Aeropuertos, estaciones de ferrocarril, base navales, antenas de comunicaciones, depósitos de combustible o distritos comerciales.
Los ataques con drones en Rusia y en territorio controlado por Moscú se han intensificado en 2023 hasta contabilizarse más de 160 en lo que va de año. Algunos, como el que este miércoles ha golpeado un aeropuerto de la ciudad rusa de Pskov, a más de 600 kilómetros de la frontera con Ucrania.
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Aunque Kyiv rara vez comenta sobre los ataques en territorio ruso, se cree que Ucrania ha aumentado en las últimas semanas el uso de drones explosivos para golpear Rusia como parte de su estrategia de contraofensiva, dificultando la capacidad de Moscú para tener abastecidas a sus tropas.
En las últimas horas, incluso, la inteligencia militar ucraniana se adjudicó el ataque con drones contra la base rusa en Pskov, ocurrido el pasado martes.
En una guerra donde la aviación no está siendo tan relevante como en otros conflictos, los drones se han convertido en una herramienta fundamental para las fuerzas militares ucranianas. Son sus ojos en el frente, sus agentes de inteligencia y propaganda, sus vigilantes.
Tuvieron un papel destacadísimo al inicio del conflicto, cuando lograron, por ejemplo, frenar el convoy de 40 kilómetros que se dirigía a Kyiv. Y, cada vez más, sus efectos se sienten dentro del territorio ruso.
“Los drones son extremadamente importantes para Ucrania”, resume para BBC Mundo el politólogo Sergej Sumlenny, experto en Europa del Este y fundador del European Resilience Initiative Center (ERIC, Centro Europeo de la Iniciativa para la Resiliencia).
En la última oleada de ataques, dos aviones militares de carga, un depósito de combustible y una fábrica de microelectrónica fueron alcanzados por los drones en distintos puntos del país.
La semana pasada, dos presuntos ataques con aviones no tripulados golpearon el principal distrito comercial de Moscú, alcanzando el 23 de agosto un rascacielos en construcción y, varios días antes, el complejo de exposiciones Expo Center. Por esas mismas fechas tres personas murieron en un presunto ataque con drones en la región fronteriza de Belgorod y otras cinco resultaron heridas en el ataque a una estación de ferrocarril en la región de Kursk unos días antes, según funcionarios rusos.
Reciente objetivo de los drones ha sido también una de las insignias de la aviación rusa, el bombardero supersónico Tupolev Tu-22M. Una de estas aeronaves, que pueden volar al doble de la velocidad del sonido, fue alcanzado la semana pasada en una base aérea al sur de San Petersburgo, según imágenes verificadas por la BBC.
De los más de 160 ataques detectados en Rusia y los territorios que controla Moscú, según las informaciones publicadas por medios rusos monitoreados por BBC Verify, la mayoría se han concentrado en las regiones de Briansk y Bélgorod, cerca de la frontera occidental con Ucrania, así como en Crimea, que Rusia se anexionó en 2014.
También se han producido alrededor de una docena de ataques con drones marítimos contra objetivos rusos en el mar Negro, incluidas bases navales y el puente de Crimea.
La península vivió el mayor ataque con aviones no tripulados el pasado 25 de agosto, cuando un total de 42 drones cayeron a la vez sobre una base militar en este territorio.
La región de Moscú, que se encuentra a unos 450 kilómetros de la frontera con Ucrania, también se ha convertido en objetivo de los drones.
Uno de ellos, que se estrelló a unos 100 kilómetros de la capital, parecía corresponder a un UJ-22, un tipo de dron fabricado por Ucrania que tiene un alcance de 800 kilómetros en vuelo autónomo.
Hasta la fecha, Kyiv no se ha atribuido la responsabilidad de estos ataques. Sin embargo, el presidente Volodymyr Zelensky ha dicho en repetidas ocasiones que los ataques en territorio ruso son un “proceso inevitable, natural y absolutamente justo”.
Lograr golpear suelo ruso tiene, según los analistas consultados por BBC Mundo, un doble objetivo.
Por una parte, “estos ataques están recordando a la población rusa que esta guerra no es algo que esté sucediendo lejos de sus hogares y que no tenga nada que ver con ellos”, explica Ulrike Franke, del European Council on Foreign Relations (ECFR, Consejo Europeo de Relaciones Exteriores).
Esto es así especialmente, señala Franke, en el caso de los ataques en los alrededores de Moscú. En mayo, por ejemplo, dos drones lograron alcanzar el Kremlin y, aunque no causaron grandes daños materiales, sí lograron perforar la imagen de seguridad e invencibilidad que proyectaba el gobierno ruso.
De alguna forma, “el mensaje que envían esos drones es: la guerra está aquí, vuestra capital no está segura y Putin es débil”, añade Sumlenny.
Pero, más allá del efecto psicológico que tienen los ataques, también hay un componente disruptivo en esta estrategia.
“También se busca, por ejemplo, paralizar el tráfico aéreo ruso, que está completamente centralizado en Moscú, y ralentizar la toma de decisiones, lo que ocurre cuando se ataca, por ejemplo, el distrito gubernamental de la capital y los funcionarios tienen que abandonar las oficinas”, sostiene el politólogo.
El pasado 4 de julio, por ejemplo, los vuelos tuvieron que ser desviados del aeropuerto internacional de Vnukovo, en Moscú, después de un ataque con drones. Semanas después, el aeródromo tuvo que cerrar un par de días por nuevos ataques.
Objetivo de estos aviones no tripulados también han sido instalaciones petroleras e infraestructuras energéticas.
La BBC ha logrado identificar al menos nueve ataques con drones contra depósitos de petróleo. Uno de ellos tuvo lugar en Sebastopol, la ciudad más poblada de la península de Crimea, que fue atacada el 29 de abril y destruyó varios de sus tanques de combustible.
Un mes después, una refinería de petróleo fue incendiada en el territorio de Krasnodar, en el sur de Rusia, a unos 200 kilómetros de la frontera con Crimea. El gobernador regional dijo que probablemente fue causado por un dron.
Para Layla Guest, analista de la consultora de seguridad Sibylline, “es muy probable que las fuerzas ucranianas den prioridad a atacar refinerías de petróleo, así como infraestructura ferroviaria y de logística rusa en general, para causar la máxima perturbación“, aseguró a BBC Verify.
Aunque los drones también han tenido objetivos militares.
Al menos 10 soldados rusos resultaron heridos en un presunto ataque con drones en un campo de entrenamiento militar en la región de Voronezh el pasado 10 de mayo y, en diciembre del año pasado, otro ataque alcanzó una base aérea a 600 kilómetros al noreste de la frontera con Ucrania, dejando tres personas muertas, según el Ejército ruso.
Desde el inicio de la guerra, Ucrania está utilizando distintos sistemas de drones en sus operaciones que cumplen funciones muy diversas, desde la vigilancia y el reconocimiento del terreno, como es el caso de los drones comerciales, hasta el ataque a objetivos concretos con drones kamikazes.
Algunos parecen juguetes para niños, otros son enormes aeronaves militares que pueden alcanzar los 15 metros de envergadura.
Uno de los más exitosos para las fuerzas ucranianas han sido los Bayraktar TB2, de fabricación turca, que tuvieron una gran relevancia sobre todo al principio de la guerra, según explica Franke.
“Ucrania ha hecho un uso extensivo de varios drones, y el dron Bayraktar TB2 emergió como la verdadera estrella de la guerra aérea para Ucrania, infligiendo grandes pérdidas a las fuerzas rusas, algunas de las cuales fueron grabadas y circuladas en línea”, señala a BBC Verify David Cenciotti, editor del blog “Aviationist”.
Pero Ucrania ha incrementado también su manufactura local de drones, algunos con sistemas muy innovadores.
“La industria ucraniana de drones es bastante impresionante, han logrado desarrollar y fabricar drones por sí mismos a lo largo del último año y medio y, por lo que se puede apreciar en las imágenes difundidas, los sistemas que se han utilizado para atacar Rusia son muy probablemente los fabricados en Ucrania”, apunta Ulrike Franke.
Recientemente, el Ministro de Transformación Digital de Ucrania, Mijailo Fedórov, alardeó de un dron ucraniano, el llamado R18, que puede, según él, “volar de Kyiv a Moscú y viceversa“.
Otras de las creaciones ucranianas, que empezó su producción en 2022, es el dron “Beaver” (“Bober” en ucraniano, que significa “castor”), con autonomía de unos 1.000 kilómetros, según el “Kyiv Post”.
Este modelo de dron parece ser el responsable del ataque, a principios de agosto, contra el distrito financiero de Moscú, que alcanzó el edificio que alberga el ministerio de Economía ruso.
Esta producción estatal está apoyada por un ejército de aficionados que se juntaron después de la invasión de Crimea en 2014 y empezaron a desarrollar sus propios modelos.
Al final, explica la investigadora del ECFR, “la guerra en Ucrania es una guerra de toda la nación, Ucrania está luchando por su supervivencia, así que todo el mundo está involucrado, también en el frente de drones”.
Buen ejemplo de ellos son los conocidos como First Person View (FPV, pilotaje con visión remota) que se están fabricando en Ucrania y están siendo utilizados como drones kamikaze.
“Son increíblemente baratos, se pueden fabricar por menos de US$500 y son capaces de llevar entre un kilo y un kilo y medio de explosivos para ser utilizados como pequeñas municiones, vuelan directamente contra un edificio o un vehículo en movimiento y pueden destruir cualquier objetivo no blindado, como infantería, camiones, o antenas rusas”, explica Sergej Sumlenny.
Según el analista, los drones FPV “son prácticamente como munición inteligente pero por un 1% del precio de los proyectiles de artillería de alta precisión”.
Estos grupos de aficionados recaudan dinero para comprar los componentes electrónicos en comercios digitales como Ebay o Amazon, señala Sumlenny, y fabrican el resto de las piezas con impresoras 3D, para luego donarlos al ejército, cuyos operadores utilizan gafas de realidad virtual para enviarlos contra el objetivo deseado.
Hasta ahora, Kyiv no ha confirmado que los ataques contra Rusia o territorio controlado por Moscú sean autoría de su ejército o de que los drones hayan partido de suelo ucraniano.
«Aunque Ucrania no ha confirmado que sus Fuerzas Armadas llevaron a cabo los ataques [contra Moscú], creo que las incursiones preventivas que hemos visto el año pasado prueban que Ucrania tiene la capacidad de lanzar ataques de largo alcance de ese tipo desde dentro del territorio ucraniano“, asegura Cenciotti.
En términos de alcance, los expertos dicen que los drones lanzados desde Ucrania podrían internarse profundamente en territorio ruso y llegar hasta Moscú, que está a unos 450 kilómetros de la frontera.
Pero los expertos difieren en cuanto a si los ataques se han producido desde Ucrania o desde territorio ruso.
Para Sergej Sumlenny, muchos de estos ataques, especialmente los que se han producido en la región de Moscú o lejos de la frontera ucraniana, “han tenido que ser perpetrados desde territorio ruso por ucranianos o grupos de fuerzas especiales del Ejército ucraniano”.
El fundador de ERIC alega que las dificultades técnicas para equilibrar pesos y explosivos, así como el combustible necesario para alcanzar distancias lejanas hacen menos probable que los drones hayan partido de Ucrania.
El especialista en drones Steve Wright, de la Universidad del Oeste de Inglaterra, sí cree que un dron lanzado desde Ucrania podría impactar contra el Kremlin. Sin embargo, “mi opinión es que el dron fue lanzado desde mucho más cerca, ya que esto le evitaría tener que enfrentarse a gran parte de las defensas de Moscú“, dijo a BBC Verify.
Técnicamente, apunta Ulrike Franke, los drones ucranianos son capaces de alcanzar distancias tan lejanas, por lo que la explicación más plausible para ella es que hayan sido lanzados desde Ucrania.
“Nada hace pensar que Ucrania tiene fuerzas significativas en Rusia capaces de lanzar días y días de ataques con drones desde territorio ruso sin que nadie se dé cuenta”, agrega la investigadora.
*Con reportería de Paula Rosas, de BBC Mundo, y Jake Horton, Olga Robinson y Daniele Palumbo, de BBC Verify.
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