La madre de Beth Booker no quería dejar su casa en Fort Myers, Florida. Carole McDanel, una jubilada de 78 años, se había hecho de provisiones, tenía persianas contra huracanes y ventanas de vidrio templado nuevas. Se suponía que lo peor del huracán Ian se precipitaría hacia el norte, según le había dicho a su hija. ¿Por qué no resistir en su casa?
Luego, una marejada ciclónica barrió la tranquila localidad de Fort Myers (que recibió un impacto directo el miércoles) e inundó la planta baja de Carole. En su asombro, ella tomó fotos del agua marrón que subía por sus escaleras y se las mandó a Beth, una publicista de 32 años de Naples, Florida.
Ambas se pusieron en contacto. Y cuando Beth trataba de convencer a Carole de encontrar un silbato y escalar lo más alto que pudiera, la señal telefónica se cortó. “No he sabido nada de ella desde entonces”, le dijo a The Washington Post el jueves por la mañana. “Han pasado 22 horas”.
Las autoridades fueron a rescatar a los que, como ella, necesitaban ayuda. Equipos en botes y helicópteros peinaron el vecindario luego de que el huracán Ian aterrizó con fuerza devastadora, destruyendo todo a su paso. Caminos y puentes rotos retrasaron las búsquedas. Pero, tal como lo dijo el gobernador de Florida, Ron DeSantis, el condado donde vivía Carole estaba “básicamente fuera de la red”.
Buscó ayuda en Twitter
Beth no se quedó con los brazos cruzados y llamó al 911, a la Guardia Costera y a uno de sus mejores amigos, un capitán de barco. Incluso compartió la desgarradora historia en Twitter, con la esperanza de que alguien pudiera ayudar a su madre.
“La peor parte es no saber, no poder hablar con ella”, dijo Beth. “Hablamos varias veces al día, como: ‘¡Oye, mamá! Comí filetes de pollo para el almuerzo. ¿Qué estás haciendo?’”, contó.
Persuadir a Carole para que evacuara Fort Myers había sido imposible, dijo Beth. Su madre era terca e independiente. También había sobrevivido a tres huracanes. Su vida era plena: antes de jubilarse, fue copropietaria de una tienda de delicatessen italiana y una tienda de regalos llamada Golden Dolphin. “Ella sola es una fuerza. Ella es dura como un clavo”, dijo Booker.
No le quedó opción que respetar su decisión porque, además, a ellas las unía una historia especial. Carole no es la madre biológica de Beth. En realidad es su abuela. La adoptó 5 años después de que su padre, su hijo, muriera de cáncer.
Beth recuerda sentirse amada con la intensidad de alguien que conoce la pérdida.
El reencuentro
La tarde del jueves, Beth recibió un mensaje de texto. Alguien dijo que había encontrado a Carole y exigió el pago de US$596 para cubrir la habitación de hotel donde se quedaba. Ella dudó. Necesitaba una prueba de vida.
Beth publicó el caso en Twitter y varios usuarios le advirtieron que era una estafa.
Más tarde, justo después de las 4 p.m., ella publicó un video: la habían encontrado, reveló llorando.
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