Mientras el mundo está inmerso en la batalla contra el COVID-19, un viejo enemigo resurge en África. Se trata del ébola, un mal conocido por su alta tasa de mortalidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) expresó su consternación por la reaparición de la enfermedad en el continente que a la vez lidia con el coronavirus.
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“[Hay] informaciones de muertes sospechosas de ébola en Guinea. La OMS está acelerando la preparación y los esfuerzos de respuesta ante el posible resurgimiento del ébola en África Occidental”, dijo el domingo la directora regional de la OMS para África, Matshidiso Moeti, a través de Twitter.
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Hasta ayer, se habían confirmado al menos cinco muertes en Guinea-Conakri, donde precisamente surgió una epidemia que dejó 11.300 fallecidos y más de 28.500 contagiados entre el 2014 y el 2016, según las fuentes oficiales, aunque la OMS estima que el número sería mucho mayor.
Vistas desde la óptica de la COVID-19, que ha contagiado a 109 millones de personas y matado a 2,4 millones en el mundo, las cifras del ébola parecerían poco alarmantes. Sin embargo, es necesario ver las cosas en perspectiva. Con los datos actuales, la tasa de letalidad del nuevo coronavirus sería de alrededor de 2,2% (basado en los números oficiales y sin contar los subregistros de decesos e infecciones que hay en cada país).
En contraste, con el ébola hablamos de una mortalidad de al menos 40%, si es que usamos los datos de la epidemia del 2014-2016. Es una estimación modesta. De acuerdo con la página oficial de la OMS, la letalidad es de al menos 50%. Además, algunas fuentes señalan que en casos graves las posibilidades de morir son del 90%.
Similitudes y diferencias
Un punto que tienen en común el ebolavirus y el nuevo coronavirus es que ambos son de origen animal. Se considera que el primero proviene del murciélago, que también es sospechoso de haber sido el huésped originario del SARS-CoV-2.
Sobre la forma de contagio, el COVID-19 se trasmite principalmente de individuo a individuo por las gotículas que salen de la persona infectada al toser, estornudar o incluso al hablar. El ébola también se contrae de persona a persona. Sus principales medios de infección son la sangre, secreciones u otros líquidos corporales, por lo que el intercambio sexual también es riesgoso.
De acuerdo con la OMS, el ébola se caracteriza por la aparición súbita de fiebre, debilidad intensa y dolores musculares, de cabeza y de garganta. Ello va seguido de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática y, en algunos casos, hemorragias internas y externas.
Tal como en el caso del COVID-19, no hay ningún tratamiento de eficacia probada. Y si bien ya se han aprobado vacunas para luchar contra el coronavirus, no hay ninguna para el ebolavirus, excepto una experimental que ha dado buenos resultados tras los ensayos clínicos.
Cabe agregar que los primeros brotes de ébola se detectaron en 1976, en las localidades de Nzara (hoy Sudán del Sur) y Yambuku (República Democrática del Congo). La segunda está situada cerca del río Ebola. De ahí el nombre de la enfermedad.
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