueva capital desde cero y convocó a renombrados arquitectos para diseñar la nueva ciudad, marcada por edificios de corte faraónico en los que abundan las pirámides, los conos y estructuras de curiosa geometría.
Fue considerado uno de los proyectos de urbanización más caros del mundo y, desde que quedó concluida en 1998, Astaná ostenta el récord de ser la segunda capital más fría del mundo, después de la mongola Ulán Bator.
Tras su inesperada renuncia en marzo de 2019, el Congreso kazajo aprobó cambiar de nombre la capital para honrar al líder saliente.
Poco antes de su retirada, ordenó que el país abandonara la forma de escritura cirílica, que se adoptó en 1940, y comisionó a un grupo de expertos para trabajar en un nuevo alfabeto basado en el latino.
Cuando entre finalmente en vigor en 2026, si es que todavía sucede, sería uno de sus últimos legados.
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