A veces, el deporte es la forma más efectiva para escapar de las dictaduras.
En el caso de Krystsina Tsimanouskaya, quien representó a la Bielorrusia del dictador Aleksander Luksahenko en Tokio 2020, la situación parece no haberse gestado con esa intención, pero ha cobrado ese matiz.
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Después de ser eliminada, la velocista de 24 años criticó por redes sociales a su equipo de atletismo y al comité olímpico bielorruso, presidido por Viktor Lukashenko, el hijo del dictador.
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En represalia, el gobierno la habría obligado a la fuerza a regresar a Minsk, la capital de Bielorrusia.
Por eso, ella pidió ayuda y encontró refugio en la Embajada de Polonia en Japón, donde le han dado una visa humanitaria pueda huir a dicha nación y evitar las represalias.
Según “El País”, su esposo ya estaría en camino a reunirse con ella.
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EL CASO CUBANO
“A lo largo de la Revolución hemos tenido Judas en todos los sectores, y entre ellos en el sector atlético, que es donde más le duele al pueblo”.
Las palabras son de Fidel Castro. Las pronunció en julio de 1996, mientras se llevaban a cabo los Juegos Olímpicos de Atlanta, Estados Unidos. Entonces, el dictador cubano hacía referencia a los deportistas cubanos que pidieron asilo.
Fueron dos boxeadores y un jugador de béisbol quienes se separaron de la delegación cubana, que se presentó a la gesta con 170 atletas.
Uno de ellos fue Rolando Arrojo, lanzador de béisbol, quien abandonó la concentración y fue a pedir asilo. Castro, en respuesta, acusó a Estados Unidos de tratar de desmoralizar a su equipo.
“El Tiempo” recuerda, que, además de Arrojo, por entonces “dos boxeadores cubanos, Joel Casamayor y Ramón Garbey, desertaron de su lugar de entrenamiento para los Juegos Olímpicos en México” para seguirle los pasos de su compatriota.
Situación similar se vivió en el 2007, cuando cuatro deportistas cubanos asistieron a los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro y terminaron pidieron asilo político.
Ellos fueron: el jugador de balonmano, Rafael Capote, y los boxeadores Guillermo Rigondeaux –entonces bicampeón olímpico y mundial- y Erislandy Lara.
En respuesta, Castro sentenció: “Sencillamente los noquearon con un golpe directo al mentón, facturado con billetes norteamericanos. No hizo falta conteo alguno de protección”.
Así mismo, en el 2012, cinco jugadores cubanos de básquet aprovecharon un torneo en Puerto Rico para pedir asilo en la embajada de EE.UU.
Según el portal El Observador de Uruguay, “el país que más deportistas desertores ha tenido en los últimos años” es Cuba.
En febrero del 2016, el beisbolista Yulieski Gourriel abandonó a su selección mientras estaban en Santo Domingo, para luego partir hacia EE.UU. Antes, en julio del 2015 y durante los Panamericanos de Toronto, se reportaron al menos 28 deportistas que hicieron lo mismo.
Además, según el diario “Marca”, “en casi todas las últimas Copas de Oro hubo desertores cubanos”.
OTRAS NACIONES
Según la Deutsche Welle, el primer caso de deserción sucedió en los Juegos Olímpicos de Londres 1948. Entonces, la entrenadora del equipo femenino de gimnasia de Checoslovaquia se rehusó a regresar a su país, acusando que allí no había libertad luego que se convirtiera en un satélite de la entonces Unión Soviética.
Luego, en 1956, en los Juegos Olímpicos de Melbourne, casi la mitad del equipo húngaro -compuesto por cien personas- desertó luego que los soviéticos aplastaran manifestaciones en el país.
Siguiendo esa misma línea, en las Olimpiadas de Moscú 1980, “cinco miembros de la delegación de Afganistán desertaron” luego de que la URSS invadiera su país.
“The New York Times” recuerda algunas cifras: en los Juegos Olímpicos Londres 2012, “82 atletas y oficiales” pidieron asilo al Reino Unido. De igual forma, aprovechando el Mundial de Fútbol Brasil 2014, 200 personas de Ghana pidieron refugio.
Según el portal Daily Maverick, los boxeadores cameruneses “Thomas Essomba, Christian Donfack Adjoufack, Abdon Mewoli, Blaise Yepmou Mendouo and Serge Ambomo, también desaparecieron de la concentración” en Londres 2012, para luego confirmar su huida.
Sobre este tema, el Comité Olímpico Internacional prefiere no complicarse y mira hacia otro lado. En un comunicado, ellos han dicho:
“No hay ninguna estipulación relacionada con este tema en la Carta Olímpica. EL COI no lleva un registro de los casos de atletas y otros miembros de las delegaciones y oficiales deportivos que puedan haber desertado mientras asistían a los Juegos Olímpicos”.
“The Washington Post”, recuerda a otros casos similares: el de la jugadora de fútbol de Camerún, Drusille Ngako (Londres 2012) y el levantador de pesas de Iraq que (Atlanta 1996) huyó del régimen de Saddam Hussein.
Corea del Norte es otro país que pasa por lo mismo. Según El Observador, en 1997, una jugadora de hockey sobre hielo desertó. Dos años más tarde, una judoca siguió esos pasos.
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