“La cantidad de personas que llegan sobrepasa la capacidad institucional (…). Estamos sobrepasados”.
Según el viceministro de la presidencia de Costa Rica, Jorge Rodríguez, la capacidad de su país para manejar el constante y creciente flujo de migrantes que pasan por su territorio en dirección a Estados Unidos llegó a su límite máximo.
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Y esta fue la razón esgrimida por el presidente costarricense, Rodrigo Chaves, para ordenar este martes la declaración de una “emergencia nacional” con la que quiere disponer de más recursos económicos para fortalecer las capacidades de las instituciones encargadas de atender esta situación.
La medida fue anunciada después de la detención la semana pasada de 25 migrantes en la frontera sur tras un enfrentamiento con agentes de policía que trataban de evitar ventas ambulantes en la zona, lo que generó graves disturbios y causó gran polémica en el país.
Chaves, quien firmará el decreto presidencial este jueves para que la emergencia nacional entre en vigor, elevó el tono y amenazó con deportaciones para las personas extranjeras que alteren el orden público en el país.
“He instruido al Ministerio de Seguridad Pública a tener mano firme con aquellas pocas personas que piensen que la gentileza, la amabilidad y el corazón generoso de los costarricenses se puede confundir con debilidad”, dijo.
A los migrantes que lleguen a Costa Rica y “se porten mal, faltándoles el respeto a las autoridades, causando disturbios, el mensaje es que van de vuelta a su país de origen, porque aquí no se lo vamos a tolerar”, advirtió.
Según datos oficiales de las autoridades fronterizas, más de 330.000 migrantes cruzaron en los primeros ocho meses de este año la peligrosa selva del Darién que separa a Colombia de Panamá. Se trata de la cifra más alta jamás registrada y que supera por mucho a las 248.000 personas que la atravesaron en todo 2022.
Tras su travesía por Panamá, Costa Rica es el siguiente país que recorre la ruta migrante.
Desde junio, cuando ingresaban a territorio costarricense unos 900 migrantes al día por la frontera sur, el flujo se triplicó hasta los 2.600-2.700 diarios de agosto.
“Ya esta situación amerita declarar una emergencia nacional, debido a la cantidad de personas que están pasando por nuestro territorio”, dijo Chaves.
Una vez en Costa Rica, los migrantes toman un autobús que los lleva de manera directa a Los Chiles, en la frontera norte con Nicaragua.
Este transporte fue implementado por las autoridades ticas para tratar de evitar aglomeraciones de migrantes en su territorio, pero cientos de ellos quedan igualmente varados al no poder pagar los US$30 que cuesta el pasaje.
Esta estrategia, llamada “de flujo controlado”, es también aplicada en Panamá, donde los migrantes toman previamente un autobús para viajar directamente a la frontera costarricense.
Una vez que llegan al norte de Costa Rica, muchos migrantes recurren al servicio de “talibanes”, como se conoce a transportistas que los llevan hasta puntos ciegos de la frontera nicaragüense al no poder pagar los US$150 que Managua cobra como salvoconducto para ingresar regularmente por el punto fronterizo de Las Tablillas.
Pero es Paso Canoas, en la frontera sur de Costa Rica, el cruce fronterizo que se ha convertido en el mayor ejemplo de esta crisis migratoria en el país.
Aunque a unos 15 km existe un centro de recepción de migrantes, su capacidad para menos de 300 personas quedó pronto rebasada y las autoridades instalaron hace unos meses un espacio abierto en parte de lo que era la pista de aterrizaje de un antiguo aeródromo, a escasos cinco minutos de la frontera.
El gobierno pretendía así evitar que los migrantes tuvieran que deambular por el pueblo, donde viven menos de 20.000 personas. Pero el hecho de que más de 60.000 personas transitaran por este lugar solo en lo que va de septiembre, hizo que los servicios de este improvisado campamento también resultaran totalmente insuficientes.
“La situación es de una dimensión que sobrepasa la capacidad del lugar y, nada más llegar, te sorprende el hacinamiento que hay”, le dice a BBC Mundo Luis Ponte, coordinador del proyecto de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la zona.
Las pocas letrinas existentes están sucias o colapsadas, apenas hay duchas ni techo para resguardarse de los 30 grados de temperaturas o de las lluvias torrenciales que pueden durar horas. Uno de los mayores problemas es quizá la acumulación de basura que, según Ponte, puede superar las 12 toneladas en poco más de una semana, con el consiguiente riesgo sanitario.
“Estamos sobrepasados en la posibilidad de atender de manera ordinaria lo que esas instituciones podrían atender. Solo la cantidad de desechos que se acumulan no le permiten ni siquiera a la Municipalidad de Corredores (a la que pertenece Paso Canoas) atender, de manera diaria, la basura que ahí se genera”, reconoció este martes el viceministro de la Presidencia.
Cada día se forman grandes filas para poder tomar los autobuses con los que proseguir el camino hacia el norte. Entre 500 y 600 personas duermen cada noche en el lugar sobre cartones o, los más afortunados, en pequeñas tiendas de campaña hasta que logran el dinero necesario para el transporte, lo que puede llevarles cuatro o cinco días.
Para conseguirlo, la mayoría recurre a la venta informal de comida u otros productos por las calles. La situación se tornó tensa con algunos vecinos, que el mes pasado bloquearon temporalmente la frontera y exigieron un refuerzo de policías para evitar que tantos migrantes deambularan por la comunidad al considerar que podían propagar enfermedades.
“La gente llega deshidratada y con heridas físicas, hinchazón, infecciones virales… pero también con dolencias emocionales tras haber sufrido robos o violencia durante el camino. Vienen con necesidad de ser escuchados con empatía, de sentirse bienvenidos pese a las condiciones de ese campo”, explica Ponte, cuya organización da su apoyo en la zona mediante la entrega de medicamentos, la recogida de basura y la ampliación del área techada del campamento.
Según anunció el presidente Chaves, las autoridades ajustarán su plan para que los migrantes aborden los autobuses en otro lugar para evitar la aglomeración en este punto donde la situación ya se ha vuelto casi insostenible.
Según la Comisión Nacional de Emergencias del país, la declaración de emergencia nacional permitirá entregar recursos institucionales del Estado para ofrecer a los migrantes condiciones óptimas para un “tránsito seguro” y para para atender las necesidades de las poblaciones donde se concentra el mayor paso de los migrantes.
Carlos Sandoval García, catedrático de la Universidad de Costa Rica experto en migración, coincide en que la declaratoria de emergencia podría aportar fondos para facilitar alojamiento y transporte a los migrantes que transitan por el país.
Sin embargo, evita considerar la situación actual como “excepcional”. En su opinión, esta decisión obedece a la postura habitual que Chaves mantiene respecto a la migración en un país donde el 10% de sus residentes son extranjeros (mayoritariamente de origen nicaragüense) y donde aún resuena la polémica por los recientes disturbios entre migrantes y autoridades en la frontera sur.
“Esta declaratoria forma parte del tono retórico del presidente y no tanto de una estrategia articulada de respuesta a lo que es este drama humanitario. Él se caracteriza por un estilo confrontativo y polarizante. Más que pretender resolver el tema de la migración, se trata de capitalizar legitimidad política a partir de la migración”, opina.
La principal solución a esta situación, apunta el experto, radica en mejorar las condiciones en los países de origen de los migrantes para garantizar “su derecho a no tener que migrar”.
“Más que una actuación unilateral del gobierno de Costa Rica o cualquier otro país, lo que se necesita es una estrategia regional, una cumbre de presidentes que aborde y atienda de verdad la emergencia migratoria que vivimos y evite el desplazamiento forzado. Pasar de lo nacional a lo regional es algo clave que se necesita urgentemente”, le dice a BBC Mundo.
Este martes el presidente costarricense fue claro en su mensaje a los migrantes que planeen pasar por su territorio en los próximos meses.
“Quien venga aquí va a respetar nuestras leyes, nuestra policía y los pueblos por donde van a transitar (…). Empiecen a meditar quienes estén pesando venir a Costa Rica”, dijo Chaves.
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