Los Ángeles.- Manifestantes pidieron respuestas el martes al congregarse en el vecindario de Los Ángeles donde agentes abatieron a un hombre afroamericano el día anterior, en un clima general de tensión y desconfianza hacia las fuerzas del orden en Estados Unidos tras varios casos de violencia contra afroestadounidenses.
La víctima, identificada como Dijon Kizzee, de 29 años, estaba montando su bicicleta el lunes por la tarde cuando los oficiales intentaron detenerlo por una supuesta infracción de tránsito, según la autoridad, aunque no se especificó la naturaleza de la falta.
Según el sheriff, el hombre “huyó corriendo” dejando detrás su bicicleta, y cuando los policías lograron atraparlo golpeó a uno de ellos en la cara. En su huida dejó caer varias prendas de ropa que llevaba en la mano.
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“Los agentes notaron que dentro de la pila de ropa había una pistola semiautomática negra”, agregó en rueda de prensa el teniente Brandon Dean, de la oficina del sheriff del condado de Los Ángeles.
En ese momento los agentes dispararon. El hombre, alcanzado por varias balas, murió en el lugar.
Las autoridades no aclararon si el hombre estaba buscando su arma cuando recibió los disparos. Dean indicó que se abrió una investigación.
El abogado de derechos civiles Ben Crump, que representa a la familia, dijo que Kizzee recibió más de 20 disparos e instó a cualquier testigo que lo contacte para recaudar más información de lo sucedido.
“Dicen que corrió, se le cayó la ropa y la pistola”, dijo Crump en un tuit. “No la recogió, pero los policías le dispararon por la espalda más de 20 veces y luego lo dejaron durante horas”.
Varias horas después del tiroteo, un centenar de personas se reunieron en el lugar la noche del lunes para reclamar justicia, con pancartas de “Black Lives Matter” (Las vidas negras importan) y exigiendo justicia.
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Un pequeño grupo se volvió a reunir allí en la noche del martes para marchar de manera pacífica, junto a una caravana de autos, hasta la cercana estación del sheriff, mientras un helicóptero policial sobrevolaba la manifestación.
Algunos manifestantes llevaban un cartel en el que se leía: “Detengan a los policías asesinos”.
“Absolutamente cansados”
Deja, una mujer que presenció el tiroteo pero solo dio su nombre de pila, declaró a la AFP que gritó “no le disparen, no le disparen”, mientras los agentes intentaban detener a Kizzee, quien vivía en su vecindario.
“Estaban tratando de atraparle y quitarle sus cosas y finalmente cuando no pudieron, se dio la vuelta para correr y le alcanzaron con una descarga de (pistola eléctrica) Taser en la parte posterior de la pierna”, dijo Deja. “Se dio la vuelta y luego le dispararon”, sentenció.
Deja indicó que los oficiales esposaron a Kizzee antes de que fuera declarado muerto.
La tía de Kizzee, Fletcher Fair, dijo a periodistas que cree que el color de la piel de su sobrino fue un factor en el tiroteo.
“Creo que es tan sucio para cualquier departamento, sea el del sheriff o cualquier otro, que maten gente”, expresó. “No matan a ninguna otra raza excepto a nosotros y esto no tiene ningún sentido. ¿Por qué nosotros? Hay asiáticos, a los hispanos ni siquiera los matan tanto como a nosotros”, agregó.
“Somos solo nosotros y estamos cansados. Estamos absolutamente cansados”, zanjó.
Estados Unidos es escenario de una ola de protestas antirracistas tras la muerte en mayo de George Floyd, un hombre afroamericano asfixiado por un policía blanco en el estado de Minneapolis (norte). Las manifestaciones recobraron fuerza la semana pasada luego de que un policía blanco disparara siete veces a quemarropa contra otro afroestadounidense en Kenosha, Wisconsin (estado vecino).
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El presidente Donald Trump visitó la pequeña Kenosha el martes, entre pedidos de que no viajara y denuncias de que está avivando peligrosamente estas tensiones como una táctica para lograr su reelección en noviembre.
Allí no se reunió con la familia de Jacob Blake, quien quedó paralítico como resultado de ese nuevo caso de aparente abuso policial.
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