Mientras en la arena los gladiadores se batían a muerte o luchaban contra bestias salvajes, en las gradas del Coliseo romano los espectadores se atiborraban de aceitunas, nueces y cerezas, según ha descubierto un equipo de arqueólogos.
Los expertos han podido desenterrar restos de higos, uvas, cerezas, moras, frutos secos y otros alimentos de más de 2.000 años de antigüedad en el lugar.
También se han encontrado huesos de osos y grandes felinos que probablemente se usaron en los juegos de caza del anfiteatro, muy populares en la época romana.
Los descubrimientos fueron realizados por arqueólogos que examinaron las alcantarillas del monumento, construido en el primer siglo de nuestra era.
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Reliquias como estas brindan una instantánea de la “experiencia y costumbres de quienes acudían a este lugar durante las largas jornadas dedicadas a los espectáculos”, explicó a la BBC Alfonsina Russo, directora del Parque Arqueológico del Coliseo.
Los investigadores aseguran que los huesos de osos y leones probablemente pertenecían a los animales que formaban parte de los juegos sangrientos del anfiteatro, en el que se enfrentaba a bestias para que lucharan entre sí o contra gladiadores.
El Coliseo, que podía albergar hasta 55.000 espectadores, estuvo en uso durante cinco siglos, entreteniendo a los romanos con luchas, martirios e incluso naumaquias, combates navales para los que la arena del circo se llenaba de agua.
Se cree que para su inauguración, en el año 80, el emperador Tito ordenó la celebración de unos juegos que duraron 100 días y en los que se mató a más de 5.000 fieras.
En la excavación también se han encontrado huesos de animales más pequeños, como perros.
Los hallazgos forman parte de un estudio que comenzó en enero de 2021, en el que se han limpiado cerca de 70 metros de desagües y alcantarillas debajo del Coliseo, que sigue siendo uno de los lugares más visitados de Italia.
Arquitectos y arqueólogos especializados utilizaron robots guiados por cables para navegar por el complejo sistema de drenaje del anfiteatro, lo que les ayudó a comprender la vida cotidiana en Roma, así como las estructuras hidráulicas antiguas, según han explicado los investigadores.
Hasta nuestros días ha llegado el arte culinario romano, que las clases pudientes celebraban en opíparos banquetes que se prolongaban toda la noche con platillos muy elaborados. De hecho, el libro de cocina más antiguo que se conoce es romano y lo recopiló un tal Apicius.
Sin embargo, para el Coliseo, los espectadores optaban por refirgerios más sencillos, que podían compar a vendedores ambulantes que se instalaban en los alrederores del anfiteatro, donde ofrecían garbanzos, pescado frito, salchichas o bollos. En las gradas también se bebía mucho vino.
En la excavación también se han descubierto monedas antiguas, entre ellas 50 monedas de bronce que datan del período romano tardío, que abarcan aproximadamente 250-450 d.C., y una moneda conmemorativa de plata de alrededor de 170-171 d.C., que celebra los 10 años del gobierno del emperador Marco Aurelio.
El Coliseo fue el anfiteatro más grande del Imperio Romano y cayó en desuso alrededor del año 523 d.C., cuando se prohibieron los espectáculos de gladiadores y de caza. Entonces, sus túneles, huecos y galerías fueron ocupados por los habitantes de Roma, que hicieron de él una extensión de la ciudad.
En el siglo XIV, un terremoto destruyó parte del anfiteatro, que acabó convirtiéndose en basurero y cantera de la que se extraían materiales de construcción. El Renacimiento volvió a poner en valor el edificio.
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