En lo que va de su pontificado, el papa Francisco ha defendido una visión humanitaria del trabajo que representa la caridad. “Los pobres no son números sino personas”, “no caigamos en la tentación de vivir una caridad hipócrita o engañosa” o “es escandaloso ver a los trabajadores de la caridad que la transforman en un negocio” son algunas de las frases que el pontífice lanzó en el 2019 en un evento organizado por Cáritas Internationalis (CI), el brazo caritativo más grande de la Iglesia Católica a nivel mundial.
Por eso, cuando este martes 22 Francisco anunció una fuerte intervención en esa organización por problemas de gestión y moral muchos vieron una medida inevitable para defender los principios de su papado.
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El Departamento vaticano para el Desarrollo Humano Integral, que supervisa a Cáritas Internationalis, dijo que una revisión del ambiente de trabajo realizada este año por expertos externos en gestión y psicología encontró malestar y malas prácticas en su sede.
La Santa Sede informó que la revisión no encontró evidencia de mala gestión financiera o conducta sexual inapropiada, pero que sí se hallaron “deficiencias reales” en la gestión, “perjudicando gravemente el espíritu de equipo y la moral del personal”.
Agencias de noticias como Reuters han detallado que los problemas incluyen acusaciones de acoso, favoritismo, humillación a los empleados, mala gestión de los recursos humanos, así como incompetencia durante la gerencia del director general de la organización, Aloysius John, especialmente en el manejo de un escándalo de abuso sexual en las operaciones de Cáritas en la República Centroafricana.
En respuesta, Francisco despidió a toda la cúpula de Cáritas Internationalis y nombró a un comisario para dirigirlo. Los cambios, no obstante, no afectan el liderazgo de ninguna de las 162 organizaciones católicas de ayuda y desarrollo que conforman la confederación de Cáritas en más de 200 países.
En un decreto publicado por el Vaticano, se explica la destitución de John, quien fue elegido en una votación impugnada en el 2019, así como la de todos los miembros del Consejo de Representantes y del Comité Ejecutivo, el presidente y los vicepresidentes, el secretario general, el tesorero y el asistente eclesiástico.
El comisario extraordinario (interventor) elegido fue Pier Francesco Pinelli, quien tendrá la tarea de “dirigir la organización temporalmente y con todas las facultades de gobierno, de acuerdo con el derecho común y los Estatutos y Reglamentos de la Institución y con plena facultad para derogarlas, si lo considera oportuno o necesario”.
Organización clave a nivel mundial
Cáritas Internationalis, con sede en Roma, es considerada la mayor organización caritativa de la Santa Sede. La entidad reportó ingresos de unos 5,1 millones de euros (5,2 millones de dólares) en el 2020 y gastos de 4,4 millones de euros, según su balance anual.
“Se trata de la principal institución que tiene la iglesia Católica en cuanto a caridad y por eso la medida es tan relevante. Yo creo que esto le va a permitir al Papa hacer un seguimiento más cercano a la administración de la institución”, dice a El Comercio Juan Fonseca, historiador experto en temas religiosos.
Entre los afectados por el decreto se encuentra el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, quien era nominalmente presidente de Cáritas, aunque no participaba en las operaciones diarias. Si bien dejará el cargo de presidente, permanecerá en un nuevo papel para ayudar al comisario a mantener las relaciones con las oficinas nacionales de Cáritas y preparar la elección de una nueva dirección el año que viene.
Tagle no es una figura cualquiera. Su trabajo principal en el Vaticano es dirigir el brazo misionero de la Iglesia. Además, a menudo se le considera un posible futuro Papa.
“Pier Francesco Pinelli es alguien de confianza de Francisco, es jesuita. Además, uno de los que van a hacer seguimiento a todas las medidas es el cardenal Tagle, que es una figura muy interesante al que muchos consideran un papable. Además, en el discurso de Francisco hay una preocupación especial por los más pobres y los necesitados por lo que esta medida ejemplifica que se les está dando una mayor relevancia y una atención prioritaria”, destaca Fonseca.
De la palabra a la acción
Fonseca apunta que este tipo de medidas de Francisco están enmarcadas dentro de un plan de demostrar con acciones concretas aquello que predica desde el inicio de su pontificado.
“Significa un esfuerzo por actualizar la misión de la Iglesia a partir de un servicio menos burocrático y más humano y pastoral. Eso es importante porque a Francisco se le critica desde algunos sectores porque pareciera que tiene bonitas palabras, pero pareciera que le faltan gestos concretos, entonces esto es un ejemplo de que ya está pasando a la fase de los gestos”, señala.
Rudolf Gehrig, corresponsal en el Vaticano de CNA Deutsch, considera que Francisco busca enviar el mensaje de que no tolera ninguna incoherencia ni abuso. “Lo que ha sucedido exactamente aún se está dilucidando. De momento, sólo se habla de deficiencias en la gestión y los procedimientos de Cáritas Internationalis, que habrían afectado gravemente al espíritu de equipo y a la moral del personal. Ahora, Francisco deja claro que aplica los altos estándares católicos también a su propia institución. Es un paso importante para la credibilidad, tanto interna como externa”, dice a El Comercio.
Aunque Cáritas tiene, a nivel general, una reputación sólida en el mundo y en países como el Perú, Francisco parece querer combatir un temor que ya ha expresado en el pasado: que la caridad se convierta en una práctica profesionalizada y que Cáritas no se distinga de cualquier otra institución caritativa.
“Francisco dijo hace varios años que Cáritas es como el cariño que la Iglesia le da a los pobres, entonces no puede ser como otras organizaciones filantrópicas o caritativas que a veces ven a los pobres como un campo simplemente de ejercicio profesional, sino que su rol tiene que ser entendido desde una perspectiva de misión y de caridad real. Yo creo que eso es lo que quiere reforzar en esta nueva etapa”, dice Fonseca.
Por su parte. Gehrig destaca que el caso es un golpe delicado para la credibilidad de la Iglesia católica. “Especialmente en la caridad, es importante que la gente pueda confiar en la institución. Por otro lado, la dura represión de Francisco también muestra que la Santa Sede está actuando contra los abusos e irregularidades. Esto es más que una señal importante”.
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