Giorgia Meloni es una de las favoritas en los sondeos para las elecciones generales que se celebrarán este 25 de setiembre en Italia. A sus 45 años de edad, esta política que lidera los sondeos podría ser la primera mujer que logre convertirse en la próxima jefa del gobierno italiano. Su perfil ha llamado mucho la atención, pues tiene intenciones de hacer algunos cambios a nivel de la relación de su país con la Unión Europea.
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Una mujer de objetivos claros
Desde 2014, Meloni es la líder de los ultraderechistas Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia, Fdl), un aagrupación heredera del posfascista Movimiento Social Italiano. Desde el 19 de julio, se sabe que irá a los comicios en coalición con la ultraderechista Liga de Matteo Salvini y la conservadora Forza Italia de Silvio Berlusconi.
“Al contrario de la prensa, no haré campaña elucubrando sobre el nombre del presidente o de ministros. En la coalición de derechas el partido con más votos propone a quien debería ser indicado como primer ministro (...) Ese nombre seré yo”, aclaró Meloni a la emisora Rtl según recogió EFE
Una aclaración nada gratuita, pues las reglas internas de la coalición plantean que el partido que reciba mayor caudal de votos deberá elegir el nombre de un “exponente” que proponer al presidente de la República, Sergio Mattarella, que debe encargar formar gobierno a alguien en base a los resultados.
”Es una competencia del jefe del Estado. Pero el nombre será el mío ¿Por qué no debería serlo? No entiendo a quien dice que ‘Meloni no’. Creo que quien vota a FdI lo hace con esa intención”, sostuvo la candidata.
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Liderando los sondeos
“¡Primero Italia y los italianos!”, dice el lema de la campaña que encabeza Meloni. Esta semana, se ha esforzado por desmarcarse del fascismo, pero al mismo tiempo mantiene como símbolo de su partido la denominada “llama tricolor”, emblema del extinto Movimiento Social Italiano, fundado por los últimos fascistas tras la II Guerra Mundial y que representa la flama sobre la tumba de Benito Mussolini.
Meloni, según recoge AFP, domina las intenciones de voto con más del 23% para las elecciones legislativas del 25 de septiembre, número que la coloca muy por delante del Partido Democrático de centro-izquierda.
No se trata de un éxito fortuito. “Que Meloni haya llegado tan lejos en Italia es gracias a todos los que la blanquearon en el camino. Desde los medios de comunicación, que se empeñan en calificar de ‘centroderecha’ a Salvini y a Meloni, hasta una desorientada centroizquierda que la subestimó y legitimó”, explicó la analista Alba Sidera, a la DW. “Meloni no apareció de la nada. Lleva años preparándose para ser primera ministra y todos la dejaron avanzar sin mayores cuestionamientos”, agrega la experta que lleva años investigando sobre la derecha en Italia.
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Trayectoria y propuestas extremas
En estas elecciones Meloni se ha posicionado con un discurso contra la inmigración, la comunidad LGBT y el aborto. Además, exige más prestaciones familiares, menos burocracia europea, busca renegociar los tratados de la UE y la pertenencia de Italia a la comunidad monetaria del euro.
Pero ella no es producto de las casualidades, empezó en la política desde muy joven. Nació en 1977 y a los 15 años de edad, Meloni se unió al “Frente de la Juventud” del partido neofascista Movimiento Social Italiano (MSI), como respuesta ante la extrema izquierda italiana de la época.
Muchos años después, en 2006, dirigió la asociación estudiantil de la ultraderechista Alianza Nacional y fue elegida para la Cámara de Diputados del Parlamento italiano. Luego en 2008, con 31 años de edad, se convirtió en la ministra más joven de Italia y asumió la cartera de Juventud en el Gobierno de Silvio Berlusconi.
Como su carrera política iba en ascenso, Meloni fundó en 2012 el partido Hermanos de Italia, el cual empezó a liderar dos años después. Y en 2020 asumió la presidencia del Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), integrado por partidos como el español VOX y partido gobernante polaco PiS, entre otros.
“No hay término medio posible. O se dice sí, o se dice no. Sí a la familia natural, no a los lobbies LGTB. Sí a la identidad sexual, no a la ideología de género. Sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte. Sí a la universalidad de la cruz, no a la violencia islamista. Sí a las fronteras seguras, no a la inmigración masiva. Sí a la soberanía de los pueblos, no a los burócratas de Bruselas. Sí a la civilización, no a quienes quieren destruirla”, dijo en junio durante un mitin de VOX en Marbella la líder de Fratelli d’Italia.
Además, Meloni ha sacado su autobiografía —que lleva semanas encabezando la lista de ventas— “Io sono Giorgia” (“Yo soy Giorgia”), publicado por Rizzoli. “Soy Giorgia, soy mujer, soy italiana, soy cristiana. ¡No me pueden quitar esto!”, dice eufórica en cada presentación. Como es de esperarse, ha recibido críticas que señalan que su libro emana homofobia, antisemitismo y apela a algunas teorías de las conspiraciones
“Verás, la corrección política es una onda expansiva, una cultura cancelada que intenta trastornar y eliminar todo lo bello, honorable y humano que ha desarrollado nuestra civilización. [...] Es un viento nihilista de una fealdad sin precedentes que intenta homogeneizarlo todo en nombre del Mundo Único. En definitiva, la corrección política ] —el Evangelio que quiere imponer una élite apátrida y desarraigada— es la mayor amenaza para el valor fundacional de las identidades”, dice un fragmento de su famoso texto.
Buscando la fórmula para desmarcarse del fascismo
El origen político de la organización a la que pertenece Giorgia Meloni, sus polémicas declaraciones sobre temas relacionados a la Unión Europea, los roles de género, políticas reproductivas y la comunidad LGBT la han terminado de dibujar como un personaje radical relacionado al fascismo italiano. Algo que no ha sido ignorado por medios y analistas.
“Durante días he leído artículos en la prensa internacional sobre las próximas elecciones que darán a Italia un nuevo Gobierno, en los que se me describe como un peligro para la democracia, para la estabilidad italiana, europea e internacional”, denunció Meloni en un video que grabó en español, inglés y francés.
“He leído que la victoria de Hermanos de Italia en las elecciones de septiembre supondría un desastre, que conduciría a un cambio autoritario, a la salida de Italia del euro y otras tonterías de este tipo. Nada de esto es cierto”, añade.
La política salió esta semana a pronunciarse sobre quienes ven con temor su potencial triunfo en los comicios. Ya que se teme que sea un viraje soberanista o ultra al país. Ante estos temores, Meloni salió al paso señalando que se trata de una “narrativa absurda” que ella le atribuye al “poderoso círculo mediático de la izquierda”.
Condenó el fascismo y señaló que la derecha italiana ya lo relegó “hace décadas, condenando sin ambigüedades la privación de la democracia y las infames leyes antijudías”.
Además condenó de forma “inequívoca” el nazismo y se detuvo para criticar al comunismo, denunciando que esta última es “la única de las ideologías totalitarias del siglo XX que todavía sigue en el poder en algunos países, sobreviviendo a sus trágicos fracasos”. Sostuvo también que la izquierda ve difícil condenar el comunismo “porque ha recibido generosos fondos de la Unión Soviética durante décadas”.
“En la misma brújula de la libertad, orientamos nuestro posicionamiento sobre los hechos del mundo actual, en el que nos oponemos enérgicamente a cualquier deriva antidemocrática con palabras de firmeza que no siempre encontramos en la izquierda italiana y europea”, recalcó.
Como una suerte de respuesta ante quienes ponían en duda su postura respecto a al guerra entre Rusia y Ucrania —por una supuesta conexión que tendría con grupos de interés rusos cercanos a Vladimir Putin, según la prensa italiana—defendió la posición occidental de Italia: “Nuestra posición en el campo occidental es clara y cristalina, como lo hemos demostrado una vez más al condenar la brutal agresión rusa contra Ucrania y contribuir, desde la oposición, a fortalecer la posición italiana en Europa e internacionalmente”.
Además de esta y otras declaraciones en donde intenta despegarse ligeramente de fascismo, Meloni ha emprendido una campaña interna en su partido para forzarlo a moderarse. Ella misma dio instrucciones en las filiales para que no se den declaraciones externas y se evite toda referencia directa al fascismo a nivel de símbolos, signos y señas, como sucede con el famoso “saludo romano”, que se hace con el brazo derecho extendido.
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