Por Augusto Hernández (*)
El reciente quebrantamiento de la autonomía política y legislativa de Hong Kong por parte del Gobierno Chino podrá tener efecto en el futuro de la reunificación con Taiwán y el mantenimiento de su sistema democrático, y ha puesto en cuestionamiento la política china de “un país, dos sistemas”.
La democratización de Taiwán fue un proceso exitoso que transformó el régimen autoritario en una democracia a fines del siglo XX. Después de 1949, Taiwán fue gobernada por Chiang Kai-shek con un sistema de autoritarismo burocrático de partido único bajo la ley marcial de 1948 (estado de emergencia utilizado para reprimir a la oposición política).
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Chiang Kai-shek fue sucedido por su hijo Chiang Ching-kuo, quien empuñó el timón de Taiwán -desde 1978 hasta su deceso en 1988- y puso en marcha una liberalización del régimen.
Posteriormente, el presidente Lee Teng-hui (1988-2000) realizó el proceso de democratización que en 1991 puso fin a la ley marcial y permitió el restablecimiento de las libertades democráticas, así como la legalización de partidos políticos. Asimismo, recortó el periodo presidencial de 6 a 4 años.
Esta democratización exitosa pasó su prueba decisiva en el 2000, cuando ganó las elecciones presidenciales el principal partido de oposición, el Partido Democrático Progresista (PDP), dirigido por Chen Shui-bian.
Futuro comprometido
Empero, el futuro de la democracia en Taiwán no parece muy prometedor desde que la reunificación con Beijing podría amenazar el mantenimiento del sistema democrático, a propósito de la represión china en Hong Kong.
Hong Kong fue transferida a China en virtud de la Declaración Conjunta Sino-Británica de 1984, que acordó en su articulo 3 que Hong Kong gozara de un alto grado de autonomía (excepto en relaciones exteriores y defensa), e indicó que las leyes de Hong Kong se mantendrán inalterables. También señaló que se mantendrá su sistema económico y que se garantizarán las libertades fundamentales (incluyendo las de opinión, prensa, reunión y asociación).
Esta declaración, que es un tratado internacional, se basa en el concepto de “un país, dos sistemas” creado por Deng Xiao-ping en 1979 y fue originalmente desarrollado para sustentar la reunificación con Taiwán, al que se le permitiría retener la autonomía de su sistema político y económico, pero que se aplico por vez primera a Hong Kong en 1997.
En este sentido, Hong Kong es muy importante para Beijing pues un éxito en el caso de Hong Kong es crucial para los planes chinos de concretar una reunificación con Taiwán. No obstante, la represión china de las manifestaciones de la población de la excolonia británica ha puesto en cuestionamiento la validez de la política de “un país, dos sistemas”.
Antes que los ingleses entregasen Hong Kong en 1997, Beijing había aceptado permitir que el territorio gozase de una autonomía política considerable por 50 años bajo el principio “un país, dos sistemas”.
“En años recientes, Beijing ha reprimido las libertades de Hong Kong, desatando críticas internacionales. Las protestas masivas estallaron en el 2014 y 2019 contra las acciones de Beijing”, afirma la organización estadounidense Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés).
En junio del 2020, China impuso una ley de seguridad nacional que expande su control sobre Hong Kong, que le otorga nuevos poderes para castigar a los críticos y silenciar a los disidentes. Esto provocó nuevas protestas populares.
Una política impopular
Hong Kong está experimentando con la viabilidad de la política “un país, dos sistemas”, y la agresiva respuesta de Beijing a las protestas civiles ha hecho que muchos en Taiwán se preocupen de que la política citada sea solo una fachada del autoritarismo chino.
Las protestas en Hong Kong y su represión han motivado que muchos ciudadanos de Taiwán rechacen una reunificación con China. Según una encuesta de la Universidad Nacional de Taiwán del 2019, el porcentaje de los que apoyaban la reunificación con China cayó de 36% en el 2018 a 23% en el 2019.
Las protestas en Hong Kong están fortaleciendo la percepción negativa taiwanesa sobre China. Esto está conduciendo a un cambio en la dinámica en las relaciones interchinas manifestado en el creciente respaldo popular de la presidenta Tsai Ing-wen y su protaiwanés PDP, que parecen haber sido los beneficiarios de las protestas, en su reelección en enero del 2020.
Que la imagen de Beijing continúe empeorando en la mente del público taiwanés dependerá sobre cómo responde China a las manifestaciones en Hong Kong. El uso continuo de la violencia para suprimir las protestas distanciará a las poblaciones de Taiwán y Hong Kong respecto de China, aparte de demostrar la invalidez de la política “un país, dos sistemas”.
(*) Profesor Principal de la UNMSM (Universidad de San Marcos). Miembro del CEAS (Centro de Estudios Asiaticos) de la UNMSM.
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