Los estudiantes prodemocráticos de Tailandia volvieron a organizar este miércoles una multitudinaria protesta pacífica en el centro de Bangkok, mientras el Parlamento rechazaba varias propuestas para cambiar la Constitución redactada por la Junta militar que gobernó el país entre 2014 y 2019.
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Miles de personas se congregaron en la intersección de Ratchaprasong, escenario habitual de manifestaciones en el centro financiero de la capital tailandesa, para pedir reformas democráticas y protestar contra las cargas policiales de la víspera en las inmediaciones del Parlamento, que se saldaron con 55 heridos, algunos de ellos con bala.
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Una de las mayores atracciones de la concentración fueron los patos de agua gigantes que aparecieron por primera vez la víspera, cuando los manifestantes tenían proyectado usarlos para cruzar el río Chao Praya hacia el Parlamento.
Al caer la noche, numerosos manifestantes se acercaron al cuartel general de la Policía, situado a pocos metros de la intersección, para recriminar a las fuerzas del orden su uso de cañones de agua y gases lacrimógenos para dispersar la protesta del martes.
Como culminación de la protesta, los manifestantes desplegaron un camión cisterna lleno de agua y, armados con pistolas de agua, regaron y arrojaron pintura a las verjas del cuartel general y a los policías apostados tras ellas, como venganza simbólica por los hechos de la víspera.
Reformas rechazada en el Parlamento
Entretanto, en otro punto de la ciudad, los miembros de las dos cámaras del Parlamento votaban un total de seis propuestas de reforma constitucional presentadas por los diputados de la coalición gobernante y de la oposición, además de otra, más progresista, de la ONG iLaw, que cuenta con el apoyo de 100.000 firmas de ciudadanos tailandeses.
La propuesta de la ONG, es apoyada por los estudiantes, pide enmiendas en todos los artículos de la Constitución y fue rechazada por casi todos los 245 miembros del Senado, que fueron elegidos a dedo por la antigua junta militar, una de las cosas que quieren cambiar tanto iLaw como los manifestantes para que el Senado sea elegido democráticamente.
Por otro lado, diputados y senadores aprobaron dos propuestas para crear un comité que redacte una nueva constitución, aunque aún queda por debatir su composición, ya que la oposición pide que sus 200 miembros sean elegidos democráticamente, mientras que los partidos de la coalición gobernante quieren que 50 de ellos sean designados.
“Se puede predecir que la nueva constitución no reflejará realmente la voluntad del pueblo, que posee el verdadero poder constitucional. Esto se debe a que la reforma de la monarquía se eliminará de los debates entre los miembros del comité de redacción”, señaló Free Youth, una de las plataformas estudiantiles más activas en la organización de las protestas.
Las peticiones de los manifestantes
Desde el pasado julio, los manifestantes prodemocráticos han organizado protestas pacíficas casi a diario, muchas de ellas multitudinarias, para exigir una nueva Constitución, ya que la actual fue redactada por la junta militar liderada por el general Prayut Chan-ocha, quién revalidó su cargo de primer ministro el año pasado tras unas controvertidas elecciones.
Los estudiantes también piden la dimisión de Prayut y una reducción del poder de los militares, que han tomado el poder en 13 golpes de Estado desde 1932, y del rey para limitar su influencia en la política.
La reforma de la monarquía es la demanda más audaz y la que ha creado más fricciones con los sectores más conservadores de Tailandia, donde la ley de lesa majestad contempla penas de hasta 15 años de cárcel para quien critique a la familia real.
El rey Vajiralongkorn, de 68 años y que ascendió al trono en 2016, despierta menos respecto que su difunto padre, el venerado Bhumibol Adulyadej, y sus largas estancias en Alemania son criticadas por los estudiantes.
El monarca, que se encuentra en Tailandia desde mediados de octubre, aumentó su poder al tomar control personal de varias unidades militares en Bangkok y de la fortuna real, valorada en al menos 35.000 millones de dólares (unos 29.000 millones de euros).
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