En su apartamento de San Petersburgo, el profesor universitario Denis Skopin muestra el documento que ha cambiado su vida.
Se titula: “Directiva N° 87/2D. Asunto: Despido”.
Hasta hace poco, Denis era profesor asociado en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Estatal de San Petersburgo. Pero el 20 de octubre la universidad lo despidió por “un acto inmoral incompatible con las funciones educativas”.
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¿Cuál fue este supuesto acto inmoral? Participación en un mitin “no autorizado”.
El 21 de septiembre, Denis se unió a una protesta callejera contra la decisión del Kremlin de reclutar rusos para luchar en Ucrania. Ese mismo día, el presidente Vladimir Putin había declarado una “movilización parcial” en todo el país. Durante la manifestación, Denis fue arrestado y pasó 10 días en la cárcel.
“La libertad de expresión en Rusia está en crisis”, dice Denis. “Todo tipo de libertades sufren una profunda crisis”.
“Después de que me liberaran, trabajé durante tres semanas más. La universidad me envió cartas pidiéndo que explicara mi ausencia. Respondí que me habían arrestado por participar en una protesta y me habían puesto en detención provisional. Entonces, el departamento de Recursos Humanos me llamó y me dijo que me habían despedido”.
En su último día de trabajo, los estudiantes de Denis se reunieron a las puertas de la universidad para despedirse.
En un discurso improvisado (el video fue publicado en internet) les dijo:
“¿Qué es un acto inmoral? Actuar en contra de tu conciencia y obedecer pasivamente las órdenes de otra persona. Actué de acuerdo con mi conciencia. Estoy seguro de que el futuro de nuestro país les pertenece”.
Los estudiantes rompieron en aplausos por su maestro despedido.
“Quiero mucho a mis alumnos”, dice Denis. “Son muy inteligentes y entienden muy bien lo que está sucediendo ahora en Rusia. Su [muestra de] apoyo no fue por mí personalmente. Más bien, fue una desaprobación a lo que está sucediendo ahora mismo en Rusia.
“Muchas personas en Rusia no se atreven a protestar porque corren el riesgo de ser castigadas por eso. Pero a muchos les gustaría. Y, para estas personas, dar apoyo a quienes protestan es una forma de estar en desacuerdo con lo que está ocurriendo en Rusia.
La historia de Denis Skopin no solo pone de manifiesto la presión a la que se ven sometidos los opositores a la “operación militar especial” del Kremlin. También plantea interrogantes sobre el futuro de Rusia.
“Encerrados conmigo en el centro de detención había especialistas en informática, científicos, médicos, profesores y estudiantes. Muchos de ellos están ahora en el extranjero. Como mi compañero de celda, un joven matemático con talento.”Alrededor del 25% de mis colegas más cercanos ya se han ido de Rusia. Se fueron después del 24 de febrero. Algunos de ellos se fueron inmediatamente; otros, después de que se declarara la movilización. Creo que Rusia está perdiendo ahora mismo a los mejores. Los más formados, con más energía, las personas con un pensamiento más crítico se están yendo del país. En resumen, Rusia va en la dirección equivocada“.Este futuro incierto no es sólo consecuencia del presente. También es producto del pasado de Rusia.Al otro lado de la ciudad, un pequeño grupo de residentes de San Petersburgo se reúne junto a un monumento a las víctimas del Gran Terror de Joseph Stalin, en la década de 1930.El monumento está hecho de una gran roca de las remotas islas Solovetsky, hogar de uno de los campos de trabajos forzados más notorios del Gulag. El campo de Solovki se estableció para encarcelar a los presos políticos junto con otros convictos.La gente hace cola para tomar un micrófono, y se turnan para leer los nombres de las personas que fueron arrestadas, condenadas y ejecutadas en San Petersburgo y sus alrededores.”Ekaterina Gansovna. Edad: 46 años. Trabajadora postal.
Detenida: 9 de diciembre de 1937.
Ejecutada: 18 de enero de 1938.Yulia Stanislavovna. Edad: 41 años. Gerente de Cuentas de Fábrica de Celulosa.
Detenida: 27 de septiembre de 1937.
Ejecutada: 21 de diciembre de 1937“.
Se cree que el dictador soviético Stalin hizo ejecutar a un millón de sus propios ciudadanos. Millones de vidas más fueron destruidas en su máquina de terror, que llevó a cabo arrestos, deportaciones y trabajos forzados a gran escala. Algunos de sus sucesores, como Nikita Khrushchev y Mikhail Gorbachev, denunciaron los crímenes de Stalin.Y, sin embargo, en la Rusia de Vladimir Putin, Stalin ha disfrutado de una especie de rehabilitación. Las autoridades de hoy ponen menos énfasis en los capítulos más oscuros de los años de Stalin, mientras que el propio Stalin a menudo es retratado como un hombre fuerte que derrotó a la Alemania nazi y convirtió a la Unión Soviética en una superpotencia. El Kremlin de Putin busca cosas positivas en el pasado: victorias.“Desgraciadamente, nuestro país no llegó a pasar bien esa página. No se habló lo suficiente la represión de Stalin ni se las condenó por completo. Por eso la guerra en Ucrania está ocurriendo hoy”, dice la jubilada Ludmila, que ha venido a depositar flores en la piedra de Solovki.“La experiencia demuestra que guardar silencio trae cosas malas. No debemos olvidar las manchas de sangre de la historia de nuestro país”.
El profesor Denis Skopin ha estudiado los años de Stalin, y ve paralelos entre entonces y ahora.“Acabo de publicar un libro en inglés sobre cómo la gente en la Rusia de Stalin eliminó de las fotografías grupales a aquellos que habían sido declarados 'enemigos del pueblo'. Colegas, amigos o incluso familiares cercanos tuvieron que eliminar todos los rastros de ellos de las fotografías. Lo hicieron con tijeras y con tinta.”La facultad donde enseñé tenía un convenio con Bard College, una universidad estadounidense de Humanidades. El año pasado, Bard College fue declarado 'organización indeseable' en Rusia. Entonces, nuestra facultad rompió la alianza y el nombre de Bard College fue eliminado de los pasillos de nuestra facultad usando tinta negra. De la misma manera que en la Rusia de Stalin“.Si, como afirma Denis, sus estudiantes ”entienden muy bien“ lo que está sucediendo en Rusia y Ucrania, se plantea una pregunta: si los argumentos del Kremlin no convencen a los jóvenes rusos, ¿cómo persuadirán las autoridades al público a largo plazo para que se reúna en torno a la bandera y respalde al presidente?Respuesta: asegurándose de que los jóvenes ”entiendan“ los acontecimientos tal y como lo hace el Kremlin.Para ayudar a lograrlo, se ha introducido una nueva lección patriótica en las escuelas de toda Rusia para todos los alumnos: ”Conversaciones sobre cosas importantes“. No es parte del plan de estudios oficial, pero es la primera lección de los lunes por la mañana y se recomienda encarecidamente a los niños que asistan.¿Y qué ”cosas importantes“ se discuten allí? Cuando el presidente Putin hizo de maestro en Kaliningrado el pasado septiembre, le dijo a un grupo de niños que el objetivo de la ofensiva de Rusia en Ucrania era ”proteger a Rusia“ y describió a Ucrania como un ”enclave antirruso“. Es fácil ver en qué dirección va la ”Conversación“.
“Esto es educación forzada. En mi opinión, esto es tan peligroso como lo era en la época soviética cuando teníamos lecciones de ‘información política’”, dice la profesora de San Petersburgo Olga Milovidova, quien se jubiló el mes pasado. “En aquellos días teníamos que leer el periódico Pravda. Y recuerdo que teníamos que leer libros de [el líder soviético] Brezhnev como si fueran obras maestras. Teníamos que dar solo opiniones positivas. No había discusión crítica.”La educación y el patriotismo no se deben juntar”, cree Olga, que fue subdirectora de una escuela. “Hay niños que simplemente creen. Abren los ojos y están listos para creerse cualquier cosa.Y eso es muy peligroso”.
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