Todos tienen un amigo muy querido con el que en algún momento han compartido experiencias inolvidables. ¿Qué tal si ese amigo fuera alguien como el papa Francisco?
Esta es la historia de José María Di Paola, uno de los grandes amigos que el antiguo obispo de Buenos Aires dejó en Argentina.
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El padre José María es conocido en la capital argentina como “el cura villero” por su inagotable misión en el centro de rehabilitación para drogadictos de la parroquia San Juan Bosco en la villa La Carcova, localidad José León Juárez, donde es el párroco fundador.
El entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio y el padre José María “Pepe” Di Paola (Foto: AFP)
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Entre 2009 y 2013, cuando el padre Pepe no era presbítero coordinador de la Comisión Nacional de Drogodependencia, llevaba una misión en la villa 21-24 de la Parroquia Virgen de Caacupé, otro de los lugares más pobres de la ciudad.
Por mucho tiempo, se encargó de ayudar a ese barrio rodeado de “gente que compartía con lo que a lo mejor no tenía, chicos que lograron salir de la droga, padres de familia, gente que dio vuelta a su vida en sentido positivo, (y también) gente que tenía esperanza y de pronto encontraron la muerte”, comenta el cura a El Comercio.
Bergoglio y el padre Pepe. (Foto: Vatican Insider)
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El papa Francisco, cuando era arzobispo de Buenos Aires, iba de la mano de Pepe y se relacionaba con las personas de la parroquia de Caacupé. Hacían un trabajo conjunto que en principio fue una misión inclusiva, “que no expulse, sino que reciba a la gente como viene”.
Silvina Premat, una periodista del diario argentino 'La Nación', escribió una biografía de él y para ello se acercó al, entonces Jorge Bergoglio, para que le contara de ese párroco de quien toda la ciudad se sorprendía por su coraje de sentarse junto a los más pobres o a drogadictos y hablarles de Dios. Semanas después, Bergoglio se convertiría en el papa Francisco.
Portada del libro “Pepe, el cura villero”. (Foto: Internet)
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“Pepe, el cura villero”, el libro de Premat, narra las reveladoras historias de personas que el cura ha ayudado. “¿Andabas con armas? Sí, padre, porque la gente con la que yo ando… bueno, andaba, estaban siempre armados y cuando uno está en eso, si no haces algo como para que te respeten, te pasan por arriba. Así fue desde los once…”, se lee entre las páginas de esta publicación.
Los curas villeros, así como Bergoglio y José María, son personajes que se enfrentan a lo peor con un gran coraje. “Uno no es tonto tampoco. Por ahí, no te vas a meter cuando (el drogadicto) ha tenido una crisis de abstinencia y está revoloteándose y rompiendo todo. Pero muchas veces cuando el chico está drogado y viene resonando o ves que se está drogando, te acercas, le hablas y es muy probable que él vuelva para tener una oportunidad de rehabilitación”, relata a este diario.
Sin embargo, el hecho de sumergirse en la vida de los más necesitados, también tiene su lado peligroso. Tuvo que irse de la villa 21 porque las ganas de encaminar a drogadictos desagradaba a los cabecillas de la mafia en el lugar: una amenaza de muerte precedida de varias otras cerraría en algunos meses su ciclo en Caacupé.
“Me habían amenazado de muerte. Yo me quedé un año y medio más, pero vi que también podían correr peligro las personas que me rodeaban. Entonces hablé con Bergoglio y le dije que era mejor que fuera al interior hasta que pasara todo. Me fui a un pueblito pequeño en el norte, Santiago de Estero. (…) No pude volver, pero realmente, como siempre digo, (la villa 21) es el mejor barrio y si Dios quiere cuando esté jubilado iré a vivir ahí”, cuenta sin remordimientos.
(Foto: Reuters)
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José María visitó al Sumo Pontífice en el Vaticano, donde discutieron la situación del cura sobre las duras y consecutivas amenazas. Esto fue lo que le dijo: “Prefiero que me maten a mí y no a ti”.
Actualmente, el padre Pepe trabaja en misiones en La Carcova, a 30 km de Buenos Aires. Es un lugar de ayuda con un equipo técnico bien constituido: “un operador terapéutico, un cura y algunos voluntarios. (…) Va participando un grupo (de personas) durante un tiempo y después hay una etapa de desintoxicación y de camino espiritual”.
Después de que el cura villero presentara un documento denunciando cómo estaban las villas por culpa de la droga, vino una nueva amenaza de muerte y se mediatizó la campaña de evangelización del sacerdote. Actualmente, el gobierno lo ayuda en este proyecto que es partícipe del desarrollo e inclusión en la ciudad.
Este año, el gobernador de Buenos Aires y ex vicepresidente de Argentina, Daniel Scioli, firmó diversos convenios sobre educación, tratamiento de adicciones, la implementación de una unidad de desarrollo infantil y la adquisición de materiales para la reparación y puesta en funcionamiento de la parroquia San Juan Bosco (del padre Pepe), según el portal web Telam.
Según el Ipsos bonaerense, Giacobbe & Asociados, el cura villero se encuentra entre los 100 líderes más honestos para los argentinos.
Francisco visitará Argentina para el 2016. ¿El papa le dará más tiempo a la villa cuando visite Argentina? “(Francisco) a cada lugar al que va, como que tiene una opción preferencial por los pobres”.