Madrid. [AFP]. Un conductor de ambulancia protegido con un traje blanco irrumpe en la recepción de un hotel de Barcelona para anunciar la llegada de tres nuevos “clientes”. Son Josefa, Julián y Juan, pacientes con coronavirus recién salidos del hospital para pasar allí su cuarentena.
“¡Buenos días! ¿Cómo se encuentran? Me llamo Enrique Aranda y probablemente soy la primera persona no sanitaria que ven en varios días”, les dice asomándose a la puerta de la ambulancia el encargado de la bienvenida.
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Es el director del hotel Meliá Sarriá, un cinco estrellas en la zona noble de Barcelona que, en colaboración con la red de ambulatorios de la ciudad, adaptó sus instalaciones en tres días para convertirse en un espacio medicalizado.
“Algunos pacientes vienen pensando que los sacaban del hospital para dejarlos morir, hay mucha gente asustada. Yo les intento hacer olvidar todo esto”, explica Enrique Aranda, con ropa de calle pero protegido con máscara y guantes.
“No les dejo bajar de la ambulancia hasta que no les arranco una sonrisa. Quiero que entren de otra manera, que vean que esto ya no es un hospital. Es un hotel”, insiste.
Pero en vez de llegar con maletas y su reserva, los nuevos clientes llevan unas bolsas con escasas pertenencias y un sobre con su expediente médico. No los recibe un botones, sino un enjambre de enfermeros con batas, guantes y mascarilla de color verde o azul.
Al entrar les toman la temperatura, revisan su historial clínico y les preguntan si necesitan contactar con algún familiar, mientras los trabajadores del hotel les asignan la habitación donde permanecerán aislados durante su cuarentena.
“Línea de contención”
Cerrados por decreto gubernamental como medida para luchar contra la pandemia, que ya causó más de 11.700 muertos en España, numerosos hoteles se convirtieron en centros medicalizados para aligerar la saturación de los hospitales.
En Madrid, la región más castigada y la primera en adoptar esta medida, 704 pacientes se alojan en once hoteles. En Barcelona, el gremio hotelero puso 2.500 camas a disposición.
Operativo desde el domingo, el Meliá Sarriá tiene 107 huéspedes y recibirá cincuenta diarios hasta llenar sus 307 habitaciones.
“Son casos que ya están bien, que han pasado el proceso hospitalario y hacen la última etapa de recuperación aquí, en el hotel”, explica la enfermera Gemma Fanlo.
“En otras circunstancias, si no hubiera esta pandemia, podrían estar en su casa”, añade esta sanitaria, adjunta de dirección del cercano ambulatorio CAP Montnegre.
Ese centro ahora apenas tiene pacientes, pero sus sanitarios trabajan más que nunca, fines de semana y noches incluidas.
En hoteles, telemáticamente o a domicilio, se encargan de los pacientes de COVID-19 que pasan la enfermedad en casa y, al mismo tiempo, mantienen la asistencia habitual del resto de pacientes.
“Los profesionales están ampliando sus jornadas, incluso desde casa, para que no quede nadie sin atender. Estamos al máximo todos”, explica Belén Enfedaque, directora asistencial de la red de ambulatorios públicos de Barcelona del Instituto Catalán de Salud.
Son la “línea de contención” para evitar al máximo los ingresos en unos hospitales ya de por sí saturados, explicó la responsable regional de salud de Cataluña, Alba Vergés.
Pasillos con olor a hospital
Dentro del hotel, los contactos son mínimos. Hay un ascensor para personal y otro para pacientes. En sus lujosos pasillos, con olor a hospital, reina el silencio.
Las cuatro comidas diarias se dejan frente a las habitaciones. El repartidor llama a la puerta y el paciente tiene que contar hasta cinco antes de abrir.
El personal debe someterse a un control de temperatura antes de entrar y los familiares, que traen ropa o material de entretenimiento como ordenadores o revistas, no pueden pasar de la puerta.
“Vengo a llevar esta bolsa para la tía de mi mujer, que estuvo ingresada con neumonía y ahora la mandaron aquí”, explica un hombre de mediana edad con una mochila deportiva en la mano.
“Ella ya se encuentra bien. Su hija no tanto... Está ingresada en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos), pero su madre todavía no lo sabe”, dice este hombre que, por este motivo, prefiere no identificarse.
La medicalización de hoteles también sirvió como revulsivo para su plantilla, que se encontró desempleada cuando el gobierno decretó el cese de su actividad por la pandemia.
“Es muy emocionante”, reconoce Marga Carballo, con un semblante tan lleno de satisfacción que ni siquiera la máscara protectora consigue ocultar.
“En casa me sentía mal viendo todo esto y sin poder ayudar”, asegura esta mujer, ahora encargada de la recepción del hotel.
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¿Qué es el coronavirus?
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).
El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre de 2019.
El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.
Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.
Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.
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