En una Siria devastada por la guerra desde hace una década, la región de Idlib (noroeste) representa el último gran bastión yihadista y rebelde del país, y uno de los últimos territorios que escapa al control del régimen de Bashar al Asad.
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Dotado de sus propias instituciones, pero afectado por las contradicciones de los grupos yihadistas, y bajo vigilancia de la vecina Turquía, ¿este bastión puede lograr su permanencia?
¿Qué es Idlib?
Una nebulosa diversa de grupos yihadistas y rebeldes controla cerca de la mitad de la provincia de Idlib y sectores adyacentes en las regiones de Alepo, Hama y Latakia, en el noroeste del país.
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Este bastión está dominado por Hayat Tahrir al Sham (HTS), ex-rama siria de Al Qaeda, que ejerce su influencia sobre un “Gobierno de Salvación”, poder civil que administra esos territorios.
El sector alberga 2,9 millones de personas. Según la ONU, las dos terceras partes son desplazados que abandonaron bastiones rebeldes a medida que aumentaban las reconquistas del régimen, la mayoría por temor a represalias.
Más de un millón de ellos viven en campamentos miserables.
Pese a los enfrentamientos esporádicos, la región se beneficia desde marzo de 2020 de un alto el fuego negociado por Rusia y Turquía.
Pero después de las ofensivas sucesivas lanzadas por el régimen sirio y su aliado ruso contra Idlib, yihadistas y rebeldes vieron sus territorios amputados.
“Controlan en la actualidad 3.000 km2”, indica a la AFP el geógrafo y politólogo Fabrice Balanche. “En septiembre de 2017, controlaban 9.000 km2.”
¿Un refugio de yihadistas?
Para controlar la región, HTS cuenta con unos 10.000 combatientes, en su mayoría sirios, según un reciente informe de la ONU.
El brazo armado, clasificado de “terrorista” por la ONU y los europeos, niega cualquier relación con Al Qaeda.
Conserva un monopolio sobre la importación y la distribución de combustible, según el mismo informe, que estima los ingresos generados por esas actividades es de “un millón de dólares mensuales”.
El grupo controla también la “distribución de la ayuda humanitaria” y “confisca una parte para reforzar sus redes clientelistas”, acusa el informe de la ONU.
Pero Idlib también experimenta guerras intestinas entre diferentes grupúsculos yihadistas.
Entre esas facciones figura Huras al-Din, brazo sirio de Al Qaeda (2.000 a 2.500 combatientes, según la ONU).
También está el Partido islámico del Turkestán (TIP) --cuyos miembros pertenecen principalmente a la minoría musulmana uigur de China (de 3.000 a 4.500 combatientes).
Muy temprano, el sector atrajo a miles de extranjeros, especialmente franceses, bitánicos, chechenos, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Finalmente, rebeldes armados financiados por Turquía permanecen ahí y aunque debilitados frente a los yihadistas, tienen relaciones tensas con HTS.
¿Futuro garantizado?
Atrapado entre la frontera turca y las zonas del régimen, Idlib no escapa a las negociaciones diplomáticas que marcan la evolución del conflicto sirio.
El objetivo de Turquía, que acoge a 3,6 millones de refugiados, es impedir un nuevo flujo masivo en su territorio.
“Una nueva ola de refugiados sirios plantearía serios desafíos políticos, económicos y humanitarios” a Turquía, subraya Dareen Khalifa, analista del International Crisis Group (ICG).
Ese país busca un “equilibrio” entre sus intereses para conservar Idlib fuera del alcance del régimen, al mismo tiempo que trata de “mantener sus relaciones con Rusia y evitar un enfrentamiento riesgoso”, agrega.
Por su lado, Siria ha reiterado su intención de reconquistar toda la provincia.
Ya tomó territorios a lo largo de la autopista M4, estratégica pues aísla a Idlib y une a la gran metrópoli de Alepo (norte) con la provincia costera de Latakia, bastión de la familia alauita de los Asad.
El régimen podría continuar esta estrategia, pero “Erdogan quisiera algo a cambio, tal vez un nuevo territorio kurdo”, considera Balanche.
En caso contrario, “una ofensiva contra Idlib por parte de los rusos y sirios se enfrentaría frontalmente al ejército turco”, considera un diplomático occidental, quien recuerda que gracias al cese del fuego “los turcos ingresaron masivamente con unos 15.000 hombres”.
Territorios insurgentes podrían continuar bajo forma de “protectorado turco”, considera Balanche.
Balanche ve en ello la posibilidad de una nueva franja de Gaza, “bajo control de grupos islamistas como HTS, que controlan a la población de refugiados, y alimentada con ayuda humanitaria internacional”.
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