Un día como hoy, 17 de noviembre, pero de 2016, se encontraron en El Salvador los primeros restos de la masacre de El Mozote, en 1981, cuando unidades de elite del Batallón Atlacatl torturaron y ejecutaron a niños, hombres y mujeres en ese cantón y otros aledaños como La Joya, Cerro Pando, Jocote Amarillo, Ranchería y Los Toriles.
La matanza de ocurrió entre el 9 y el 13 de diciembre de 1981. Unidades del Ejército salvadoreño, encabezadas por el batallón contrainsurgente Atlacatl -adiestrado por Estados Unidos-, lanzaron la denominada “Operación Rescate” contra la población del noreste del departamento de Morazán.
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El día 11, a la orden de uno de los jefes, los soldados comenzaron a separar a los hombres a un lado, a las mujeres del otro, a los niños hacia más allá.
De pronto, sin que pase mucho tiempo, ya estaban disparando a unos, cortando el cuello a otros, violando a las mujeres más jóvenes.
“Se oía a la gente llorando, los niños gritando por miedo, pidiendo que no los mataran”, narró Rosario López, una de las pocas sobrevivientes, a la BBC.
Ella quiso gritar, correr hacia los miembros de su familia que estaban matando, estar con ellos y correr la misma suerte, pero decidió volver a casa en la aldea de La Joya para proteger a sus hijos y esposo.
La familia se escondió entre los matorrales, treparon por las malezas y sobre el fango, hasta que encontraron una cueva en las montañas.
“Quemaron todito, todito. Mataron hasta los cerdos, el ganado, las bestias, no quedó nada”, continuó López.
Continuaron escuchándose gritos y ráfagas secas de disparos. Un humo denso cubrió el cielo aquella noche.
López perdió 24 miembros de su familia en un solo día y esperó 27 años para poder enterrarlos.
Víctimas
El gobierno de El Salvador estableció en 2017 que al menos 988 personas, entre ellas 558 niños, fueron asesinadas en El Mozote y las comunidades adyacentes.
Otras 712 personas que sobrevivieron al ataque abandonaron la zona. El conflicto en El Salvador dejó más de 75.000 muertos, al menos 7.000 desaparecidos y miles de desplazados.
“Han pasado 40 años, pero es como que hubiese sido ayer, nuestras heridas están abiertas, nuestra esperanza está en la justicia”, declaró a la AFP Dorila Márquez, de 65 años, quien perdió en la matanza a sus padres, una hermana embarazada, seis sobrinos y cinco cuñados.
“Nosotros no estamos ambicionando dinero (de indemnización), queremos más justicia”, declaró por su parte, Saturnino Argueta Claros, de 71 años, quien perdió a su madre, hermanos, sobrinos y un cuñado.
Análisis
“El Ejército estableció una estrategia de eliminación de toda forma de vida, incluida la humana, en ese sector rural bajo la idea equivocada de que estaba dañando al FMLN, cuando en realidad lo que estaban masacrando era la población civil”, explicó a la BBC Manuel Escalante, del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana.
El Ejército del Salvador no ha reconocido su participación en la masacre. Además, asegura no tener ningún documento de la época que corrobore la masacre o la intervención de sus fuerzas en estos poblados. El gobierno también lo negó por años, hasta 2012, cuando el entonces presidente, Mauricio Funes, pidió perdón en nombre del Estado.
El representante de los sobrevivientes ante la CIDH Wilfredo Medrano dijo que la operación formó parte de una serie de estrategias diseñadas por Estados Unidos para combatir la insurgencia en Latinoamérica.
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