Una identidad cultural cuidadosamente fabricada de resistencia y determinación comenzó a emerger durante la expansión del Imperio Británico. (Foto: Getty Images, vía BBC Mundo).
Una identidad cultural cuidadosamente fabricada de resistencia y determinación comenzó a emerger durante la expansión del Imperio Británico. (Foto: Getty Images, vía BBC Mundo).
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El barrendero estaba sentado en una pequeña mesa a las afueras de Leadenhall Market en el centro de , con la mirada fija en una gran taza de té frente a él.

Conocí al hombre de 60 y tantos años unas semanas antes en una visita anterior al mercado.

“¿De vuelta aquí?” preguntó, sin mirarme mientras tomaba asiento en la mesa de al lado. “Sí, sólo para una visita rápida”, respondí. Por unos momentos, nos sentamos en silencio mirando este mercado del siglo XIX.

“¿Viste el discurso de Boris [Johnson] anoche?”, de repente murmuró. Yo asentí.

“Maldito covid”, musitó, de una manera que uno podría quejarse de los niños inquietos.

Sacudió levemente la cabeza, más con leve irritación que cualquier otra cosa, antes de apurarse a tomarse su té y ponerse de pie. “Bueno, a darle”.

Con un breve asentimiento hacia mí, se marchó y entró en el mercado cubierto de la época victoriana. Fue una interacción muy británica.

Sobria, de buen humor, ligera en las emociones; este fue el estoicismo británico en su máxima expresión.

Todos cargamos con estereotipos, las cadenas que arrastramos. Los británicos, según muchos extranjeros, somos reservados, reprimidos, resilientes, sin emociones y con autocontrol.

Clasificados por la famosa, pero ahora pasada de moda, forma de estoicismo británico extremo, a menudo se nos encasilla como estoicos atrofiados.

El Leadenhall Market, en el corazón de Londres, evoca un fuerte sentido de la historia victoriana y la grandiosidad británica. (Foto: Getty Images, vía BBC Mundo).
El Leadenhall Market, en el corazón de Londres, evoca un fuerte sentido de la historia victoriana y la grandiosidad británica. (Foto: Getty Images, vía BBC Mundo).

El escritor británico EM Forster lamentó que sus compatriotas tuvieran “cuerpos bien desarrollados, mentes bastante desarrolladas y corazones no desarrollados”. Pero ¿qué tan cierto es todo esto hoy?

“Keep calm and carry on”

El estoicismo, que tiene sus raíces en la antigua Grecia, se originó como una filosofía para comprender el dolor y las dificultades y poder lidiar con ellos sin quejarse.

Y es cierto que hay un estoicismo encantador en los británicos, desde el gastado mantra británico keep calm and carry on, “mantén la calma y sigue adelante”, hasta la vehemente creencia de que una taza de té es la única respuesta adecuada a una crisis.

Los visitantes de Reino Unido notarán que nuestro léxico viene con una variedad maravillosamente amplia de frases que animan frente a la adversidad.

“Muddle through” (improvisa), “plug away” (perservera), “chin up” (levanta el ánimo), “soldier on” (no desfallecer), por nombrar solo algunos.

Enfrentar la adversidad con la cabeza en alto es una imagen importante para los británicos. Gravitamos hacia este tipo de estoicismo, pero ¿somos realmente un bastión del autocontrol emocional como muchos creen?

Una encuesta de Gallup de 2012, que clasificó la respuesta emocional diaria de cualquier tipo, mostró aReino Unido, el bastión reputado del control emocional, en la mitad superior de la respuesta emocional, ubicada entre Suecia y Grecia.

De los 151 países encuestados, 93 mostraron ser menos emocionales que los británicos.

Los británicos suelen ser estereotipados como reservados, reprimidos y subestimados. (Foto: GETTY IMAGES, vía BBC Mundo).
Los británicos suelen ser estereotipados como reservados, reprimidos y subestimados. (Foto: GETTY IMAGES, vía BBC Mundo).

Sobre una base estadística, al menos, parecería que somos mucho más emocionales de lo que muchos suponen. Pero para comprender mejor quiénes somos ahora, debemos ver mucho más atrás.

Hace 400 años, la personalidad británica era muy diferente del estereotipo que vemos hoy. En su libro, “Weeping Britannia: Portrait of a Nation in Tears”, Thomas Dixon describió a los británicos de la época de Shakespeare como personas conocidas por “sudar, emborracharse, comer carne, su ira, su violencia, su sencillez y su melancolía”.

Durante esa era, Thomas Wright, en su libro de 1604 “Passions of the Minde in Generall”, describió cómo aquellos que viven en climas más cálidos, como los españoles e italianos, habían aprendido a ocultar sus emociones, mientras que los británicos más simples llevaban el corazón expuesto, una declaración que parece completamente invertida para la mente del siglo XXI.

La Revolución Francesa de 1789 fue uno de los primeros catalizadores del cambio en el autocontrol emocional británico.

Si bien muchos en Reino Unido admiraban las virtudes de la libertad y los derechos humanos que surgieron del levantamiento, existía la sensación de que los franceses habían perdido el control: habían dejado que sus emociones se apoderaran de ellos.

“Fue un momento en el que las visiones se fusionaron. La revolución parecía un gran triunfo de la política republicana humanista, pero rápidamente se volvió muy desagradable y muy violenta”, me dijo Dixon. “Reforzó esta idea de que las pasiones son peligrosas, locas y deben resistirse”.

Los visitantes de Reino Unido escucharán una amplia variedad de frases que animan o instan ante la adversidad. (Foto: Getty Images, vía BBC Mundo).
Los visitantes de Reino Unido escucharán una amplia variedad de frases que animan o instan ante la adversidad. (Foto: Getty Images, vía BBC Mundo).

En cuatro años, las dos naciones estaban en guerra cuando Francia se enfrentó a las poderosas monarquías europeas restantes durante las Guerras Revolucionarias.

Si bien el concepto de “mantener la compostura” en su forma más extrema todavía estaba un poco lejos, fue aquí donde la sensibilidad británica comenzó a tensarse.

La revolución social radical que se había apoderado de Francia amenazaba el status quo, y esta “locura” tenía que ir acompañada de moderación.

Se produjo un cuarto de siglo de conflicto entre Inglaterra y Francia, que culminó con el destierro de Napoleón a Santa Elena en 1815.

El ascenso del Imperio

Con su principal rival fuera del camino, se preparó el escenario para la rápida expansión del Imperio Británico, junto con una doctrina cada vez más estricta de superioridad y resolución emocional.

Esta famosa autodisciplina británica trajo consigo vastas conquistas y riquezas que transformaron a la nación, pero con ella llegaron la explotación y los actos de barbarie.

Entre 1815 y 1914, aproximadamente 400 millones de personas y aproximadamente 26 millones de kilómetros cuadrados de territorio se unieron al Imperio Británico y, con él, comenzó a emerger una identidad cultural cuidadosamente elaborada.

El Imperio Británico se extendía por todos los continentes. (Foto: Getty Images, vía BBC Mundo).
El Imperio Británico se extendía por todos los continentes. (Foto: Getty Images, vía BBC Mundo).

“Mantener la compostura fue históricamente un concepto de clase alta, escuela privada, universidad y luego militar”, dijo Dixon, “una forma brutal y espartana de no mostrar tus sentimientos y gobernar el mundo sobre la base de tu autocontrol superior, que se desvió hacia la opresión y la crueldad “.

Charles Darwin escribió en su libro de 1872 “La expresión de las emociones en el hombre y los animales”: “los salvajes lloran copiosamente por causas muy leves” mientras que “los ingleses rara vez lloran, excepto bajo la presión del dolor más agudo”.

Los libros, poemas y obras de teatro durante este período amplificaron este estoicismo exagerado, y algunas de las obras más queridas de Reino Unido del siglo XIX emanan esto.

If, de Rudyard Kipling; The Charge of the Light Brigade, de Alfred Tennyson; e Invictus, de William Ernest Henley, hablan de resilencia y determinación frente a grandes dificultades.

Si bien estas actitudes estoicas se asociaron comúnmente con los hombres de clase alta, luego se generalizó.

“Hay versiones de la clase trabajadora exótica, pero son culturalmente diferentes. La figura de la madre trabajadora que no se queja siempre ha estado ahí, un individuo feroz y rígido”, dijo Dixon.

Una declaración de la Unión Nacional de Sociedades por el Sufragio de Mujeres en 1914 declaró que “la mujer moderna debe contener las lágrimas; tiene trabajo que hacer”.

La caída del Imperio

El estoicismo británico alcanzó su cenit durante la primera mitad del siglo XX. El país salió victorioso de las dos guerras mundiales, pero quedó terriblemente marcado, tanto social como económicamente.

“Después de la Segunda Guerra Mundial, el país tuvo que aceptar el hecho de que había ganado y, sin embargo, había perdido tanto”, dijo la doctora Catherine Ellis, profesora de historia en la Universidad Ryerson en Ontario, Canadá.

“Junto a eso estaba la pérdida del Imperio y, por lo tanto, aferrarse a lo que quedaba, y lo que quedaba tenía que ser las cosas que eran superiores sobre el pueblo británico”.

El periodo del Blitz, en el que ciudades de todo el país fueron bombardeadas entre 1940 y 1941, es una época venerada por el pueblo británico y un excelente ejemplo de esta idea de superioridad estoica.

Haciendo referencia al Blitz, en abril la reina Isabel II destacó el valor de la autodisciplina y la determinación durante la pandemia de coronavirus. (Foto: Getty Images, vía BBC Mundo).
Haciendo referencia al Blitz, en abril la reina Isabel II destacó el valor de la autodisciplina y la determinación durante la pandemia de coronavirus. (Foto: Getty Images, vía BBC Mundo).

A pesar de lo infernal que fue la destrucción, la imagen que prevaleció fue que Reino Unido se mantuvo firme y rechazó valientemente al enemigo. Pero fue mucho menos optimista de lo que nuestras lecciones de historia nos hicieron creer.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el crimen aumentó en un 57%, ya que el saqueo, el robo de tarjetas de racionamiento y las ganancias en el mercado negro aumentaron sustancialmente. Incluso los casos de asesinato aumentaron en un 22%. Recordamos fácilmente los actos de valentía y heroísmo; pero mucho menos el lado más oscuro.

“El miedo y el dolor estaban ciertamente presentes, pero esas emociones no encajaban con la narrativa nacional de fuerza y valentía, y de los valientes británicos ‘que se levantan solos’ contra el fascismo”, dijo Ellis.

Era una narrativa que el gobierno, y de hecho la mayoría de la población, estaba ansiosa por cumplir, pero esta identidad nacional cuidadosamente fabricada se encontraba en un terreno inestable.

Los británicos de hoy

Las décadas inmediatamente posteriores a la guerra vieron cambios considerables que comenzaron a remodelar el país. Para 1965, el número de personas bajo dominio colonial fuera de Reino Unido se había reducido a solo cinco millones, y el manto del país como superpotencia mundial se desvaneció.

Para reponer el trabajo perdido, la Ley de Nacionalidad Británica de 1948 otorgó a los ciudadanos de la Mancomunidad el derecho a vivir y trabajar en Reino Unido y llegaron cientos de miles de personas de todo el mundo.

Reino Unido vio un cambio cultural definitivo desde la década de 1960, cuando una nueva nación multicultural y emocionalmente abierta comenzó a tomar forma. (Foto: Getty Images, vía BBC Mundo).
Reino Unido vio un cambio cultural definitivo desde la década de 1960, cuando una nueva nación multicultural y emocionalmente abierta comenzó a tomar forma. (Foto: Getty Images, vía BBC Mundo).

Un Reino Unido nuevo y multicultural estaba comenzando a tomar forma y con él comenzó el lento y constante desenredo de las emociones británicas.

“Hubo un cambio cultural definido alrededor de la década de 1960”, dijo Dixon. Lentamente, la actitud de estoicismo cayó en desgracia y el país se convirtió en un lugar cada vez más emocional.

Podría parecer, entonces, que hemos completado el círculo, deshaciéndonos de nuestros grilletes emocionales con alegría. Pero decir que Gran Bretaña ya no está reprimida está fuera de lugar.

Indudablemente, avanzamos hacia emociones mejor expresadas, pero la sombra y la carga de 150 años, cuando conquistamos el mundo y luego lo perdimos todo, aún se cierne sobre nosotros.

El 5 de abril de este año, la reina Isabel II se dirigió a la nación y nos recordó “que los atributos de la autodisciplina, la resolución serena y de buen humor y el sentimiento de compañerismo todavía caracterizan a este país”.

Una vez más se nos pidió que alabáramos nuestro espíritu del Blitz por el bien de la nación. Pero, me preguntaba, ¿hasta dónde puede llegar realmente el estoicismo en la Gran Bretaña moderna con nuestros dilemas modernos?

Muchos británicos ahora sienten que el estoicismo está pasado de moda y desactualizado, pero el estereotipo de reserva y moderación aún persiste. (Foto: Getty Images, vía BBC Mundo).
Muchos británicos ahora sienten que el estoicismo está pasado de moda y desactualizado, pero el estereotipo de reserva y moderación aún persiste. (Foto: Getty Images, vía BBC Mundo).

Cuando salí del mercado Leadenhall, vi a dos hombres y una mujer afuera de una pequeña florería, uno de los pocos negocios abiertos. Les pregunté cómo se sentían con el estoicismo.”Pasado de moda” y “desactualizado”, dijeron.

La conversación se centró rápidamente en el covid-19. Las tiendas cerradas que se alineaban en las tranquilas calles hablaban de un presente incierto y un temor por el futuro.

El silencio descendió mientras miramos a través del mercado vacío con sus adoquines lisos desgastados por miles de pies y cientos de años de historia.

Arriba, dragones plateados adornados con la cruz de San Jorge estaban sentados en la encrucijada del mercado, contemplando el imperio.

Las guirnaldas de flores colgaban bajas entre las calles, del tipo que te hace pensar en las celebraciones del Día de Victoria. Era una imagen que fusionaba perfectamente la vieja Gran Bretaña con nuestra crisis actual.

“Supongo que tenemos que seguir adelante, ¿no?”, dijo finalmente uno de los hombres.

Asentimos solemnemente; algunos incluso podrían decir estoicamente.

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