El Papa Francisco se despojó este viernes de todos los oropeles de un pontífice ante los detenidos de la cárcel boliviana de Palmasola, a quienes confesó: “El que está ante ustedes es un hombre perdonado”, “salvado de sus muchos pecados”.
Frente a un grupo de 2.800 reos y sus familiares, el pontífice recordó que “reclusión no es lo mismo que exclusión, que quede claro, porque la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad”.
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Palmasola, una hacinada ciudadela carcelaria que alberga a unos 4.500 reos, el 30 por ciento de la población carcelaria del país, se encuentra en las afueras de Santa Cruz, la ciudad más grande de Bolivia.
Es un penal donde las revueltas son comunes. En el 2013, por ejemplo, tras horas de enfrentamientos por el control de pabellones, 35 reos fueron asesinados y decenas resultaron heridos al interior de Palmasola.
En Palmasola, como en otras cárceles de Bolivia, el ingreso y salida de reclusos se obtiene con sobornos a los guardias, que permiten la convivencia dentro del penal de niños y mujeres con asesinos, narcotraficantes y violadores.
Según la Defensoría del Pueblo, Bolivia tiene la mayor cantidad de presos sin sentencia de Latinoamérica, con 84 por ciento, seguido por Paraguay, con 71 por ciento.
Dentro de la prisión, del tamaño de 34 campos de fútbol, el Papa escuchará los testimonios de hombres y mujeres que están tras las rejas, la mayoría de ellos sin haber sido condenados en firme por la justicia.
La visita del Papa a Palmasola:
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La reunión con los reos de Palmasola fue la penúltima actividad del pontífice. Después se reunirá con los obispos de la Conferencia Episcopal antes de emprender viaje a Paraguay, última parada de su gira pastoral por tres países sudamericanos que comenzó el pasado domingo en Ecuador.
El miércoles celebró una multitudinaria misa en las calles del centro de la ciudad y sostuvo un emotivo encuentro con líderes indígenas y de movimientos populares del mundo ante los que pidió perdón por los abusos de la Iglesia Católica en la colonización de América.
Sus palabras fueron elogiadas y ovacionadas por casi dos millares de líderes de movimientos sociales, entre ellos el presidente Evo Morales, primer indígena que gobierna Bolivia.
Fuente: AP/Reuters