No fue el argumento de una película. Se trató de la interceptación de un avión comercial, en pleno vuelo, obligarlo a aterrizar y detener a uno de sus pasajeros: un periodista incómodo para el régimen de Alexander Lukashenko, el dictador de Bielorrusia que lleva en el poder 27 años.
La Unión Europea (UE) no tardó en reaccionar a lo ocurrido el domingo, y el lunes cerró su espacio aéreo al país y pidió a las aerolíneas europeas evitar sobrevolar Bielorrusia, además de condenar y exigir la liberación inmediata de Roman Protasevich, considerado uno de los instigadores de las masivas e inéditas protestas opositoras que soportó el régimen en el 2020 y que puso el foco sobre uno de los gobernantes más represores del mundo.
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Pero no solo los cielos europeos y los del Reino Unido han quedado bloqueados para los bielorrusos. La UE también acordó ampliar la lista de sanciones contra Bielorrusia, entre ellos a Lukashenko y a su hijo y asesor, Viktor Lukashenko, a los que se les prohíbe entrar en territorio europeo, además de congelarles todos sus bienes y activos en la UE.
Francia ha sido el país que ha reaccionado con mayor contundencia y subrayó que “nunca reconocerá la legitimidad de la elección el señor Lukashenko”. “No lo reconocemos hoy ni lo haremos mañana”, dijo el ministro galo de Relaciones Exteriores, Jean-Yves Le Drian, para referirse a los comicios del año pasado -considerados fraudulentos- en que el presidente ganó con un sospechoso 80% de los votos.
Solo Rusia -el principal aliado de Bielorrusia- “lamentó” la decisión del bloque europeo, y sostuvo a través del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, que los líderes comunitarios deberían haber “examinado objetivamente lo sucedido”.
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El increíble y avezado secuestro del avión -Bielorrusia insiste que se debió a una amenaza de bomba de la organización Hamas- fue algo cuidadosamente planificado a sabiendas que luego vendrían la indignación y las sanciones europeas.
Aunque Bielorrusia no es un gran punto de conexión aérea en el Viejo Continente, semanalmente más de 2 mil aviones sobrevuelan el país y grandes aerolíneas europeas aterrizan y parten de Minsk, la capital. Entre las compañías que han decidido evitar el espacio aéreo de Bielorrusia están Air France, Lufthansa, Finnair, Austrian Airlines, la polaca LOT, Air Baltic, KLM y la propia Ryanair, la aerolínea afectada el pasado domingo.
“Nosotros perdemos algo por la disminución del tráfico aéreo, pero ellos tendrán que recorrer mayores distancias y pagar mucho más dinero a terceros”, replicó a EFE el vicedirector general de Belaeronavigatsia, la agencia estatal bielorrusa encargada del control del tráfico aéreo, intentando minimizar la sanción europea.
¿Pero esto realmente afectará a Lukashenko y su tiempo récord en el poder? La represión de las manifestaciones opositoras del año pasado también produjo sanciones europeas, las cuales no hicieron mella en el dictador.
Como se explica en el diario “El Confidencial”, los europeos no se animan a sanciones realmente asfixiantes pues a través de Bielorrusia se transporta buena parte del petróleo y gas ruso, que tanto necesitan en la zona occidental del Viejo Continente. Y no solo eso. Moscú -como refiere “La Nación”- lo necesita como aliado incondicional pues Bielorrusia -que limita con Rusia, Letonia, Lituania, Ucrania y Polonia- es considerado un ‘estado-tapón’ que lo protege de la OTAN y la UE.
Persecución a la prensa
A pesar de las denuncias de organizaciones de derechos humanos, la prensa independiente bielorrusa sigue siendo perseguida. De hecho, el lunes, un día después del secuestro del avión, Lukashenko firmó una ley que prohíbe a la prensa informar en directo sobre cualquier protesta opositora sin autorización ni la difusión de enlaces a páginas web con “información prohibida”.
“Se prohíbe la cobertura en tiempo real de las manifestaciones que violen el orden establecido, con fines de difusión o propaganda. Esta prohibición se extenderá a los periodistas”, informó el régimen.
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El pasado 18 de mayo, además, el gobierno bloqueó el sitio web del principal medio de comunicación independiente TUT.BY, “debido a las múltiples violaciones de la ley sobre los medios, especialmente por la publicación de informaciones prohibidas”.
Después de las manifestaciones opositoras del 2020, cientos de periodistas fueron detenidos y una veintena aún se encuentran en prisión. No por gusto, la organización Reporteros sin Fronteras ha ubicado al país en el último puesto en su ránking de libertad de prensa y lo considera “el país más peligroso de Europa para ejercer el periodismo”.
Bajo estas circunstancias, la situación de Protasevich es de inmensa preocupación, pues incluso podría enfrentar una sentencia de muerte en el único país europeo donde la pena capital está vigente.
Pero no solo él. La lideres opositora Svetlana Tijanóvskaya, que debió refugiarse en Lituania tras plantarle cara a Lukashenko en las manifestaciones del 2020, podría ser la siguiente en la lista.
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